Faltan 51 días para que Reino Unido abandone definitivamente la Unión Europea (UE), y el diálogo entre las dos partes continúa estancado en torno a los términos de la frontera irlandesa. A contrarreloj, la primera ministra británica, Theresa May, inició ayer una serie de visitas para revertir la situación y evitar un divorcio abrupto con el bloque.

La primera parada de la jerarca británica fue Belfast, la capital norirlandesa. Allí, ante empresarios, May reiteró su compromiso para evitar una barrera dura entre Irlanda del Norte –parte integrante de Reino Unido– y la República de Irlanda, que pertenece a la UE, una vez que se produzca el brexit. Sin embargo, May reiteró que “no puede” aceptar la salvaguarda que negoció durante dos años con Bruselas, pese a que en su momento la respaldó. “Peleé duro para defenderlo en su forma actual. Creí que lograría el respaldo mayoritario de la Cámara de los Comunes, pero tengo que aceptar el hecho de que no es así y de que la clave está en cambiar la salvaguarda”, explicó la jefa del gobierno británico.

La salvaguarda en cuestión es una garantía legal que acordaron para evitar una frontera física entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte, que entraría en vigor en caso de que Reino Unido y la UE no lleguen a un acuerdo comercial cuando termine el período de transición del brexit, en diciembre de 2020. En este caso, Londres y Bruselas seguirían en una unión aduanera, pero Irlanda del Norte tendría un estatus especial más alineado con el mercado único europeo.

Los legisladores británicos rechazaron esa salvaguarda la semana pasada y propusieron modificaciones, concretamente el reemplazo de la frontera física por “arreglos alternativos”. Quienes se oponen a la cláusula aseguran que, de alguna manera, Reino Unido todavía estaría vinculado a las normas de la UE, mientras que otros critican la idea de que Irlanda del Norte tenga regulaciones diferentes del resto del territorio británico. Pero Bruselas respondió que el acuerdo, cerrado en noviembre del año pasado, no está abierto a una renegociación. Pese a eso, el Parlamento británico aprobó una enmienda que obliga al gobierno de May a insistir nuevamente en el tema.

La primera ministra británica aseguró ayer que, en cualquier escenario futuro, protegerá el acuerdo de paz de 1998 que puso fin a décadas de conflicto armado en Irlanda del Norte, que enfrentó a los unionistas protestantes con los católicos independentistas. El éxito de este tratado radica, justamente, en la fluidez de la frontera de ambos territorios irlandeses, donde hay libre circulación de personas y bienes. “No quiero persuadir a la ciudadanía [de Irlanda del Norte] para que acepte un pacto que no contenga esa póliza de seguro para el futuro. Lo que el Parlamento ha dicho es que cree que debe haber cambios en la salvaguarda”, insistió May, antes de afirmar: “Estoy decidida a trabajar para lograr una solución que tenga un amplio respaldo entre toda la comunidad de Irlanda del Norte”.

Por eso, la gobernante británica tiene previsto reunirse hoy en Belfast con los líderes de los partidos norirlandeses, que tienen posiciones distintas sobre la cuestión fronteriza. La gobernante hablará con el Partido Democrático Unionista (DUP) –socios en el gobierno de May– y con los nacionalistas de Sinn Féin. Los primeros consideran que la mejor opción es eliminar totalmente la salvaguarda del acuerdo del brexit, mientras que los segundos, proeuropeos y partidarios de la unificación de Irlanda, ven necesario que se establezca una cláusula que garantice la inexistencia de una frontera y un contacto fluido con la vecina República de Irlanda.

Se espera que mañana la primera ministra viaje a Bruselas para informar al presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, sobre las discusiones que tienen lugar en Reino Unido respecto de las alternativas a la salvaguarda. El portavoz de la CE, Margaritis Schinas, reiteró ayer que “la posición de la UE es clara”, si bien están “esperando una vez más para escuchar lo que la primera ministra tiene que decir”.

La canciller alemana, Angela Merkel, opinó ayer que “desde un punto de vista político” todavía “hay tiempo” para encontrar una solución que sea respaldada por Bruselas y Londres. “Todas las partes deberían aprovechar este tiempo. Pero para eso sería muy importante saber qué es exactamente lo que el lado británico prevé en términos de su relación con la UE”, dijo Merkel en una conferencia de prensa en Japón. La canciller germana, una de las voces más pesadas del bloque europeo, agregó que “debería ser humanamente posible encontrar una solución a un problema tan preciso” como es el de la frontera irlandesa. “Pero esto depende”, agregó, “del tipo de acuerdo comercial que forjemos entre nosotros”.