La ex presidenta chilena y actual alta comisionada de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los Derechos Humanos hizo ayer un llamamiento a este país para que no comience a aplicar esta semana el nuevo código penal. Sus normas toman elementos de la ley islámica, la sharia, para imponer la muerte por lapidación para los homosexuales y los adúlteros, así como las amputaciones de miembros como castigo por robo. “Hago un llamamiento al gobierno para que detenga la entrada en vigor de este nuevo código penal draconiano, que supondría un serio revés para las protecciones de derechos humanos para la gente de Brunéi en caso de que se implemente”, afirmó Bachelet en un comunicado difundido ayer.

Brunéi es un pequeño sultanato ubicado en el norte de la isla de Borneo, de una extensión de algo más de 5.000 kilómetros cuadrados –aproximadamente la misma que el departamento de Flores–, y cuenta con una población de unos 450.000 habitantes. El país –que se independizó totalmente de Reino Unido en 1984– es gobernado desde hace 51 años por el sultán Hassanal Bolkiah, quien sostuvo que implementará el nuevo código penal a partir de mañana.

El gobierno de Brunéi ya había anunciado este nuevo código penal en 2013, pero su implementación se retrasó ante la oposición de grupos de derechos humanos locales e internacionales, y mientras se resolvían los detalles prácticos de su aplicación. La nueva ley estipula la pena de muerte para una serie de delitos, entre ellos la violación, el adulterio, la sodomía, el robo y los insultos o difamación al profeta Mahoma.

La nueva legislación también prevé que se comience a aplicar la flagelación pública como castigo por la interrupción voluntaria de un embarazo, así como la amputación por haber cometido un robo, además de criminalizar la exposición de los niños musulmanes a las creencias y prácticas de cualquier otra religión que no sea el islam.

A pesar de su tamaño pequeño, Brunéi es un país enormemente rico gracias a sus reservas de petróleo y gas natural. Es por esta razón que el sultán, que amplió su área de negocios, es dueño de grandes hoteles en Europa y Estados Unidos, tales como el Dorchester, el Beverly Hills y el Bel-Air de Los Ángeles, el Maurice y el Plaza Athénée de París, el Eden de Roma y el hotel Principe di Savoia de Milán.

La semana pasada, el actor estadounidense George Clooney hizo un llamamiento a boicotear a estos hoteles como medida de protesta ante la nueva legislación de Brunéi, en un artículo de opinión publicado por el portal Deadline. “Cada vez que nos quedamos, nos reunimos o cenamos en cualquiera de estos hoteles, estamos poniendo dinero directamente en los bolsillos de los hombres que eligen apedrear y matar a sus propios ciudadanos por ser homosexuales o estar acusados de adulterio”, afirmó.