En el último año, funcionarios del gobierno de Estados Unidos se reunieron en secreto con militares venezolanos que planeaban un golpe de Estado contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. La información fue divulgada el sábado por el diario The New York Times, que basó su informe en entrevistas a 11 funcionarios estadounidenses actuales y pasados y en el testimonio de un ex comandante militar venezolano que participó en las conversaciones.

Los golpistas no querían una intervención militar conjunta con la administración del mandatario estadounidense, Donald Trump, sólo pedían radios encriptadas para poder comunicarse entre ellos de manera segura, afirmó el ex militar venezolano. El plan era derrocar a Maduro e instalar un gobierno de transición para administrar el país hasta que pudieran celebrarse nuevas elecciones.

Hubo al menos tres encuentros y todos tuvieron lugar en el extranjero. Durante esos diálogos, los militares dijeron al gobierno estadounidense que representaban a unos cientos de miembros de las Fuerzas Armadas.

Los planes de golpe fracasaron porque Estados Unidos nunca facilitó la ayuda. Sin embargo, el hecho de que haya mostrado la voluntad de reunirse con oficiales que pretendían derrocar a Maduro es significativo. De acuerdo con las fuentes consultadas por el periódico estadounidense, los mandos venezolanos habían intentado mantener conversaciones con el gobierno anterior, liderado por Barack Obama, pero fueron rechazados. Cuando Trump aseguró en agosto de 2017 que existía una “opción militar” para intervenir en la crisis de Venezuela, los militares pensaron que estaban frente a una nueva oportunidad.

En un principio, la Casa Blanca dudó en aceptar la solicitud de reunión por el temor a que fuera una trampa para hacer creer que el gobierno de Trump estaba armando una conspiración contra Venezuela. Sin embargo, cuando la crisis humanitaria en Venezuela empeoró el año pasado, los estadounidenses consideraron que “debían escuchar lo que tenían que decir”, según dijo un alto funcionario de la administración a The New York Times.

Estados Unidos envió entonces a un diplomático de carrera que tenía las instrucciones de asistir a las reuniones “sólo para escuchar” y no estaba autorizado a negociar. Después del primer encuentro, el funcionario dijo que los militares no tenían un plan concreto y que parecían haberse presentado con la esperanza de que Washington pudiera ofrecer ideas. Fue recién en la segunda reunión que los golpistas pusieron sobre la mesa el pedido de las radios cifradas.

La Casa Blanca respondió al artículo en un comunicado en el que, sin negar la existencia de las conversaciones, afirma que es importante “entablar diálogo con todos los venezolanos que desean la democracia” para “llevar un cambio positivo a un país que ha sufrido mucho bajo el gobierno de Maduro”.

El canciller venezolano, Jorge Arreaza, compartió el link del artículo en Twitter junto con el mensaje: “Denunciamos los planes de intervención y el apoyo a conspiraciones militares del gobierno de los Estados Unidos contra Venezuela. En los propios medios de Estados Unidos salen a la luz nuevas y groseras evidencias”.

Un rato después, el presidente de Bolivia, Evo Morales, condenó en la misma red social “la conspiración golpista de Trump mediante reuniones secretas con traidores militares venezolanos para derrocar” a Maduro. Y agregó: “Los países libres de América Latina resistirán y vencerán cualquier nuevo ataque del imperio contra la paz y la democracia en la región”.