El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibió ayer en la Casa Blanca a su par brasileño, Jair Bolsonaro, para un encuentro de 20 minutos en el que hablaron de cooperación militar y económica, la “amenaza” del socialismo en sus países y las opciones que manejan los gobiernos para resolver la crisis política en Venezuela. Se trató de la primera reunión bilateral que mantuvieron los gobernantes, que aun sin conocerse siempre se han dedicado elogios y han manifestado sus coincidencias ideológicas.
En una conferencia de prensa conjunta que celebraron después del encuentro, Trump aseguró que Brasil y Estados Unidos “nunca han estado más cerca” y que esto es, precisamente, “debido a la relación estrecha” entre los dos gobernantes. “Es un gran honor tener al presidente Bolsonaro aquí, ha hecho un trabajo excelente, y compitió en una campaña electoral increíble. Algunos dicen que a la gente le recordaba un poco a nuestra campaña, algo que me honra”, dijo el presidente estadounidense. En una línea similar, Bolsonaro dijo que con Trump tienen “muchas cosas en común” y que eso le causa “orgullo y satisfacción”.
“Él quiere un Estados Unidos grande, yo también quiero un Brasil grande. A partir de este momento, Brasil estará más que nunca en contacto con Estados Unidos”, dijo Bolsonaro. El líder ultraderechista también atribuyó la buena relación con Washington al “cambio” de liderazgo en Brasil “después de algunas décadas de presidentes antiestadounidenses”.
Tras la ronda de elogios, Trump anunció que designará a Brasil como un “aliado estratégico” militar fuera de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) o quizás dentro, para reforzar la cooperación de defensa. “Tendría que hablar con mucha gente, pero quizá será un aliado en la OTAN”, dijo el gobernante. Si esto se concretara, Brasil se convertiría en el segundo país latinoamericano con ese estatus, después de Argentina.
Por otra parte, Trump dijo que “apoya los esfuerzos” para que Brasil ingrese en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. El gobierno brasileño formalizó el año pasado su petición para unirse a ese organismo integrado por las economías más avanzadas, pero el proceso de evaluación de las solicitudes puede llevar años. Bolsonaro confía en que el apoyo formal de Estados Unidos pueda agilizarlo. El presidente estadounidense también confirmó que cerró un acuerdo con Bolsonaro para que Washington use su estratégica base aeroespacial de Alcántara, en la Amazonia brasileña, para lanzar satélites.
La reunión de ayer sirvió, además, para que los mandatarios acerquen posturas sobre los caminos a tomar para resolver la crisis en Venezuela. El gobierno de Brasil rechazó cualquier intervención militar y Bolsonaro incluso reafirmó esa postura en una entrevista concedida el lunes de noche al canal Fox. Sin embargo, después de la reunión, Trump dijo que “hablaba por los dos países” al asegurar que “todas las opciones están sobre la mesa”.
Después fue el turno de Bolsonaro, a quien se le preguntó en la conferencia de prensa conjunta si permitiría que el territorio brasileño se usara para lanzar una ofensiva militar de Estados Unidos en Venezuela o si implicaría a personal de Brasil en esa operación. El presidente brasileño contestó: “Hay algunos temas que, si hablas sobre ellos, ya no son estratégicos [...] Es una cuestión de estrategia, todo lo que discutamos aquí lo cumpliremos, pero de algunas posibilidades no se habla en público”.
En otro momento de la conferencia, Bolsonaro dijo que “creía” que Trump iba a ser reelecto en 2020 porque “más y más gente está abriendo sus ojos frente a la realidad del socialismo”. Su par estadounidense agradeció los augurios de Bolsonaro y aseguró que él piensa lo mismo. “El crepúsculo del socialismo ha llegado a Occidente, y espero que también haya llegado a nuestro gran país. Lo último que queremos en Estados Unidos es el socialismo”, dijo. El día antes, en la entrevista con Fox, Bolsonaro marcó su postura en otros asuntos internos de Washington, entre ellos, el muro que Trump está empeñado en construir en la frontera con México. Acerca de esto, el brasileño defendió la insistencia de Trump porque “la inmensa mayoría de los inmigrantes no tienen buenas intenciones”. Inmediatamente después negó ser “xenófobo, racista, homófobo o misógino” y, en cambio, aseguró que es un “cristiano” que defiende los valores y costumbres de la familia tradicional.