Una bicicleteada en Fortaleza, una batucada en Recife y marchas de miles de militantes del Partido de los Trabajadores (PT) y de organizaciones sociales en Salvador de Bahía, Paraná y San Pablo fueron algunas de las muchas movilizaciones que incluyó la Jornada Nacional Lula Libre. En varias ciudades de Brasil se reclamó en las calles la liberación del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva a un año de su encarcelamiento.

El 7 de abril de 2018, después de que lo rodeara una multitud de partidarios en el local del sindicato de metalúrgicos de São Bernardo do Campo, en el estado de San Pablo, donde comenzó su militancia, Lula viajó en helicóptero a la sede de la Policía Federal de Curitiba. Desde entonces, cumple allí una condena de 12 años de prisión por delitos de corrupción, y a ese lugar se dirigió ayer una manifestación para expresarle su apoyo.

Pero también se organizó otra en respaldo a la operación Lava Jato, dirigida por Sérgio Moro, el juez que condenó al ex presidente y que hoy es ministro de Justicia y Seguridad del gobierno de Jair Bolsonaro. Después de ese fallo, la Justicia le impidió a Lula competir por un nuevo mandato en unas elecciones en las que aparecía como el candidato con mayor intención de voto.

A todo esto se refirió el ex presidente en una columna de opinión publicada ayer por el diario Folha de São Paulo, titulada “¿Por qué le tienen tanto miedo a Lula libre?”. El texto también fue difundido por el PT en su página web. “Hace un año que estoy preso injustamente, acusado y condenado por un delito que nunca existió”, escribió Lula, y cuestionó una vez más el proceso judicial en su contra: “Para imponerme un juicio de excepción rompieron los límites de la ley y de la Constitución, debilitando la democracia”.

Lula argumenta que su condena fue parte de un movimiento político en el cual la oposición al gobierno del PT, después de haber perdido las elecciones de 2014, “eligió el camino del golpe para volver al poder, retomando el vicio autoritario de las clases dominantes brasileñas”. En ese movimiento incluye el impeachment contra la ex presidenta Dilma Rousseff, en 2016. Este juicio político, escribió Lula, “vino para traer de vuelta el neoliberalismo, en una versión todavía más radical”.

Manifestación que conmemora un año de arresto Lula da Silva, ayer, en la Avenida Paulista, en San Pablo.

Manifestación que conmemora un año de arresto Lula da Silva, ayer, en la Avenida Paulista, en San Pablo.

Foto: Nelson Almeida, AFP

El proyecto político del PT “era y es intolerable para una camada privilegiada y prejuiciosa de la sociedad”, e “hirió poderosos intereses económicos fuera del país”, dijo el dirigente. Mencionó el descubrimiento de petróleo en el presal, que despertó “codicia” en “petroleras extranjeras” y permitió a empresas brasileñas “disputar mercados con exportadores tradicionales de otros países”.

Lula argumentó que los promotores del impeachment prometían que bastaba con apartar al PT del gobierno para que los problemas del país se terminaran, pero no fue así, y el “pueblo percibió que había sido engañado”. Por eso, dijo, cuando las encuestas lo colocaban a él como ganador de las elecciones de 2018, se volvió necesario impedir su candidatura a cualquier costo.

“La [operación] Lava Jato, que fue telón de fondo en el golpe del impeachment, atropelló plazos y prerrogativas de la defensa para condenarme antes de las elecciones. Habían intervenido ilegalmente mis conversaciones, los teléfonos de mis abogados y hasta a la presidenta de la República”, dijo Lula. “Nada encontraron para incriminarme: ni conversaciones de delincuentes, ni valijas de dinero, ni cuentas en el exterior. A pesar de todo, fui condenado en un plazo récord por Sérgio Moro y por el TRF-4 [Tribunal Regional Federal de la cuarta región] por ‘actos indeterminados’”, escribió el ex presidente en su columna. Agregó que su candidatura “fue prohibida contrariando a la ley electoral, la jurisprudencia y una determinación del Comité de Derechos Humanos de la ONU”.

“¿Por qué le tienen tanto miedo a Lula libre, si ya alcanzaron el objetivo, que era impedir mi elección, si no hay nada que sustente esta prisión? En verdad, lo que ellos temen es la organización del pueblo que se identifica con nuestro proyecto de país” y “reconocer las arbitrariedades que cometieron para elegir un presidente incapaz que nos llena de vergüenza”, concluyó Lula. “Ellos saben que mi liberación es parte importante de la recuperación de la democracia en Brasil. Pero son incapaces de convivir con el proceso democrático”, dijo. El dirigente histórico del PT, de 73 años, enfrenta en total ocho procesos penales y fue condenado en dos.

Ayer, en Paraná, Chico Buarque fue uno de los artistas y dirigentes sociales que participaron en un partido de fútbol en homenaje a Lula. El músico dijo que la situación que enfrenta el ex presidente “es una vergüenza para Brasil” y afirmó: “Estamos todos juntos por la libertad de Lula, que es lo mínimo que podemos exigir en una democracia ante el descalabro que fue su proceso de condena”.