El fin de semana, nuevamente, miles de franceses vestidos con chalecos amarillos salieron a protestar a las calles para exigirle al presidente Emmanuel Macron cambios en las políticas de gobierno, tal como hicieron los siete fines de semana anteriores. El movimiento, que surgió como una protesta contra el aumento del precio de los combustibles, tiene entre sus principales reclamos que se establezca en la Constitución el mecanismo del referéndum de iniciativa ciudadana.

Si bien no se han identificado con ninguna ideología política específica, ayer los dos vicepresidentes italianos apoyaron y alentaron a los chalecos amarillos franceses a continuar con sus movilizaciones. El ultraderechista Matteo Salvini, líder de la Liga Norte, manifestó su “apoyo a los ciudadanos honestos que protestan contra un presidente gobernante contrario a su pueblo”. Por su parte, Luigi Di Maio, vicepresidente del Consejo de Ministros y líder del otro partido socio en la alianza de gobierno, el Movimiento 5 Estrellas –que se presenta como ajeno al sistema político–, también instó a los manifestantes a “no debilitarse”. Según publicó Di Maio en su blog, “una nueva Europa está naciendo”.

Si bien la líder ultraderechista francesa Marine Le Pen ha manifestado su apoyo a los chalecos amarillos, el signo ideológico del movimiento es bastante difuso. El diario francés Le Monde realizó un estudio de las propuestas para determinar a qué corriente política se acercaban las reivindicaciones del movimiento. Según concluyó, dos terceras partes de los reclamos de los chalecos amarillos son “compatibles” con el programa de la izquierda radical de Jean-Luc Mélenchon y del candidato socialista a la presidencia, Benoît Hamon; la mitad son compartidos por la extrema derecha de Le Pen y, globalmente, la plataforma de 42 propuestas que defienden se aparta por completo de las políticas liberales del presidente Macron.