El presidente de Sudán, Omar al Bashir, fue derrocado y arrestado por el Ejército, informó ayer el ministro de Defensa del país, el general Awad Ibn Ouf. En un mensaje emitido por la televisión estatal, Ibn Ouf, que de hecho quedó ahora al frente del Ejecutivo sudanés, informó a la población que el Ejército tomará el control del país mediante un consejo de transición.

El general dijo también que este consejo gobernará por un período de dos años, luego de los cuales convocará a elecciones. Agregó que el país estará bajo estado de emergencia durante 90 días, que todos los presos políticos serán liberados y que durante este período regirá un toque de queda entre las 22.00 y las 4.00.

El anuncio de la caída de Al Bashir, que gobernó durante 29 años, fue celebrado en las calles de las principales ciudades del país, según consignaron agencias internacionales de noticias. El gobernante que ahora fue depuesto había llegado al poder mediante un golpe de Estado en junio de 1989, durante la Segunda Guerra Civil Sudanesa, un conflicto que se extendió entre 1983 y 2005.

El derrocamiento de Al Bashir fue precedido por una larga serie de protestas populares en las ciudades más importantes de su país, que es uno de los mayores de África, cuenta con una ubicación estratégica y riqueza en yacimientos petrolíferos y extensos plantíos de algodón. Las protestas estallaron el 19 de diciembre en la ciudad oriental de Atbara, luego de una decisión del gobierno de triplicar el precio del pan. Pero rápidamente se convirtieron en manifestaciones en todo el país contra el gobierno de Al Bashir. En la capital sudanesa, Jartum, las movilizaciones populares fueron reprimidas por las fuerzas de seguridad, y se estima que desde diciembre hasta la semana pasada murieron 40 personas.

Los años de Al Bashir como presidente de Sudán estuvieron marcados por la cruenta guerra civil que finalizó en 2005 y que derivó en la escisión de una parte de su territorio, Sudán del Sur, que se estableció como país independiente en 2011. Esto significó un golpe para el gobierno de Al Bashir, en particular por las reservas petrolíferas que quedaron dentro de las fronteras del nuevo país.

También durante el mandato de Al Bashir tuvo lugar el conflicto de Darfur, un enfrentamiento étnico que se desarrolló en esta región ubicada en el oeste del territorio sudanés entre los yanyauid –una organización paramilitar compuesta por árabes musulmanes que contó con el apoyo de Al Bashir– y la población negra no islámica de esa zona. Este conflicto, que se extendió entre 2003 y 2009, generó una crisis humanitaria que costó la vida de aproximadamente 400.000 personas y el desplazamiento de dos millones, de acuerdo con estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas.

Al Bashir fue acusado de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad por la Corte Penal Internacional en 2009. A pesar de las órdenes de captura internacional que pesaban en su contra, el gobernante sudanés se impuso claramente en las elecciones de 2010 y 2015, aunque estas últimas fueron boicoteadas por los principales sectores de la oposición.