“Durante 2019 y 2020 debemos desarrollar una variante terrestre del sistema Kalibr de emplazamiento marítimo con misiles de crucero de largo alcance, que tan buen rendimiento dieron en Siria”, anunció ayer Serguei Shoigú, ministro de Defensa de Rusia, luego de una reunión de su cartera.

Según informó la agencia Efe, Shoigú agregó que “en los mismos plazos habrá que fabricar los sistemas de misiles terrestres con cohetes hipersónicos”. Shoigú destacó que el hecho de que esos misiles ya existan en su versión marítima y aérea “permitirá reducir considerablemente los plazos de fabricación de los nuevos misiles y el coste de su financiación”. “Lo importante es aumentar el alcance de los sistemas de misiles terrestres ya existentes hoy”, precisó el jerarca.

Shoigú ordenó a su viceministro, Alexéi Krivoruchko, que se inicien “en un plazo breve de tiempo” los trabajos para el desarrollo de dicho armamento en el marco del presupuesto asignado con este fin para los próximos años.

Esta medida del gobierno ruso era algo previsible, dado que el sábado Estados Unidos efectivizó su salida del tratado de eliminación de misiles de corto y medio alcance (conocido como INF, por su sigla en inglés), acuerdo que databa de 1987.

El presidente ruso Vladimir Putin había anunciado que la respuesta rusa a la salida estadounidense del tratado sería “simétrica”, pero a la vez el jerarca afirmó que Moscú no desplegaría armamento que viole el INF, es decir, que tenga un alcance entre 500 y 5.500 kilómetros, ni en la parte europea de Rusia ni en otras partes del mundo mientras no lo haga Washington. De todas maneras, el ministro Shoigú declaró que el gobierno ruso tiene información acerca de que Estados Unidos está trabajando desde hace tiempo en el desarrollo de misiles de emplazamiento terrestre con un alcance mayor a 500 kilómetros, lo que viola el INF.

Si bien aún ambas naciones tienen seis meses para reconsiderar la situación y volver al tratado, se considera que esta posibilidad no sería viable.