El Movimiento Al Socialismo (MAS), liderado por el ex presidente boliviano Evo Morales, celebró ayer un primer encuentro en Buenos Aires para definir un candidato presidencial para las elecciones del próximo año.

El Tribunal Supremo Electoral de Bolivia trabaja con la teoría de que la primera vuelta de las elecciones sería en junio, el eventual balotaje en julio, y la asunción en agosto, pese a que durante la crisis que derivó en la renuncia de Morales y la asunción de la presidenta de facto Jeanine Áñez se habló de que fuera en enero. En las próximas semanas habrá una decisión sobre la fecha y también acerca de si se aceptan los recursos que piden la disolución del MAS.

Los distintos partidos se preparan para las elecciones con más incertidumbre desde la llegada de Morales al gobierno. En particular, el MAS lo hace mientras sus dirigentes polemizan sobre qué lugar debe ocupar el ex presidente, la actuación de él y de los demás dirigentes durante la crisis y los pasos a seguir de ahora en más.

Morales convocó a los dirigentes del MAS a una reunión en Buenos Aires para comenzar las conversaciones sobre su sucesión, y ayer, tras el encuentro, anunció que la definición se dará a conocer al cierre de las negociaciones, el 19 de enero. Sin embargo, desde Bolivia, la nueva presidenta del Senado, Eva Copa, considerada una líder emergente dentro del MAS, aseguró que esa decisión se adoptará en su país y no en Argentina, en consulta con las bases del partido. Además, algunas agrupaciones que integran el MAS decidieron no asistir al encuentro convocado por Morales, dejando entrever que hay divisiones en el partido que podrían reflejarse en posiciones cruzadas acerca de la candidatura.

Por lo pronto, en el entorno de Morales, son varios los nombres que suenan para ocupar ese lugar. Entre ellos están los de los ex cancilleres Diego Pary y David Choquehuanca, así como el del joven dirigente cocalero Andrónico Rodríguez, considerado por varios como el sucesor de Morales.

Aumenta la tensión en torno a la embajada de México en La Paz

El viernes por la mañana la encargada de negocios de España en Bolivia, Cristina Borreguero, realizó una visita de cortesía a la embajada de México en La Paz, acompañada por el cónsul español en la capital boliviana, Álvaro Fernández.

Fue una visita solicitada por los mexicanos como una muestra de solidaridad ante la situación que enfrenta la embajada mexicana desde que allí se asilaran varios ex integrantes del gobierno de Morales después de su renuncia. Desde ese entonces se han emitido órdenes de detención en contra de algunos de ellos y Bolivia se niega a darles un salvoconducto para permitirles salir del país. México ha denunciado que, en este marco, su embajada es objeto de “hostigamiento” por parte de las fuerzas de seguridad bolivianas. El canciller Marcelo Ebrard señaló la semana pasada que la presencia policial en la sede diplomática aumentó de seis a 90 en este período de tiempo, denunciando que Bolivia no está respetando “la integridad” de la embajada. Por ese motivo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador decidió, el jueves, presentar ante la Corte Penal Internacional una solicitud de medidas cautelares para que “cese el hostigamiento” y se garantice la seguridad de la sede diplomática.

Es en ese contexto que Borreguero y Fernández llegaron el viernes a la embajada mexicana, que, además de la presencia policial, tiene en sus alrededores una especie de vigilancia civil: decenas de personas que se oponen a Morales aseguran que están allí para evitar que abandonen el lugar los bolivianos requeridos por la Justicia, y con ese argumento obligan a los vehículos que salen de la embajada a detenerse para ser revisados, algo que hacen ante la mirada de las fuerzas de seguridad, según cuentan medios internacionales. El viernes creció el rumor de que Borreguero y Fernández ‒y por lo tanto, España‒ se disponían a facilitar la salida de Juan Ramón Quintana, el ex ministro de Presidencia de Morales, que tiene una orden de detención en su contra por “sedición” y “terrorismo”. Ante esa versión, las personas que están en los alrededores de la embajada detuvieron a los autos que iban a ingresar al territorio diplomático para revisarlos. En ellos viajaban los agentes responsables de la seguridad del cuerpo diplomático español, que cubrieron sus rostros cuando bajaron de los vehículos.

Los autos de los españoles no pudieron atravesar el portón de acceso a la embajada, que dista unos 300 metros de la puerta de la edificación. Los diplomáticos españoles salieron del lugar en un vehículo de la cancillería boliviana, desde el cual se trasladaron a los suyos en el portón.

Los cruces de acusaciones comenzaron de inmediato. Bolivia exigió al presidente español, Pedro Sánchez, que dé una respuesta: “diga la verdad de lo que usted ha tratado de hacer, discúlpese ante el país y llévese a sus Rambos”, dijo el delegado ante la comunidad internacional de Bolivia, Jorge Quiroga. Agregó que ellos buscaban “extraer criminales y delincuentes”, por lo cual reclama a España que “asuma su responsabilidad” y reconozca que forma parte de una “conspiración contra la reconstrucción democrática” de Bolivia.

Por su parte, España anunció que investigará lo sucedido, pero rápidamente aclaró que “el objeto de la visita era exclusivamente de cortesía” y no tenía como objetivo “facilitar la salida de las personas que se encuentran asiladas” en la embajada mexicana.

Estados Unidos le pidió a Argentina que modere a Morales

Cuando Morales llegó a Argentina, dos días después de la asunción de Alberto Fernández, el nuevo canciller, Felipe Solá, aseguró en declaraciones al canal de televisión Todo Noticias que le pedirían que se comprometiera a “no hacer declaraciones políticas”.

Sin embargo, eso no ha sucedido: desde su llegada al país, donde recibirá la condición de refugiado, Morales se ha pronunciado libremente tanto en entrevistas como en redes sociales denunciando que lo que hubo en su contra fue un golpe de Estado y refiriéndose a las nuevas elecciones, que él adelanta que marcarán el regreso del MAS al gobierno. El último de estos gestos fue la convocatoria a la reunión que realizó ayer con la dirigencia del MAS en Buenos Aires.

Esta actitud de Morales ha generado varios reclamos de Bolivia, a los que ahora se sumó Estados Unidos, que el viernes pidió una reunión al gobierno de Alberto Fernández para pedirle que “sea un buen vecino al apoyar la democracia boliviana” y “trabaje para garantizar que Morales no abuse de su estatus en Argentina”, de acuerdo con fuentes diplomáticas citadas por la agencia de noticias Efe.

El gobierno de Fernández no se pronunció acerca de esta solicitud, pero sí lo hizo Morales, que acusó a Estados Unidos de estar actuando “como en tiempos del Plan Cóndor”.