El domingo fue uno como cualquier otro en Atenas, a pesar de las elecciones. Muchos atenienses no estaban interesados en votar; excepto por un puñado de policías apostados en alguna esquina del centro y en el barrio anarquista de Exarchia (pronunciado Exarjia), no se veía nada diferente.

Anetta es una de las personas que decidieron quedarse en casa. Criada en Alemania y de ideología progresista, un par de años atrás hablaba con pasión en contra de las exigencias de la Unión Europea (UE) y a favor de Syriza. Hoy, como muchos, Anetta está decepcionada. Si bien todavía tiene fe en Yanis Varoufakis, el ex ministro de Economía del gobierno de Alexis Tsipras, tampoco le dio su voto a su candidatura al Parlamento.

Para muchos europeos la historia de la crisis griega es muy simple. Los griegos, así como otros europeos del sur, fueron corruptos y malos administradores. Esto los llevó al borde de la ruina.

Entonces, la gente seria, decente y trabajadora de Francia y Alemania tuvo que venir a “rescatarlos” con miles de millones de euros. Los griegos se quejan de la baja de los salarios y las jubilaciones y de la suba de los impuestos, pero claro, la UE no puede rescatarlos y dejar que sigan despilfarrando.

En 2015 los griegos votaron a Syriza, con Alexis Tsipras a la cabeza, para que se enfrentara a Bruselas y defendiera los intereses del pueblo. “Fue un voto de esperanza, a diferencia del voto por [el ganador de las elecciones del domingo, Kyriakos] Mitsotakis, que es un voto a la estabilidad”, comenta Nikos Kostopoulos, gurú del bitcoin y director de la Youth Business Network.

Luego de un gobierno en el que los lineamientos de la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) fueron acatados casi al pie de la letra, con una economía que no despegó, los griegos le dijeron no a Tsipras y les dieron su apoyo a Mitsotakis y su Nea Dimokratia (Nueva Democracia).

En realidad, el partido de Mitsotakis no tiene nada de nuevo. “Es uno de los dos partidos que se turnaron en el gobierno después de la dictadura de principios de los años 70”, dijo a la diaria Lefteris Stukogiorgos, miembro del Comité Central y el Comité Europeo de Syriza, en una entrevista realizada en el cuartel general del partido, a pocos pasos de la Acrópolis. “En realidad, ellos estaban en el gobierno cuando se gestó la crisis de 2008. Ellos son los responsables y ahora dicen que vienen a solucionarla”, afirma.

Nueva Democracia ganó las elecciones “con más de 8% de ventaja” sobre Syriza. “La tendencia estaba clara. Nuestro objetivo era pasar el 30% y acortar la distancia, cosa que logramos”. La principal autocrítica que hace Stukogiorgos tiene que ver con la comunicación de su partido: “Subestimamos el poder de las fake news”.

Para Kostopoulos, millennial formado en las ideas liberales en los centros de poder de Europa y Estados Unidos, incluyendo el Instituto Ayn Rand, de quien se confiesa admirador, “la izquierda ha fracasado” y el liberalismo tendrá ahora su oportunidad de reconstruir Grecia.

Acerca del fracaso de la izquierda “radical” que representa, Stukogiorgos dice: “Tratamos de construir alianzas políticas en Europa. Nosotros le dijimos a la UE: ‘Déjennos tomar medidas para impulsar nuestra economía, así les podemos pagar nuestra deuda’. Pero ellos nos dijeron: ‘No, nuestras reglas (las reglas del neoliberalismo) o despídanse de la UE’”.

“Los memorándums que firmó Syriza nos endeudaron mucho menos que los que firmó la derecha antes de que llegáramos al gobierno. Lo que pasó aquí fue lo mismo que pasó con Jair Bolsonaro, Donald Trump, el brexit. Nuestro gobierno no fracasó. Nos venció la manipulación mediática”, agrega.

El gobierno de Syriza en cifras

A lo largo del gobierno de Syriza, desde enero de 2015, la tasa de desempleo bajó de 25,7% a 18,1%. La caída del desempleo juvenil fue de 50,1% a 39,1%. Pero el salario mínimo bruto se mantuvo incambiado, en 683,8 euros.

El Producto Interno Bruto (PIB) en 2014, antes de que comenzara el gobierno de Syriza, era de 196,59 miles de millones de dólares, y creció a 218,03 en 2018. A su vez, el PIB per cápita pasó de 22.565,7 dólares a 23.558,1.

Después del rescate

Haber crecido en Alemania no le dio a Anetta ni un poco de simpatía por las instituciones de ese país. Ella tiene algo en común con Varoufakis y con el periodista de investigación alemán Harald Schumann: los tres creen que el rescate para prevenir el default del gobierno griego, luego de la crisis de 2008, fue una gran estafa a los ciudadanos de Grecia.

