Un debate que se intensificó el año pasado acerca de la democracia en Israel se reavivó ayer, a cuatro semanas de las elecciones del 9 de abril. En 2018, la discusión se disparó con la aprobación de la cuestionada Ley del Estado-nación, según la cual sólo el pueblo judío tiene derecho a la autodeterminación. Así, la norma excluye a otros ciudadanos israelíes, entre ellos, los árabes que viven en el país –en su mayoría desde antes de que fuera fundado–, que constituyen cerca de 20% de la población.
Esta polémica fue reimpulsada por una entrevista que dio la ministra de Cultura, Miri Regev, a la televisión israelí, en la que advirtió a los votantes que el principal rival del oficialismo, la coalición de centroderecha Azul y Blanco, podría intentar aliarse con partidos árabes de Israel para alcanzar la mayoría parlamentaria que le permita acceder al gobierno.
“Y ¿cuál es el problema con los árabes? Por Dios, hay también ciudadanos árabes en este país”, dijo en su cuenta de Instagram Rotem Sela, una modelo israelí. “¿Cuándo demonios alguien en este gobierno transmitirá al público que Israel es un país para todos sus ciudadanos? Y que todas las personas nacieron iguales. Los árabes [...] también son seres humanos. Y también lo son los drusos. Y los gays y las lesbianas y los izquierdistas”, agregó Sela.
Ayer le contestó el propio primer ministro, Benjamin Netanyahu, informaron las agencias de noticias Efe y Europa Press. “Querida Rotem, una corrección importante: Israel no es un Estado de todos sus ciudadanos. De acuerdo con la Ley del Estado-nación que aprobamos, Israel es el Estado-nación del pueblo judío y sólo de él”, publicó Netanyahu. “Como escribiste, no hay problema con los ciudadanos árabes de Israel, tienen los mismos derechos que todos”, agregó.
Netanyahu opinó, además, que en estas elecciones se opta entre “un gobierno de derecha fuerte” encabezado por él o “un gobierno de izquierda” formado con “el apoyo de los árabes” y liderado por Yair Lapid, del partido de centro Yesh Atid, y Benny Gantz, de Resiliencia para Israel. Los dos dirigentes encabezan la coalición Azul y Blanco, integrada también por Telem, del ex ministro Moshé Yaalón. El primer ministro agregó que sus rivales “no tienen otra forma de establecer un gobierno” que mediante una alianza con los partidos árabes, y que un Ejecutivo “como ese socavaría la seguridad del Estado y de los ciudadanos”.
También la oposición optó por responderle a Sela. Así lo hicieron, entre otros, Ayman Odeh, presidente del partido Hadash, que es integrado por árabes y judíos. Según citó Europa Press, Odeh le respondió a la modelo: “En el Israel de 2019, decir que el significado de democracia es un Estado para todos sus ciudadanos y que los árabes han de ser ciudadanos completos exige un gran valor. Rotem Sela, no nos conocemos, pero salud”.
El jueves, el Comité Electoral Central rechazó la postulación a las elecciones del partido árabe Balad-Raam y del candidato árabe y comunista Hadash-Taal, informó Efe. Ese partido, que tiene representación parlamentaria desde la década de 1990, acusó a las autoridades electorales de haber tomado una decisión “racista y populista que tiene como objetivo dañar la representación política de los ciudadanos árabes en Israel”.
Está pendiente el pronunciamiento de la Suprema Corte sobre esta prohibición, que se aplica a los candidatos que apoyan el racismo, el terrorismo o niegan “el derecho a existir a Israel como Estado judío y democrático”. Balad-Raam es un partido de izquierda que, según declara, “lucha para transformar el Estado de Israel en una democracia para todos sus ciudadanos, sin importar su nacionalidad o identidad étnica”.