Más de 50 millones de tailandeses estaban convocados el domingo para votar en las primeras elecciones que se celebran en el país desde el golpe de Estado que lideró en mayo de 2014 el general Prayut Chan-ocha, actual primer ministro y candidato del partido promilitar Palang Pracharat. Desde entonces, las autoridades convocaron a elecciones seis veces, pero en todos los casos los comicios fueron suspendidos. La jornada del domingo se desarrolló sin mayores complicaciones aunque, de manera inesperada, cuatro horas después del cierre de los centros de votación, la Comisión Electoral anunció que los resultados oficiales serían difundidos el lunes y no esa misma noche, como estaba previsto.
Ayer el organismo electoral volvió a posponer la difusión de los resultados por “nuevos retrasos” en el conteo de votos, y adjudicó sólo 350 de los 500 escaños de la Cámara de Representantes que están en juego. Los integrantes del Senado son designados por la junta militar que está en el poder actualmente, gracias a un arreglo constitucional.
En principio, las 150 bancas de representantes que falta designar serán anunciadas el viernes, aunque los resultados oficiales no serán revelados hasta el 9 de mayo, porque la comisión quiere analizar decenas de denuncias de irregularidades presentadas desde el domingo. “Tenemos que investigar todas las quejas reportadas tan pronto como sea posible, antes del 9 de mayo, cuando la Comisión Electoral considerará si la elección es libre y justa. Luego informaremos los resultados oficiales”, dijo en una conferencia de prensa el secretario general del organismo, Jarunvith Phumma.
A este panorama de incertidumbre se le sumó la confusión que generaron los resultados parciales, que llevaron a que los dos principales partidos de Tailandia se proclamaran ganadores. Según los datos difundidos ayer, con 95% de los votos escrutados, el partido antimilitar y de centro Pheu Thai obtuvo 137 escaños de los 350 adjudicados, y 7,2 millones de votos. En tanto, el Palang Pracharat, que aglutina a las elites económicas y a los militares, obtuvo 97 escaños y fue votado por 7,6 millones de personas. Los otros dos partidos más destacados fueron el izquierdista Futuro Adelante, que consiguió 30 escaños y 5,1 millones de votos, y el conservador Camisas Azules, que sacó 39 escaños y tuvo el apoyo de 3,1 millones.
En base a esos resultados parciales, el Pheu Thai dijo ayer que está listo para conformar un gobierno y anunció que iniciará contactos con otros partidos para aliarse con ellos, ya que los resultados son divididos y necesita su apoyo en el Parlamento. Por su parte, el partido antimilitar, que se presenta como “prodemocrático” y que aparecía como favorito en todos los sondeos de intención de voto, denunció irregularidades tanto en la elección como en el recuento de los sufragios. “Hay irregularidades en esta elección con las que no estamos cómodos. Estas afectan la credibilidad de la nación y la confianza del pueblo”, afirmó Sudarat Keyuraphan, candidata a primera ministra del partido. “Hemos expresado antes nuestras preocupaciones por la compra de votos, el abuso de poder y las trampas. Las tres irregularidades se han manifestado. Contestaremos por medios legales”, afirmó.
El Palang Pracharat también se declaró vencedor de las elecciones, porque entiende que tiene el “mandato del pueblo” por haber recibido un mayor número de votos que Puea Thai, siempre según el recuento parcial. El partido de los militares también aseguró que está listo para formar gobierno y anunció que iniciará diálogos con otras formaciones. Si consigue las mayorías que necesita, el golpista Prayuth Chan-ocha podría continuar en el cargo de primer ministro. El próximo jefe de gobierno será elegido en mayo por los 500 parlamentarios electos el domingo y los 250 senadores nombrados por la junta militar que gobierna el país desde hace cinco años.
La legitimidad de las elecciones del domingo también fue cuestionada por organizaciones internacionales. La fundación Open Forum for Democracy –auspiciada por el Consejo Europeo– denunció en un comunicado que algunos candidatos y partidos “compraron votos durante los actos de campaña y en la noche anterior a las elecciones en muchas áreas, especialmente en las regiones del norte, el centro y el noreste”. La fundación, que desplegó observadores en 63 provincias, evaluó además que los comicios no fueron lo suficientemente “honestos, justos e independientes”.
La organización Human Rights Watch, por su parte, denunció la existencia de “un movimiento desigual en favor del partido Palang Pracharat y el general Prayut”, mediante “el control de los recursos del Estado, el acceso a los medios estatales y las maniobras por medio de agencias de seguridad que ha desplegado Palang Pracharat en el período previo a la elección”, según dijo a la agencia de noticias AFP Sunai Phasuk, representante de esa organización en Tailandia.