El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, dijo ayer que está dispuesto a reiniciar las negociaciones con Corea del Norte “de inmediato” para que el proceso de desnuclearización de la península coreana se complete antes de enero de 2021, fecha en la que Donald Trump concluiría su mandato en la Casa Blanca. Con ese fin, Pompeo dijo que invitó a su par norcoreano, Ri Yong-ho, a reunirse la semana que viene en Nueva York, en el marco de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El anuncio del secretario de Estado tuvo lugar horas después de que la tercera reunión entre los presidentes de Corea del Norte, Kim Jong-un, y Corea del Sur, Moon Jae-in, terminara con la firma de una declaración conjunta en la que se comprometen a convertir la península coreana en una “tierra de paz sin armas ni amenazas nucleares”. En este sentido, Kim prometió desmantelar más instalaciones de su programa armamentístico ante los ojos de inspectores internacionales. Habló especialmente de la central de Yongbyon, una de las principales y donde el gobierno produce el combustible para sus bombas atómicas.
Pero, para hacerlo, el líder norcoreano impone como condición que Estados Unidos tome las “medidas correspondientes” y cumpla con lo acordado por ambos países en la cumbre que celebraron en junio en Singapur. Esto implica que Washington firme un tratado de paz que ponga fin al estado de guerra que técnicamente persiste en la península desde hace 68 años. Sólo así, considera Pyongyang, habrá garantías de convivencia pacífica una vez que desmantele su programa nuclear.
Las novedades fueron bien recibidas por el presidente de Estados Unidos, que celebró el anuncio de Kim aunque no adelantó nada sobre los próximos movimientos de su gobierno en esta materia. “Kim Jong-un ha acordado permitir inspecciones nucleares, sujetas a las negociaciones finales, y desmantelar permanentemente un lugar de pruebas en presencia de expertos internacionales”, escribió Trump ayer en Twitter. “Mientras tanto, no va a haber pruebas nucleares o de misiles”, agregó.
Más tarde, en declaraciones a periodistas, el presidente habló de “tremendos progresos”. Incluso se animó a decir que antes de ingresar a la Casa Blanca “parecía que Estados Unidos iba a la guerra contra Corea del Norte”.
A pesar de la alegría de Trump y de las promesas de Kim, Pyongyang sigue sin revelar el alcance de sus arsenales y tampoco permite la entrada de inspectores en otras áreas claves para el desarrollo de armas.
En lo que tiene que ver estrictamente con las relaciones entre Norte y Sur, los dos países acordaron reducir el número de efectivos militares, prohibir maniobras y designar zonas libres de presencia militar en torno a la frontera que comparten. Esto reduciría la posibilidad de que se produzcan choques bélicos en esa zona.
En la declaración conjunta firmada ayer, los dos vecinos también diseñaron planes para potenciar la cooperación intercoreana, como la decisión de conectar antes de fin de año sus vías férreas y carreteras o el deseo de albergar conjuntamente los Juegos Olímpicos de 2032. Para coronar este nuevo episodio de acercamiento –probablemente el mayor desde que los dos países se separaron en 1945–, Kim aseguró que antes de fin de año visitará Seúl, por invitación de Moon, lo que lo convertiría en el primer líder norcoreano en pisar la capital de Corea del Sur.
Se prevé que la desnuclearización de la península de Corea sea uno de los temas principales de la reunión que Moon mantendrá el lunes con Trump en Nueva York, antes del comienzo de la Asamblea General de la ONU.