Schumann se ha dedicado a entrevistar a los ministros de Economía y a políticos en Irlanda, Portugal, Grecia y España para averiguar adónde fue a parar la plata del rescate, que trajo en Grecia consecuencias como una baja de 40% en los salarios y un éxodo de más de medio millón de jóvenes sin oportunidades.

Después de 2008, varios bancos en esta serie de países denominados peyorativamente como PIGS (“cerdos” en inglés, y también las iniciales de Portugal, Irlanda, Grecia y Spain, España) estaban al borde de la bancarrota. En el caso de Grecia, fue el Estado y no los bancos el que necesitó salvataje.

En sus documentales El rescate secreto a los bancos y Tras el rastro de la troika, Schumann intenta averiguar quiénes eran los acreedores de los bancos en peligro en los PIGS y descubre, invariablemente, que se trata en gran medida del Deutsche Bank y otros importantes bancos alemanes y franceses.

Asimismo, la deuda adquirida por el gobierno griego al recibir el salvataje pasó inmediatamente a manos de los grandes bancos de Alemania y Francia.

Sólo 5% de los cientos de millones que la troika (el triunvirato formado por la UE, el FMI y el Banco Central Europeo) envió a Grecia quedaron en las arcas del tesoro griego, y la inmensa mayoría de esos fondos regresaron a Alemania y a Francia para pagarles a acreedores privados, fundamentalmente a bancos. Este análisis y estas cifras se pueden encontrar en medios internacionales no precisamente favorables a la izquierda, como Forbes, Deutsche Welle o Business Insider.

En palabras de Varoufakis: “Después de haber rescatado a los bancos franceses y alemanes a expensas de los ciudadanos más pobres de Europa, y después de haber convertido a Grecia en una prisión para deudores… los acreedores de Grecia decidieron declarar la victoria. Habiendo puesto a Grecia en coma, lo hicieron permanente y lo declararon ‘estabilidad’: empujaron a nuestra gente hacia el abismo y festejaron al verla rebotar en la dura roca de una terrible crisis como prueba de ‘recuperación’. Parafraseando a Tácito, crearon un desierto y lo llamaron paz”1.

Balance oficial

Stukogiorgos explica que Syriza logró contener a millones de personas que estaban en el límite de la pobreza extrema y garantizó los servicios básicos del Estado de bienestar. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos de Tsipras y sus ministros, un tercio de la población griega sigue siendo pobre y la deuda contraída será una carga pesada para los griegos durante décadas.

“Mis padres viven en el campo. En Grecia todo lo que plantás crece, ellos tienen casa y producen su propia comida. Pueden vivir aunque no haya dinero”, dice María, guardacostas en el puerto de El Pireo.

Antonitsa, poeta nacida en la isla de Andros que ocupa su tiempo traduciendo a los beatniks en la Academia de Atenas, cuenta que la generación de sus padres se dedicó a ahorrar y comprar casas, y mantuvo una vida austera. Es por eso que ella puede vivir de los alquileres de varias viviendas modestas en un barrio de clase media de Atenas.

Para Anetta, que vivió un tiempo en Argentina y habla español rioplatense, si esta crisis hubiera ocurrido en Alemania “la gente no se la hubiera bancado”. “Allá no podés volver a la casa de tus padres, te sacan rajando. Tengo amigas alemanas que se quedaron en casa de los padres después de los 18 o 20 y los padres les exigían que pagaran parte del alquiler. Acá a los jóvenes desempleados no les falta casa ni comida. En Alemania, esta austeridad no hubiera sido aceptada con tanta filosofía”, dice.

Votantes del partido Nueva Democracia observan las encuestas, Atenas, el 7 de julio de 2019. Foto: Aris Messinis, AFP.

Votantes del partido Nueva Democracia observan las encuestas, Atenas, el 7 de julio de 2019. Foto: Aris Messinis, AFP.

Aretousa tiene un doctorado de Cambridge. “Hace diez años, con mi primer diploma, ganaba lo mismo que gano ahora que tengo varios diplomas y un doctorado. Yo creía en Varoufakis hasta que lo vi sacarse fotos en su terraza con vista a la Acrópolis, comiendo langosta, mientras el pueblo pasaba por un momento terrible de la crisis”, dice. Se refiere a una nota titulada “El ministro estrella nos recibe en su casa”, que apareció en Paris Match en 2015.

“Es un economista exitoso. Ya se sabe que le ha ido bien. Tiene derecho a cenar en su casa lo que se le dé la gana”, opina Anetta, que está muy decepcionada con Syriza, pero sigue fiel al ex ministro. En cambio, Stukogiorgos piensa que Varoufakis se queda en la teoría, “no dice nada nuevo” pero “se sabe vender muy bien”.

