Cuando parecía que las negociaciones para llegar a un acuerdo comercial entre Estados Unidos y China ya estaban bastante encaminadas, el presidente Donald Trump sorprendió con el anuncio de que este mismo viernes implementará un nuevo aumento de los aranceles a las importaciones de bienes chinos. “Durante diez meses China ha estado pagando aranceles a Estados Unidos de 25% sobre 50.000 millones de dólares en bienes tecnológicos, y de 10% hasta los 200.000 millones de dólares en otros bienes [...] Los de 10% subirán a 25% el viernes”, escribió Trump el domingo en Twitter.

El gobernante estadounidense explicó que tomó la decisión porque las conversaciones con China “continúan, pero demasiado lento”. De esta manera, incrementó la tensión que su gobierno mantiene con China desde hace casi un año. En diciembre, Trump había advertido que, si no alcanzaba un acuerdo con China antes del 1º de marzo, elevaría los aranceles que aplica a las importaciones chinas por valor de 200.000 millones de dólares. Sin embargo, optó finalmente por prorrogar este plazo para dar margen a las negociaciones.

Desde entonces, Pekín ha adoptado medidas de buena voluntad, como la baja de aranceles a los vehículos importados de Estados Unidos, la reanudación de la compra de soja o la presentación de un proyecto de ley para prohibir la transferencia forzada de tecnología. Pero, como condición para no recrudecer sus aranceles a China, que afectan desde textiles y alimentos hasta a combustibles, Washington también quería que Pekín se comprometiera a efectuar cambios estructurales en su economía para, entre otras cosas, proteger la propiedad intelectual de las empresas estadounidenses.

La semana pasada, después de la décima ronda de diálogo, el secretario del Tesoro estadounidense y líder de la delegación del país en estas instancias, Steven Mnuchin, aseguró que la cita había sido “muy productiva” y se especulaba con que el acuerdo podía llegar a cerrarse rápidamente. El anuncio que hizo Trump el domingo demostró sin embargo que está perdiendo la paciencia. Ayer, en otro tuit, el gobernante volvió a insistir en este asunto para demostrar que no se trató de un arrebato. “Estados Unidos ha estado perdiendo, durante muchos años, de 600.000 a 800.000 millones de dólares al año en comercio. Con China perdemos 500.000 millones de dólares. Lo siento, no vamos a seguir haciéndolo”, escribió.

Trump recibió el inesperado respaldo de uno de los principales líderes de la oposición, el líder de la bancada demócrata en el Senado, Chuck Schumer. “Manténgase fuerte con China, presidente Trump. No ceda. La fortaleza es la única manera de ganar con China”, dijo el senador, que es uno de los críticos más férreos de las políticas del presidente.

Esta vez China no contraatacó, y en vez de anunciar medidas similares contra Estados Unidos, como hizo en otras ocasiones, se limitó a afirmar que espera que ambos países sigan trabajando juntos para un acuerdo “de beneficio mutuo”, según dijo ayer el portavoz de la cancillería, Geng Shuang, en una conferencia de prensa. El vocero aclaró además que no es verdad que el gobierno chino haya decidido cancelar la próxima reunión que fijaron los dos países para mañana, como informaron algunos medios, como The Wall Street Journal. En cambio, aseguró que la delegación china “se está preparando para ir a Estados Unidos”. No confirmó si la reunión será o no mañana. Tampoco precisó si el viceprimer ministro Liu He, que es el principal funcionario de China en las negociaciones comerciales con Estados Unidos, formaría parte de esta delegación como estaba previsto inicialmente.