En medio de la guerra comercial que enfrenta a los dos países desde hace meses, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo ayer que China está “tratando activamente de impactar” en las elecciones legislativas previstas para noviembre. Según el gobernante, las sanciones comerciales impuestas por Pekín “atacan a granjeros, rancheros y trabajadores industriales” leales a él y su efecto se siente en estados que tradicionalmente apoyan al Partido Republicano.

En Twitter, Trump insistió en que China se ha aprovechado de Estados Unidos en materia comercial “durante muchos años” y aseguró que él es el único que “sabe cómo parar” esta situación. En un último tuit, advirtió que “habrá represalias grandes y rápidas”.

Las declaraciones del presidente fueron hechas un día después de que su gobierno anunciara que a partir del lunes impondrá aranceles de 10%, por un valor de 200.000 millones de dólares, a distintos productos chinos. La Casa Blanca adelantó que el plan es aumentarlos a 25%a partir del 1º de enero.

En respuesta, el Ministerio de Comercio chino anunció ayer que impondrá aranceles de entre 5% y 10% a unos 4.000 tipos de productos estadounidenses, por un valor de 60.000 millones de dólares. Agregaron que la medida fue tomada porque los aranceles de Washington “amenazan los intereses económicos y la seguridad de China”. A la vez, recordaron que la decisión “viola las normas de la Organización Mundial del Comercio”. Las sanciones de China también entrarán en vigor el lunes que viene.

El último ping-pong de medidas llega días antes de que ambos países se reúnan en Washington para iniciar un nuevo ciclo de negociaciones comerciales, según reveló el fin de semana el diario The Wall Street Journal.

Es la primera vez que Trump acusa directamente a China por diseñar aranceles que afecten a productos procedentes de estados que lo votaron masivamente en las elecciones presidenciales de 2016, con el supuesto objetivo de perjudicar a los legisladores del gobernante Partido Republicano. Los aranceles chinos han tenido como blanco la carne de cerdo y de pollo, la soja, el sorgo y los lácteos estadounidenses, cuyos centros de producción se concentran en estados del centro y oeste del país, y que son tradicionalmente republicanos.

La semana pasada, Trump firmó un decreto que autoriza la imposición de sanciones ante cualquier injerencia extranjera en las legislativas. El presidente dijo que si bien no se ha podido confirmar que haya habido interferencia de otros países en las últimas presidenciales –ignorando por completo la llamada “trama rusa”–, las agencias de inteligencia detectaron posibles intentos desde Rusia, Irán, Corea del Norte y, también, China.

De acuerdo con el decreto, Washington considerará injerencia no sólo los ataques extranjeros a la “infraestructura electoral”, sino también “a la distribución de propaganda” y la “desinformación”. Las sanciones bloquearían los activos financieros en Estados Unidos de aquellos implicados en intentos de injerencia, que también tendrían prohibida la entrada al país. Además, si la Casa Blanca lo determina, a esas restricciones podrían sumarse otras como la suspensión de licencias de exportación a Estados Unidos o la prohibición de las transacciones de bancos y personas estadounidenses con el individuo o el grupo acusado.

En las elecciones del 6 de noviembre, los estadounidenses están convocados a renovar la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Actualmente, los republicanos controlan las dos cámaras, pero las encuestas más recientes apuntan a que el partido del presidente podría llegar a perder la mayoría en la cámara baja.