La ciudad rusa de Sochi fue ayer escenario de una nueva cumbre tripartita entre los presidentes de Irán, Rusia y Turquía para encontrar posibles soluciones al conflicto sirio. Fue la cuarta cumbre en el marco del conocido como “proceso de Astaná”, que reúne a estos tres países como garantes del alto el fuego decretado en Siria en 2016, algo que no pudo evitar la continuidad de las acciones armadas en la nación árabe.

“Los principios comunes son luchar contra el terrorismo hasta la erradicación de esta plaga mortífera, negociar, reducir la tensión, llevar adelante el proceso de paz y reformar la Constitución [siria], repatriar a los refugiados, canjear a los presos y reconstruir a Siria”, resumió el presidente de Irán, Hasán Rohaní, después de una jornada de discusiones con sus pares de Rusia, Vladimir Putin, y Turquía, Recep Tayyip Erdogan.

Qué pasos seguir en la provincia de Idlib, ubicada en el noroeste del país, fue una de las principales cuestiones planteadas en el apartado antiterrorista de la agenda tripartita. Es que la región es una de las más importantes del país que continúa bajo control de la filial siria de Al Qaeda, Hayat Tahrir al Sham, y otros grupos armados opositores al gobierno que encabeza el presidente sirio, Bashar al Assad.

Putin dijo que el hecho de que “continúen las hostilidades” en esta provincia “no significa” que tengan que “resignarse a la presencia de grupos terroristas”. Por eso, el líder del Kremlin propuso “examinar medidas prácticas y concretas” que Rusia, Turquía e Irán puedan tomar en conjunto “para destruir totalmente el foco terrorista” en Idlib. En setiembre del año pasado, Rusia y Turquía habían acordado el establecimiento de una zona de seguridad y la creación en torno a ella de un área desmilitarizada que, por el momento, no ha tenido éxito. El presidente iraní insistió en la necesidad de cumplir esos acuerdos para “prevenir una catástrofe humanitaria” en esa zona y decidir cuáles serán las siguientes medidas para tomar en esa zona.

El pacto firmado entre Rusia y Turquía incluía al opositor Ejército Libre Sirio, que solía controlar Idlib pero no a Al Qaeda. Por lo tanto, la violencia no ha cesado y los observadores locales estiman que más de 200 civiles murieron desde que se selló ese acuerdo. “Todo lo que ha pasado en los últimos meses demuestra que la región es muy peligrosa y puede causar muchos problemas. Al Qaeda debe ser erradicado”, aseguró ayer Rohaní.

Por otro lado, los tres presidentes intentaron llegar a un consenso en torno a qué estrategia seguir en el noreste del país, cuando se retiren los 2.000 soldados estadounidenses que todavía ayudan a las milicias kurdas a luchar contra el último reducto del grupo yihadista Estado Islámico (EI). En este punto las opiniones están divididas y la discusión de ayer reveló que todavía no está claro qué plan se implementará una vez que el presidente estadounidense, Donald Trump, ordene definitivamente la retirada de sus tropas de territorio sirio.

Turquía ha amenazado con atacar a las milicias kurdas de las Unidades de Protección Popular (YPG) cuando las fuerzas de Washington se vayan, al considerarlas “terroristas” por sus vínculos con la guerrilla turca del Partido de Trabajadores del Kurdistán (PKK). Pero Rusia e Irán se oponen a esa idea. El presidente ruso dijo ayer que “esa región debe ser tratada respetando la integridad territorial de Siria y de su gobierno legítimo”, en referencia a Al Assad, quien cuenta con el pleno apoyo de Putin. Su par iraní se expresó en el mismo sentido: “El pueblo kurdo se considera parte del pueblo de Siria. Ellos tienen que tener uso de sus derechos legítimos, que deben ser garantizados en el futuro, y tienen que contar con un rol en la soberanía de Siria”.

A la hora de hacer evaluaciones generales, Putin aseguró que actualmente en casi todo el territorio de Siria, “se respeta el alto el fuego, mientras que el nivel de violencia se está reduciendo de manera gradual”. El presidente ruso resaltó además que en el marco del proceso de Astaná se logró crear un mecanismo eficaz para que sean posibles los contactos directos entre el gobierno sirio y la oposición. También dijo que fueron creadas las condiciones para el libre acceso humanitario a las zonas afectadas por el conflicto, pese a que “cerca de un millón de personas carecen de ayuda”. Para revertir esto último, Putin apeló a “la comunidad internacional” y “en particular a la Organización de las Naciones Unidas y sus agencias competentes”.

El encuentro en Sochi se produjo el mismo día en que más de 60 países –en su mayoría aliados de Estados Unidos– se reunieron por segundo día consecutivo en Varsovia, la capital polaca, para discutir la paz y estabilidad en Medio Oriente.

El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, dijo ayer en esa conferencia que lograr esos dos objetivos es “imposible” sin enfrentarse con Irán, país al que acusó de ser “una verdadera amenaza para la paz” y de “patrocinar el terrorismo en el mundo”. En esa línea, exhortó a los países europeos a retirarse del tratado nuclear con Teherán y “reforzar” las sanciones en su contra mientras no cambie su “comportamiento peligroso”. Pompeo viajó a la capital de Polonia junto con el asesor y yerno de Trump, Jared Kushner, quien ayer prometió que presentará su tan esperado plan de paz para Israel y Palestina después de las elecciones generales israelíes, que se celebrarán el 9 de abril.