Desde el jueves 11 de abril hasta el domingo 19 de mayo se desarrollarán las siete fases de las elecciones en India, donde votarán más de 900 millones de ciudadanos, uno de cada ocho habitantes del mundo. En este proceso se eligen los 543 integrantes de la cámara baja del Parlamento, Lok Sabha, la casa del pueblo en idioma hindi. Emulando al sistema de gobierno británico, en India existe también una cámara alta, el Rajya Sabha, que tiene una función similar a la Cámara de los Lores de Reino Unido y está compuesta por personalidades notables que son designadas directamente por el presidente y por las 29 legislaturas de los estados y los siete territorios que componen India.

Aquellos que sean elegidos para integrar la Lok Sabha serán quienes, luego de formar coaliciones, tendrán la potestad de designar al primer ministro, cargo que desde 2014 ocupa Narendra Modi, de 68 años. El actual gobernante es también el líder del Partido Popular Indio (Bharatiya Janata Party), una organización política conservadora, muy identificada con la religión hinduista y con un discurso nacionalista y liberal desde el punto de vista económico.

Modi aspira a mantenerse en el cargo, y su principal rival electoral es Rahul Gandhi, de 48 años, líder del Congreso Nacional Indio y heredero de la tradición familiar que comenzó con su bisabuelo, Jawaharlal Nehru, que fue el primer jefe de gobierno de la historia de India luego de la declaración de indepedencia, en 1947. Esa tradición fue continuada por su abuela Indira Gandhi, quien ejerció como primera ministra en dos períodos, primero entre 1966 y 1977 y luego desde 1980 hasta su asesinato, en 1984. Después de la muerte de Indira asumió el cargo de primer ministro Rajiv Gandhi, el padre de Rahul, que se mantuvo al frente del Poder Ejecutivo hasta 1989. Indira –la única mujer que fue primera ministra del país– era hija de Nehru, pero tomó el apellido Gandhi luego de casarse con Feroze Gandhi. El esposo de Indira no tenía parentesco alguno con Mahatma Gandhi, pero era un ferviente seguidor del dirigente, que a su vez fue el padrino político de Nehru.

El Congreso Nacional Indio –el partido político más antiguo y emblemático del país– es un sector de centroizquierda, fundamentalmente laico y que basa su filosofía en el concepto gandhiano de Sarvodaya, que procura un equilibrio social entre todos los sectores de la fragmentada y heterogénea sociedad del país. En cantidad de habitantes sólo China, con 1.395 millones de habitantes, supera a India, con 1.240 millones.

Logística y simbología

La celebración de elecciones en un territorio tan vasto –India es el octavo país en tamaño del mundo– implica una gran organización logística que conlleva una titánica tarea organizativa, más aun si se tiene en cuenta que de acuerdo con la legislación electoral ningún votante debe tener un centro de votación a una distancia de su lugar de residencia mayor que dos kilómetros. Según un informe publicado esta semana por el diario inglés The Guardian, alrededor de 11 millones de trabajadores y de personal de seguridad velarán para que se den todas las garantías en los cerca de 800.000 centros de votación que se distribuirán en todo el país durante las siete jornadas electorales, en las que se votará por regiones. Durante la primera instancia, que se desarrolló el jueves, hubo votaciones en distritos de 20 estados y territorios. En algunas zonas con gran cantidad de población, las elecciones se desarrollarán en tres o cuatro instancias.

Para asegurar que todo el engranaje electoral funcione, el Estado indio invierte alrededor de 7.000 millones de dólares en la organización de las elecciones. Los funcionarios electorales y de seguridad son trasladados a los centros de votación en distintos tipos de vehículos: se emplean helicópteros, barcos y también elefantes, camellos y carros tirados por bueyes.

