Najib Razak, que ejerció el cargo de primer ministro de Malasia entre 2009 y 2018, comenzó a ser juzgado ayer en su país, acusado del desfalco vinculado con 1Malaysia Development Berhad (1MDB), una empresa de desarrollo estratégico dirigida por el gobierno, cuyos recursos fueron desviados hacia las cuentas bancarias personales de sus integrantes. El ex gobernante está acusado de haberse apropiado de una cifra cercana a los 4.500 millones de dólares, informó la agencia de noticias Efe.
La trama de corrupción quedó al descubierto en una investigación publicada en 2015 por el medio digital de Malasia Sarawak Report y por el periódico británico The Sunday Time. Durante diferentes operativos realizados por la Policía de Malasia en propiedades a nombre de Razak, las autoridades incautaron un botín valorado en 273 millones de dólares. La cifra incluye dinero en efectivo, lingotes de oro y bienes, entre los que se cuentan 12.000 piezas de joyería, 72 bolsos de marcas de lujo, centenares de relojes y lentes de sol.
A pesar de las graves acusaciones que pesaban contra él, Razak se presentó a las elecciones de mayo de 2018 para mantenerse en el cargo, pero fue derrotado por el actual primer ministro, Mahathir bin Mohamad. El fiscal general de Malasia, Tommy Thomas, dijo ayer en su declaración durante la apertura del juicio que Razak ejerció “un poder prácticamente absoluto” en el país durante casi una década. “El acusado no está por encima de la ley y su procesamiento, y este juicio debe servir como un precedente para todos los futuros titulares de esta augusta oficina”, dijo.
Los abogados de Razak presentaron ayer un recurso para impugnar los 42 cargos que enfrenta el ex gobernante, que incluyen abuso delictivo de confianza, lavado de dinero y abuso de poder. El juez del Tribunal Superior dijo que escuchará los argumentos de la defensa más adelante, pero ordenó que comenzara el juicio, que debía haberse a comienzos de febrero y fue pospuesto debido a cuestiones procesales. El ex gobernante niega todas las acusaciones en su contra y alega que su fortuna proviene de una donación que recibió de un príncipe saudí.
En la trama de corrupción tuvo un papel clave el empresario financiero Jho Low, que tiene vínculos con uno de los hijastros del ex mandatario y es sospechoso de haber sido uno de los principales agentes de blanqueo del dinero fuera de Malasia, que se hizo principalmente en Estados Unidos, pero también en Suiza y Singapur.
Según informó el año pasado el diario malasio The Star, el Departamento de Justicia estadounidense presentó denuncias en las que se alegaba que más de 4.500 millones de dólares fueron desviados de 1MDB por Low y otros integrantes de la red de corrupción –entre ellos, funcionarios de Malasia, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos–. Además, el Departamento de Estado afirmó que seguirá investigando a 1MDB y que pretende colaborar con la Justicia de Malasia.
Low, que actualmente se encuentra prófugo de la Justicia de Estados Unidos, que lo acusa de blanquear parte de los fondos en ese país, participa en varios emprendimientos comerciales y fue cofundador de la productora que financió la película El lobo de Wall Street (Martin Scorsese, 2014). La Justicia estadounidense sospecha que esa película podría haberse financiado con fondos desviados de 1MDB. Además, trascendió que el asesor financiero del ex primer ministro de Malasia dilapidó su riqueza en costosísimos regalos para los amigos que hizo en Hollywood. Uno de ellos sería una pintura original de Pablo Picasso que le dio al actor Leonardo Di Caprio (quien más tarde entregó esa pieza a las autoridades estadounidenses). Además, a Low se le confiscó un yate de lujo, el Equanimity, cuya venta fue anunciada ayer por el gobierno de Malasia por un valor cercano a 126 millones de dólares.