Las ideas económicas no ortodoxas de Varoufakis también están emparentadas con el neokeynesianismo de Axel Kicillof o el análisis histórico de la desigualdad de Thomas Piketty. “Varoufakis no entiende que la economía no existe en el vacío, siempre es política”, comenta Stukogiorgos mientras se fuma un cigarro armado en la cafetería del edificio de Syriza. Crisis o no crisis, los griegos siguen fumando como chimeneas.

El análisis histórico de Piketty, detallado en su libro El capital en el siglo XXI, ha demostrado que ningún país del mundo ha crecido gracias a la inversión extranjera, sino en base a la inversión de capitales nacionales. Sin embargo, los políticos que prometen atraer inversiones extranjeras continúan ganando elecciones, aunque finalmente esas promesas no se materialicen. El nuevo primer ministro de Grecia es uno de ellos, y en este sentido sus promesas se emparentan con las que hizo Mauricio Macri en Argentina.

El perfil de Mitsotakis

El padre de Kyriakos Mitsotakis, Constantinos Mitsotakis, ocupó el cargo de primer ministro desde 1990 hasta 1993, también por el partido Nueva Democracia.

A diferencia de Macri o Bolsonaro, el candidato de la derecha griega no ganó porque la gente haya comprado la idea (cierta o no) de que la izquierda se había “robado todo”. Muchos de los griegos que votaron por Mitsotakis, y los que se quedaron en sus casas el domingo, están lejos de creer que Tsipras sea un corrupto. Para Edmondo, inmigrante albanés que vive en Grecia desde la adolescencia y tiene un pujante negocio de construcción en una isla, “Tsipras es el único que no robó”.

Con su perfecto inglés (fue educado en Estados Unidos) y sus impecables trajes a medida, Mitsotakis se deja filmar alzando en brazos a niños rubios y promete, al estilo de Trump, hacer a Grecia “great again”. Con banderas griegas flameantes frente al mar Egeo, sus spots de campaña apelan a la esperanza del “cambio” y a un cierto nacionalismo.

Consultado acerca de los posibles intereses offshore de Mitsotakis, Stukogiorgos se ríe: “Su esposa maneja offshores”. Si bien Mitsotakis ha declarado ingresos menores a 200.000 euros anuales, su esposa apareció como dueña de 50% de las acciones de Eternia Capital Management en la investigación de los Paradise Papers. Eternia es una administradora de fondos de inversión basada en las islas Caimán. “En relación con nuestra población, Grecia es el país con el mayor porcentaje de riqueza offshore”, dice Stukogiorgos.

En su libro Moneyland, el periodista de investigación especializado en paraísos fiscales Oliver Bullough menciona, por ejemplo, que algunos de los dueños de los apartamentos más caros y lujosos del mundo, ubicados en el número 15 de Central Park West, en Manhattan, son griegos.

El Moneyland de Bullough es un país virtual en donde viven los súper ricos, cuyas fortunas provienen mayormente de contratos con diferentes estados con la anuencia de políticos corruptos. Las offshores son la esencia de Moneyland, un Estado fantasma que puede tomar la forma de las islas Caimán, Delaware, Panamá o la isla caribeña de Nevis, donde incluso ha pagado para diseñar leyes a su medida. En Moneyland tu dinero siempre es bienvenido, no hay que declarar de dónde viene y tampoco hay que pagarle altos impuestos a ningún estado. Si tenés plata, podés comprarte el pasaporte que más te convenga.

Mientras muchos griegos cobran sueldos miserables, pagan impuestos imposibles y trabajan 12 horas por día para sobrevivir en ciudades como Atenas, el dinero de los millonarios evasores está a salvo en Moneyland.

Anetta, que administra más de 40 Airbnbs en Atenas junto a su novio Vangelis, no tiene tiempo ni para tomar un café con un amigo en toda la semana: arranca temprano y muchas veces no se puede ir a dormir hasta la madrugada porque los inquilinos la reclaman a toda hora. “Antes de la crisis construimos un estudio de música, teníamos nuestra empresa. Ahora trabajamos mucho más y ganamos mucho menos. Y el alquiler de la oficina nos subió al doble”.

Andreas trabajó varios años en los campos de refugiados de la isla de Lesbos, un trabajo desgastante física y emocionalmente. El verano pasado no se pudo ir de vacaciones (a acampar en una isla) porque el Estado le debía más de tres meses de sueldo. Andreas habla perfecto español y tiene varios títulos universitarios.

