La derrota que la primera ministra británica, Theresa May, sufrió ayer en el Parlamento fue mayor de lo que se esperaba y superó a las que sufrieron los gobernantes de Reino Unido en décadas. No hubo una similar desde la década de 1920, destacó ayer el líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn. El plan de salida de la Unión Europea (UE) acordado por May con el bloque apenas reunió el apoyo de 202 integrantes de la Cámara de los Comunes y recibió 432 votos en contra, entre ellos los de 118 diputados del gobernante Partido Conservador.

“Esta derrota va más allá de lo que cualquiera imaginaba. Es el principio del final del brexit. Tiempo para el voto del pueblo”, dijo en Twitter Vince Cable, el líder del Partido Liberal Demócrata. También el portavoz del Partido Nacionalista Escocés, Ian Blackford, pidió que se convoque un segundo referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la UE.

Los dos dirigentes, además, anunciaron que hoy votarán en contra del gobierno en el Parlamento cuando se trate una moción de censura presentada por Corbyn. En cambio, el Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte –que también rechazó ayer el plan de brexit– manifestó que mantendrá su respaldo a May.

En caso de que May no reúna la mitad de los votos que necesita para superar la moción de censura el Partido Conservador puede formar un nuevo gobierno, liderado por otro primer ministro, o utilizar el plazo legal de 14 días con el que cuenta para recuperar la confianza del Parlamento y evitar así una convocatoria a elecciones anticipadas, informaron las agencias de noticias Europa Press y Efe.

Si la primera ministra supera la moción de censura podrá seguir distintos caminos, entre ellos el de acceder a los pedidos de la oposición y llamar a un nuevo referéndum, o presentar al Parlamento un nuevo plan para el brexit si consigue volver a negociar con la UE. El punto más difícil de resolver es la solución para mantener abierta la frontera entre Irlanda del Norte, que pertenece a Reino Unido, y la República de Irlanda, que integra la UE. La posibilidad de un cierre terminante de esa frontera genera el temor a que se pongan en riesgo los acuerdos de paz de 1998 en Irlanda del Norte, que terminaron con la violencia entre protestantes unionistas y católicos (cercanos a la República de Irlanda).

Pero la UE ya ha descartado que se puedan renegociar las condiciones acordadas y el bloque se prepara para la posibilidad de una separación sin acuerdo. Según el artículo 50 del Tratado de Lisboa Reino Unido dejará la UE de forma automática el 29 de marzo, cuando se cumplan dos años desde que lo activó, en 2017. Tanto el Partido Nacionalista Escocés como el Liberal Demócrata reclamaron ayer una prórroga para ese plazo, que Reino Unido podría disponer de forma unilateral, de acuerdo con un fallo del Tribunal de Justicia de la UE.

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, volvió a defender ayer el acuerdo alcanzado con May, que calificó como “justo” y “el mejor posible”, porque “reduce el daño que causa el brexit para ciudadanos y empresas en toda Europa”. En un comunicado, manifestó que una “retirada desordenada” –sin acuerdo– es un escenario no deseado, pero que la Comisión Europea “continuará su trabajo de contingencia para ayudar a asegurar que la UE está completamente preparada” en caso de que deba enfrentarlo. En el mismo texto, Juncker llamó ayer a Londres a “aclarar sus intenciones lo antes posible”.

A su vez, Donald Tusk, el presidente del Consejo Europeo, aludió a la posibilidad de cancelar la salida de Reino Unido de la UE. “Si un acuerdo es imposible y nadie quiere un ‘no acuerdo’, ¿quién tendrá finalmente el valor de decir cuál es la única solución positiva?”, dijo en Twitter.

También el gobierno de Irlanda reclamó a Londres que resuelva la situación, y consideró “que un brexit desordenado es un mal resultado para todos, y no menos para Irlanda del Norte”. Agregó: “No es muy tarde para evitar este resultado y pedimos a Reino Unido que establezca cómo propone resolver este punto muerto de forma urgente”.

Incluso May reclama una solución, en su caso al Parlamento británico, pero la primera ministra insiste en que se respete el referéndum de 2016, en el que se aprobó la salida de la UE. “Está claro que la Cámara de los Comunes no apoya este acuerdo”, dijo. “No obstante, la votación de esta noche no nos dice nada acerca de qué apoya, ni siquiera si pretende honrar la decisión que la gente tomó en el referéndum”, agregó, y reclamó que los legisladores lo expresen “lo antes posible”.