De acuerdo con los datos registrados en su Informe Global sobre la Pena de Muerte en 2018, que Amnistía Internacional (AI) dio a conocer ayer, durante el año pasado se registraron en el mundo 690 casos de aplicación de la pena de muerte en 20 países, lo que supuso un descenso de 31% respecto de los casos contabilizados durante 2017, que fueron 993. Los números divulgados por AI reflejan que, de los últimos diez años, fue en 2018 cuando se registraron menos ejecuciones.

Según el informe, la mayoría de las penas de muerte en 2018 tuvieron lugar en países de Asia. Son China, Irán, Arabia Saudita, Vietnam e Irak, en ese orden, los que más aplicaron ese castigo. Por lejos, China se mantiene como el país en el que la pena de muerte se ejecuta con mayor frecuencia, aunque se desconoce con exactitud la cantidad de casos debido a que los datos al respecto son considerados secreto de Estado. Es por este motivo que AI no incluye en su total de 690 ejecuciones las que se aplicaron en China, que presume que son miles.

Excluyendo a China, 78% de los casos registrados por Amnistía Internacional corresponden a un grupo de cuatro países: Arabia Saudita, Irak, Irán y Vietnam, donde se aplicó la pena de muerte a 85 personas. De esta manera, Vietnam se situó entre los países con índices más elevados de aplicación de este castigo en el mundo.

En Botsuana, Sudán, Tailandia y Taiwán se retomaron las ejecuciones en 2018 luego de no haberlas aplicado en 2017. Por otra parte, según el informe, no se registró la aplicación de este tipo de pena el año pasado en Bahréin, Bangladesh, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Kuwait, Malasia ni en Palestina, donde sí se habían relevado casos el año anterior.

En Irán, el número de ejecuciones descendió de 507 en 2017 a 253 en 2018, lo que supuso una disminución de 50%. Asimismo, estas muertes en Irak pasaron de 125 en 2017 a 52 en 2018, mientras que en Pakistán se redujeron de 60 a 14. A su vez, Somalia redujo las ejecuciones a la mitad, al pasar de 24 a 13 en ese período.

En 2018, 106 países –más de la mitad de los estados del mundo– habían abolido la pena de muerte para todos los delitos, y 142 países –más de dos tercios del total– la habían eliminado en la ley o en la práctica.

Los métodos de ejecución que se utilizaron durante el año pasado fueron decapitación, electrocución, ahorcamiento, inyección letal y fusilamiento. También se tuvo constancia de la imposición de dos condenas a muerte por lapidación en Irán. En este mismo país, además, AI registró que a siete personas se le aplicó la pena de muerte por delitos cometidos cuando tenían menos de 18 años.

A su vez, según el informe, se confirmó en varios países la imposición de condenas a muerte en juicios que incumplían las normas internacionales sobre el debido proceso. Estos eran: Arabia Saudita, Bangladesh, Bielorrusia, China, Corea del Norte, Egipto, Irak, Irán, Malasia, Pakistán, Singapur y Vietnam.

Al discriminar las ejecuciones por región, en América el único país que la aplicó en 2018 fue Estados Unidos, con 25 casos, y en Europa la pena capital sólo fue aplicada en Bielorrusia. En Asia y Oceanía las cifras de ejecuciones aumentaron, sobre todo por el crecimiento de los casos en Vietnam y por la reimplantación de este castigo en Tailandia, que no lo aplicaba desde 2009. Por su parte, Japón triplicó en 2018 sus cifras anuales –de cuatro a 15– con el ahorcamiento de 13 hombres condenados por el atentado con gas sarín cometido en el metro de Tokio en 1995.

En la región de Medio Oriente y el norte de África sólo se registraron ejecuciones en Arabia Saudita, Egipto, Irak, Irán y Yemen. En la zona subsahariana africana los casos de aplicación de la pena de muerte se reportaron en Botsuana, Somalia, Sudán y Sudán del Sur.

De acuerdo con el informe de AI, al finalizar 2018 había registros de 19.336 personas condenadas a la pena de muerte en el mundo.