Nayib Bukele ganó las elecciones presidenciales llevadas a cabo en El Salvador el domingo y, con 37 años, se convertirá en el gobernante más joven de la historia del país cuando asuma el cargo el 1º de junio. Su victoria determinó el inicio de un nuevo camino en la política del país, después de tres décadas de gobiernos del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) –partido surgido de la ex guerrilla y que integra el actual presidente, Salvador Sánchez Cerén– y la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
“Podemos anunciar con plena certeza que hemos ganado la presidencia de la República de El Salvador en primera vuelta [...] Es un momento histórico. Hemos sumado más votos que el FMLN y Arena”, dijo Bukele el domingo de noche después de que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) asegurara que su triunfo era “irreversible”.
El futuro presidente, efectivamente, cosechó más votos que los dos partidos tradicionales juntos. Los resultados preliminares divulgados por el TSE, con 99,9% de los votos escrutados, revelaban que Bukele –quien se presentó a las elecciones como candidato de la Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana)– obtuvo 53% de los votos. En segundo lugar quedó el candidato de Arena, Carlos Calleja, con 31,8% de respaldo, seguido por el candidato oficialista, Hugo Martínez, del FMLN, quien alcanzó 14,4%.
“Este día El Salvador rompió el bipartidismo, este día por fin pasamos la página de la posguerra”, dijo Bukele el domingo en una plaza de San Salvador, en referencia a la alternancia de los dos partidos tradicionales en el poder desde que terminó la guerra civil. Mientras, los simpatizantes que estaban allí presentes gritaban “sí, se pudo”.
Bukele, de ascendencia palestina, comenzó su carrera política hace siete años cuando fue electo alcalde del municipio de Nuevo Cuscatlán, cuando aún era miembro del FMLN. En 2015, su carrera y popularidad dieron un salto cuando asumió la alcaldía de la capital salvadoreña, San Salvador. Desde ese lugar, ganó protagonismo por sus obras sociales y culturales, y por donar su salario para becas estudiantiles.
En octubre de 2017, Bukele fue expulsado del FMLN, acusado de causar división, violar los estatutos del partido y agredir verbalmente a Xochilt Marchelli, una de sus asesoras en la alcaldía. Por este último episodio el futuro mandatario salvadoreño enfrenta un proceso judicial que se suma a otro por el delito de calumnia.
Después de abandonar el FMLN, el joven empresario y publicista fundó Nuevas Ideas, movimiento que intentó legalizar como partido político, pero que no cumplía las exigencias de la Ley Electoral, por lo que no pudo inscribirlo para las elecciones presidenciales. Lo intentó entonces con el Centro Democrático, pero tampoco pudo hacerlo porque no logró alcanzar el número mínimo de votos válidos en las legislativas de 2018. Finalmente el político –que en su discurso intenta posicionarse a la izquierda del espectro político– terminó pactando con Gana, un partido de derecha que surgió de una división interna de Arena. El partido que pronto gobernará El Salvador se ha caracterizado por respaldar el endurecimiento de la seguridad carcelaria, apoyar la pena de muerte y el paramilitarismo para combatir a las pandillas de delincuentes, y por oponerse a la despenalización del aborto. Sin embargo, durante la campaña electoral, Bukele insistió en que si llegaba a la presidencia del país gobernaría con independencia de Gana y que la dirección del partido no intervendrá en sus decisiones. De todas maneras el diputado de esta formación y actual segundo vicepresidente del Parlamento, Guillermo Gallegos, ya adelantó que no comparte esa posición.
La campaña electoral de Bukele se basó en capitalizar el descontento de los salvadoreños hacia los casos de corrupción que involucran a los dos partidos tradicionales, con el lema “El dinero alcanza cuando nadie roba”. Además, no quiso participar en los debates y tampoco brindó entrevistas, bajo el argumento de que todos los eventos estaban arreglados “en su contra”. En cambio, desplegó una activa campaña en las redes sociales que conquistó especialmente al electorado más joven.
El domingo, tras conocer los resultados preliminares, los candidatos rivales reconocieron el triunfo de Bukele. Calleja dijo que lo llamaría “para desearle la mejor de las suertes”. Por su parte, Martínez pidió al partido ganador que tome los resultados “con humildad” y aseguró que se convertirá en un opositor “férreo” para asegurar que el nuevo gobierno “cumpla todo lo que ha prometido en campaña”.
En la tarde de ayer, el presidente Sánchez Cerén también felicitó a Bukele por su triunfo y en un breve mensaje publicado en redes sociales le deseó “éxitos”.