En India existen siete partidos nacionales, cuya influencia abarca al menos cuatro estados del país y miles –el número de partidos registrados por la Comisión Electoral es de casi 2.300– que postulan a sus candidatos en al menos uno de los 29 estados y siete territorios. Como el índice de analfabetismo ronda el 30% entre la población mayor de 18 años, las listas electorales en India no pueden ser presentadas sólo con letras y números, como sucede en la gran mayoría de los sistemas democráticos del mundo. De acuerdo con la legislación electoral que rige en el país, cada partido político tiene asignado un símbolo que lo representa. Así, el emblema del Congreso Nacional Indio es una mano, el del gobernante Partido Popular Indio es una flor de loto, el centroizquierdista Partido Bahujan Samaj se identifica con un elefante, pero hay símbolos más curiosos entre los partidos regionales, que son representados por una bicicleta, un choclo, un auto, un mango, un gallo, un tambor, un coco, una botella de agua o un paraguas.

Otra peculiaridad de las elecciones indias es la tinta que se emplea para marcar el dedo índice de la mano izquierda de cada elector para evitar que vote más de una vez. La tinta se aplica sobre la uña y cutícula del dedo y está hecha con una fórmula secreta que garantiza que la marca dure varias semanas –incluso meses– y que desaparezca solamente cuando crezca una uña nueva.

Un país, muchos países

Dentro del enorme territorio indio conviven decenas de grupos étnicos que practican varias religiones. La más importante es el hinduismo, practicado por cerca de 80% de la población, pero además hay grandes comunidades musulmanas, sijs, budistas y jainistas. Esta diversidad se refleja también en los idiomas. En el país existen más de 1.600 lenguas y dialectos, aunque oficialmente son reconocidas por la ley aproximadamente 24, y las oficiales son el hindi y el inglés.

En la campaña electoral los asuntos que abordan los principales candidatos, Modi y Gandhi, varían dependiendo de la región, pero una de las cuestiones centrales es la economía. Si bien esta crece a un ritmo mayor que en el resto de los grandes países del mundo, no lo hace tan rápido como para crear más fuentes de trabajo en un país con un demografía siempre en alza. Este es uno de los motivos por los cuales en los últimos años ha sido imposible evitar el desempleo que afecta a muchos indios, particularmente a los más jóvenes. Por otra parte, los campesinos de India, un sector numeroso de la población, afrontan una severa crisis debido a que la sobreproducción de frutas y verduras conllevó una gran caída de los precios, lo que generó que muchos trabajadores quedaran endeudados y realizaran multitudinarias protestas en algunos estados del país.

El próximo primer ministro indio tendrá que afrontar la pobreza extrema, que en buena medida deriva de la endémica falta de recursos del país y de las divisiones sociales derivadas del milenario sistema de castas heredado de la tradición brahamánica. Si bien la Constitución india prohíbe expresamente la discriminación contra los llamados dalits, los intocables, e incluso incluye normas para protegerlos de manera específica, este sector de la población –que constituye la cuarta parte del total– sigue sufriendo de hecho una permanente discriminación. Son frecuentes los ataques violentos contra los dalits, que han llegado incluso a causar la muerte de esas personas, en particular en las regiones rurales, donde la tradición de las castas sigue vigente.

Pensando en los dalits, Rahul Gandhi tiene como una de las patas fuertes de su programa de gobierno el denominado “asalto definitivo contra la pobreza”, mediante el cual se garantizarán aproximadamente 1.000 dólares al mes para que los dalits puedan mejorar sus condiciones de vida. Los rivales de Gandhi cuestionan este plan y afirman que llevaría al país a una enorme crisis económica.

Por su parte, Modi mantendrá la línea de lo que han sido sus cinco años de gobierno, en los que priorizó el desarrollo de infraestructura, la eficiencia del enorme aparato estatal del país y la mejora de la economía mediante inversiones extranjeras, a la vez que redujo la inversión estatal en salud y asistencia social. También limitó las leyes laborales y medioambientales, lo que llevó al país a alcanzar porcentajes de polución elevadísimos en muchas zonas de su territorio.

Además, y en el marco de su campaña electoral, Modi incitó al nacionalismo indio durante las escaramuzas que se suscitaron en los meses de febrero y marzo en la región disputada de Cachemira, donde se enfrentaron militares indios y paquistaníes. Esos enfrentamientos reavivaron un conflicto que se remonta a los orígenes de India y Paquistán como países independientes, después de los tiempos de la colonia.