Cuando faltan menos de dos semanas para las elecciones de integrantes del Parlamento Europeo, una nueva polémica se plantea en el escenario de Reino Unido, cuyos ciudadanos participarán en esta votación. Si bien estaba previsto que para estas elecciones Reino Unido ya no integrara la Unión Europea (UE), el brexit se postergó para el 31 de octubre, y, por lo tanto, todavía es parte del bloque.

En medio de los tironeos entre la primera ministra Theresa May y los sectores contrarios a la salida de Reino Unido del bloque europeo, la ministra principal de Escocia y líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP, por sus siglas en inglés), Nicola Sturgeon, desafió a Londres con su idea de impulsar un segundo referéndum de independencia antes de mayo de 2021, mes en el que finalizará la legislatura del Parlamento escocés. “La elección será entre el brexit y el futuro de Escocia como una nación independiente europea”, dijo Sturgeon al Parlamento, el 24 de abril.

De acuerdo con Sturgeon, la independencia efectiva de Escocia respecto de Reino Unido será “la única forma de mantenerse en Europa” y evitar así el perjuicio que el brexit podría causar a la población escocesa. Vale recordar que en el referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la UE, que tuvo lugar en junio de 2016, los escoceses votaron en forma masiva en favor de mantenerse dentro de ella: 62% se manifestó a favor y 38% en contra. Pero los resultados totales de Reino Unido decidieron la salida del bloque por 51,9% a favor y 48,1% en contra.

A este apoyo a la permanencia en la UE se agrega el respaldo mayoritario al partido de la gobernante escocesa. Actualmente, el SNP es, por lejos, la fuerza mayoritaria en el Parlamento escocés, órgano creado en 1997, durante el gobierno del primer ministro Tony Blair, que funciona como una cámara regional que asume parte de las obligaciones estatales y maneja un presupuesto propio.

De todas maneras, la gobernante escocesa no ha sugerido una fecha para un segundo referéndum, porque ella y su partido están evaluando cuál sería el momento oportuno para convocarlo. Aunque el Parlamento escocés aprobara este año una ley para estipular las reglas y los principios de un nuevo referéndum, para llevarlo adelante es necesario un acuerdo con el gobierno de Reino Unido, similar al que alcanzaron en su momento el por entonces primer ministro británico, David Cameron, y el predecesor de Sturgeon, Alex Salmond, para la votación de 2014.

De todos modos, Sturgeon consideró que el actual gobierno británico no estará mucho tiempo más en el poder y que la situación podría llegar a tornarse “insostenible” si Londres decidiera negarse de plano a hacerle una nueva consulta al pueblo escocés. En la votación de 2014, 55% de los escoceses decidieron permanecer ligados a Londres, y esta opción superó en 11 puntos porcentuales a la de la independencia.

Durante la campaña para el primer referéndum independentista, los temores a una crisis económica que surgiera de una eventual salida de Escocia de Reino Unido –y, por tanto, de la UE– sirvieron para abonar la postura unionista. Pero ahora, cinco años después, la situación política ha cambiado radicalmente y Escocia, aun contra la voluntad de la mayoría de sus ciudadanos, está a punto de quedar afuera del bloque regional, lo cual impactará en su economía.

El 4 de mayo se realizó una manifestación masiva a favor de la independencia en Glasgow, la ciudad más grande de Escocia, en la que participaron alrededor de 100.000 personas. Esta fue la primera de una serie de movilizaciones populares que los independentistas harán durante estos meses en varias localidades escocesas hasta llegar a una demostración final de su intención, en un acto que se desarrollará el 5 de octubre en la capital, Edimburgo.

Ni hablar

Las respuestas de Londres al planteo hecho por Sturgeon han sido contundentes: de ninguna manera el gobierno británico dará lugar a la llamada “sección 30”, que otorgaría al Parlamento escocés los poderes necesarios para legislar sobre una nueva consulta. Días después de conocida la intención de Sturgeon, la primera ministra británica acusó a la líder escocesa de no respetar la “respuesta” de los votantes, que se pronunciaron, en su mayoría, en contra de la independencia en 2014. “Permítanme decirlo de esta manera: tengo la antigua creencia de que, en una democracia, si se le hace una pregunta a la gente, debe respetarse la respuesta que da. Esa parece ser la gran diferencia entre Nicola Sturgeon y yo”, dijo May durante el congreso de los conservadores escoceses realizado en la ciudad de Aberdeen a comienzos de mayo. May recalcó que hace cinco años “la gente de Escocia habló con claridad”, aunque al SNP “no le gustara la respuesta”.