El escándalo de la offshore de la esposa de Mitsotakis no ha sido la única noticia capaz de indignar a trabajadores como Anetta y Andreas. En 2008 se hizo público que Mitsotakis, que se presenta como un ferviente enemigo del nepotismo y la corrupción, había recibido como regalo de parte de Siemens equipos valuados en 137.000 euros. La noticia salió a la luz cuando se investigaba una gran red de sobornos al gobierno griego por parte de la empresa de origen alemán para obtener contratos millonarios con el Estado. Por otra parte, la fundación que lleva el nombre del padre de Kyriakos, Constantinos Mitsotakis, ha recibido millones de euros del gobierno griego a lo largo de los años.

Vencidos y vencedores

El domingo la participación de los votantes en las elecciones griegas fue de 58%; si bien fueron comicios legislativos, otorgaron el cargo de primer ministro al líder del partido ganador.

La fuerza más votada fue Nueva Democracia (39.85%), seguida por Syriza (31.53%). Las sigue una alianza de partidos socialistas llamada Movimiento para el Cambio y, en cuarto lugar, el Partido Comunista. La extrema derecha de Amanecer Dorado quedó afuera del Parlamento.

Después de que no reunió los votos suficientes para entrar al Parlamento Europeo, el nuevo partido paneuropeo del ex ministro de Economía griego Yanis Varoufakis, Democracy in Europe Movement 2025, obtuvo 3,44% de los votos y se aseguró nueve bancas en el Parlamento griego. Logró su mayor apoyo en Creta, tierra natal de Varoufakis.

La elección y la extrema derecha

Uno de los resultados de esta elección fue que los ultraderechistas de Amanecer Dorado perdieron sus ocho bancas en el Parlamento griego. Pero una posible explicación de esta caída es el incesante coqueteo de Mitsotakis con las ideas xenófobas y ultranacionalistas de la extrema derecha.

Desde mayo de 2012 Nueva Democracia cuenta entre sus filas con Thanos Plevris, hijo del escritor Konstantinos Plevris, que se identificara en su libro Los judíos: toda la verdad como “nazi, fascista, racista”. Plevris, quien fuera abogado defensor en el juicio contra su padre por incitación al racismo, ha dicho que a los inmigrantes y refugiados debería negárseles la comida y la vivienda para que se den cuenta de que las cosas no son mejores en Grecia que en la devastada Siria.

Pocos días antes de las elecciones, Thanos Plevris se dirigió al barrio anarquista de Exarchia y filmó allí un video en las primeras horas de la mañana. Las imágenes, tomadas con un teléfono celular, lo muestran mirando por encima de su hombro, temeroso, advirtiendo que cuando gane Nueva Democracia van a “limpiar” el barrio de anarquistas y delincuentes.

La actitud de Plevris en el video es típica de los atenienses de clase alta que no conocen Exarchia, un barrio que resulta bastante tranquilo y popular con los turistas.

Inmediatamente después de la publicación del video casero en redes sociales, alguien creó un evento satírico en Facebook titulado “La última birra en Exarchia libre”. En la descripción se arengaba a los atenienses a venir a tomarse una antes de que “el barrio sea conquistado por Airbnb y Lime”. Aretousa, Anetta y María indicaron que asistirían.

La noche después de las elecciones Aretousa, Edmondo, el constructor albanés, y yo nos dirigimos a Exarchia a tomar unas cervezas y sentir el pulso del ambiente.

Alguna esquina con policías aburridos, algún bar con un par de tipos mirando por televisión el discurso de la victoria de Mitsotakis sin prestarle mucha atención, un grupo de jóvenes bajo el memorial del adolescente asesinado por la Policía durante los disturbios de 2008. Nada fuera de lo normal en ese rincón de Atenas, lleno de ocupas, centros de activismo político y grafitis antisistema.

Stukogiorgos no cree que Nueva Democracia vaya realmente a “limpiar” Exarchia. “Yo pasé mucho tiempo ahí. Es un lugar de resistencia. Aunque lo intenten, no lo van a lograr. Si sacan a 500, van a venir 500 más”.

Cuando fuimos a pagar las últimas cervezas la moza nos dijo: “Ahora que estamos con Nueva Democracia les tengo que cobrar el triple”.

Mientras caminábamos hasta el auto para volver a casa nos cruzamos con unos diez o 15 policías; no hubo ningún cóctel molotov que los pusiera en acción. En un callejón, un pasacalles decía, en inglés: “Fuera los que apoyan a Airbnb, acá tenemos lucha de clases”.

En un costado, tal vez premonitorio, un monopatín de Lime, símbolo de la gentrificación y la globalización, esperaba inmóvil a su circunstancial dueño.


  1. Artículo de Varoufakis publicado en The Guardian