En medio de una gran incertidumbre, el Parlamento de Reino Unido deberá votar hoy si aprueba o no la propuesta de salida de la Unión Europea (UE) que negoció la primera ministra británica, Theresa May, con las autoridades del bloque. En los últimos días May ha extremado sus esfuerzos para intentar convencer a parlamentarios de diferentes sectores de que acompañen el acuerdo, ya que en caso contrario la situación del país puede ingresar en un territorio totalmente incierto.

La conservadora May sabe que no contará con el apoyo de un importante sector de su partido, de una parte de los laboristas y también de los representantes del partido unionista norirlandés. La salida de Reino Unido de la UE puede aparejar el retorno a una frontera dura entre Irlanda del Norte –parte integrante de Reino Unido– y la República de Irlanda, que forma parte de la UE. Este punto en particular ha sido uno de los principales problemas prácticos con los que se ha encontrado Reino Unido para la implementación práctica del brexit.

La primera ministra argumenta que no homologar el pacto acercará a Reino Unido a una ruptura no negociada y caótica el 29 de marzo –fecha pactada para la puesta en práctica de la salida del bloque– o bien puede impedir que el brexit se materialice. Incluso con la aprobación del Parlamento, el gobierno deberá tramitar una ley para incorporar los términos del acuerdo a la legislación de Reino Unido en poco más de dos meses.

De todas maneras, todo parece indicar que el pacto no será aprobado en el Parlamento, lo que abre paso a varios escenarios posibles. Por lo pronto, la UE –según informó el diario inglés The Guardian– se está preparando para retrasar el brexit en caso de que el Parlamento no apruebe el plan de May y evalúa aplazar la salida británica del bloque hasta julio, lo que daría algo más de tiempo a la primera ministra para negociar con los legisladores.

Si los diputados rechazan el acuerdo, la jefa de gobierno estará obligada a regresar a la cámara tres días después para exponer una nueva hoja de ruta. En el Parlamento se podrá debatir y enmendar esa propuesta, lo que otorgaría a sus integrantes cierto control sobre los siguientes pasos a dar.

Una de las posibilidades que se abren es la de un brexit sin acuerdo, una alternativa poco deseada porque dejaría muchísimos asuntos en un limbo, sobre todo cuestiones comerciales. Otra es la de un voto de censura contra la primera ministra.

El domingo, en un programa de la BBC, el líder laborista Jeremy Corbyn dijo que si el Parlamento rechaza la propuesta de la primera ministra, él presentará una moción de censura contra el gobierno, algo que también puede hacer la propia May, que ha descartado la posibilidad de dimitir. Para la primera ministra, una moción de censura sería un intento de someter a votación su gobierno para salir fortalecida. En cualquiera de los dos hipotéticos casos, empezaría a correr un plazo de 14 días para la votación.

Los conservadores podrían no hacer ningún movimiento o presentar un nuevo líder para encabezar el gobierno. Si ganan, seguirán al frente del Poder Ejecutivo. Si pierden la moción, los laboristas podrían intentar formar un nuevo gobierno, que necesitaría la confianza del resto de la cámara. De lo contrario, entraría en juego la opción –menos probable– de adelantar las elecciones.

Corbyn dijo que si logra forzar unas elecciones y ganarlas, renegociará “con urgencia” el acuerdo con la UE. El líder laborista defiende una “nueva unión aduanera en la que los británicos puedan decidir sobre futuros acuerdos comerciales, que mantenga una sólida relación con el mercado único y garantice que Reino Unido mantenga el ritmo en cuanto a derechos y estándares”.

Otro camino, menos probable que los anteriores, es el de una nueva votación sobre el brexit, posibilidad que por ahora nadie contempla.

Una opción adicional sería que directamente no haya brexit y Reino Unido permanezca en el bloque regional como si nada hubiera pasado. Esta posibilidad está contemplada por la UE. En diciembre el Tribunal de Justicia del bloque autorizó al gobierno británico a revocar unilateralmente el artículo 50 del acuerdo, lo que significaría dar marcha atrás automáticamente con su salida de la UE, aprobada por una ajustada mayoría –51,9% contra 48,1– en el referéndum de junio de 2016. Aquella votación a favor del brexit motivó la salida del gobierno del primer ministro conservador de entonces, David Cameron.