En la misma línea se manifestó David Mundell, político inglés que se desempeña como secretario de Estado para Escocia. El gobierno de Reino Unido “no estará de acuerdo con otro referéndum de independencia antes de 2021”, dijo, según el diario The Guardian.

Durante una intervención en el Parlamento, en la que se hizo referencia a las consecuencias de una salida de Escocia de Reino Unido y a un eventual cambio de moneda –que podría ser el euro u otra unidad monetaria a crearse–, Mundell expresó que la introducción de una moneda escocesa separada de Reino Unido sería “absolutamente desastrosa”, y agregó en tono sarcástico: “Mis votantes tienen bastante claro que no quieren el dinero de chocolate de Nicola Sturgeon”.

Por su parte, el ex primer ministro laborista Tony Blair –que es escocés– dijo la semana pasada que no debe celebrarse un nuevo referéndum de independencia en Escocia, a menos que se perciba “una gran oleada de opinión favorable al respecto”, algo que, por el momento, él no percibe. En una entrevista con el periódico escocés The Herald, el gobernante laborista –que estuvo a frente del Poder Ejecutivo entre 1997 y 2007– expresó su temor a que una nueva votación sobre la situación de Escocia pudiera dañar “de manera fundamental” la integridad del reino. “Para ser brutalmente franco al respecto, lo último que necesitamos en este momento es otra gran dosis de incertidumbre constitucional; realmente nos perjudicaríamos de forma fundamental como país”, declaró.

El dirigente agregó que le parece “absurdo” que Reino Unido abandone la UE por “razones geopolíticas”, pero que también encuentra “poco sensato” que Escocia se separe del resto del país. “Eso no quiere decir que las personas que quieren irse de Reino Unido, especialmente los nacionalistas escoceses, lo estén haciendo por razones absurdas; no lo digo en absoluto”, aclaró. Consideró que es posible que, al concretarse el brexit, aumente el sentimiento independentista escocés. Esta posibilidad es tenida muy en cuenta por los nacionalistas escoceses.

Las últimas encuestas hechas a ciudadanos escoceses indican que la ventaja de quienes quieren permanecer en Reino Unido respecto de quienes proponen la independencia sigue rondando los diez puntos –la misma que en la consulta de 2014–, pero un sondeo reciente elaborado por la consultora Progress Scotland reveló que dos tercios de los votantes indecisos admite que si se hace efectiva la salida de la UE, esto puede volverlos más proclives a votar por la independencia en un eventual nuevo referéndum.

Mientras soporta las críticas a su proyecto, Sturgeon comenzó a intensificar la campaña electoral del SNP con vistas a las elecciones para el Parlamento Europeo, que se realizarán en los 28 estados integrantes de la UE entre el 23 y el 26 de mayo.

En sus primeras declaraciones, la líder escocesa apuntó directamente contra el Partido Laborista: catalogó a este sector político y a su líder, Jeremy Corbyn, de “deshonesto” y favorable al brexit. En declaraciones recogidas por el diario escocés The Scotsman, Sturgeon describió las elecciones europeas como las más importantes de la historia de Escocia. Dijo que el nacionalismo debe tener una gran votación que reafirme su voluntad de permanecer en la UE y se contraponga a la postura de los dos grandes partidos británicos. “Es sorprendente –diría deprimente– cuán unidos están el laborismo y los tories en el brexit. En este asunto, que define nuestro tiempo, Jeremy Corbyn y Theresa May tienen mucho más en común que lo que les gusta aparentar. Ambos quieren sacar a Escocia y a Reino Unido de la Unión Europea”, agregó.

Mientras que sus detractores afirman que la ministra principal está usando el brexit como pretexto para luchar por la independencia, Sturgeon afirmó que esta era una “oportunidad de oro” para que los votantes de Escocia se afirmen en el mapa europeo y de Reino Unido. “Cualquiera sea su opinión sobre la independencia, esta elección es una oportunidad para hacer que se escuche la voz de Escocia. Un voto por el SNP es un voto para rechazar el caos que Westminster ha infligido, no sólo a Escocia, sino a todo Reino Unido”, dijo la dirigente durante un acto partidario.

En el mismo sentido, durante una intervención en el Parlamento escocés, la semana pasada, Sturgeon manifestó: “Aunque tengamos distintos puntos de vista sobre la independencia, el brexit debería servir para persuadirnos de que necesitamos unos cimientos más sólidos para construir el futuro del país”. La nacionalista agregó: “Con todos nuestros activos y nuestro talento, Escocia debería ser una fuerza próspera en Europa. En su lugar, podríamos vernos marginados en un Reino Unido cada vez más marginado en la escena internacional. La independencia serviría para proteger nuestro lugar en Europa”.