Se puede decir que Hong Kong es un territorio anómalo dentro de China. Oficialmente conocido como Región Administrativa Especial de Hong Kong de la República Popular China, ha tenido una historia reciente que lo ha llevado a tener un estatus especial, alejado del modelo político y social que impera en el resto de la China continental.
Durante siglos, el territorio formó parte del imperio chino. Sin embargo, a mediados del siglo XIX las potencias europeas comenzaron a llegar a las costas chinas y a establecer enclaves comerciales, entre ellos Macao y Hong Kong. Después de dos cruentas guerras del opio –la primera entre 1839 y 1842, y la segunda entre 1856 y 1860– y de distintos tratados con la dinastía Qing, en 1898 se firmó el acuerdo definitivo, que marcó hasta la fecha a la ciudad y su relación con Pekín. Este contrato de arrendamiento –conocido como Convención para la Extensión del Territorio de Hong Kong, o Segunda Convención de Pekín– establecía que Reino Unido disfrutaría del usufructo de la región y sus alrededores durante 99 años.
Durante ese período, China y Hong Kong se desarrollaron en paralelo. Sin embargo, la estabilidad del enclave británico facilitó que su evolución fuera más estable que la de la convulsa China de las siete primeras décadas del siglo XX. La llegada de inmigrantes, el desarrollo de infraestructuras y la posterior apertura económica iniciada por Deng Xiaoping convirtieron a la ciudad en la puerta del mundo capitalista a la nueva economía de mercado china.
A finales de los años 90 el acuerdo de arrendamiento tocaba a su fin y Reino Unido no podía seguir teniendo el control del territorio. La elite económica hongkonesa quería acceder a un mercado chino en pleno crecimiento pero sin perder la autonomía política y económica que había ganado bajo el control británico. Tras las negociaciones iniciadas a mediados de los 80, en los 90 el Congreso del Partido Comunista Chino adoptó la Ley Básica de la Región Administrativa Especial de Hong Kong.
Esta ley –que se considera el texto constitucional de la región– se sustenta en lo que Deng Xiaoping denominó el modelo de “un país, dos sistemas”. Una China a dos velocidades, con un modelo distinto para la ciudad en lo económico, lo social y lo político. En el artículo 12 se indica que “la Región Especial Administrativa de Hong Kong es una región administrativa local de la República Popular de China, que disfrutará de un alto grado de autonomía y que depende del Gobierno Popular Central”, además de definirla como una parte inalienable del territorio chino. A su vez, deja bien claro que ni el modelo económico socialista chino ni las políticas de Pekín se aplicarán en la región administrativa de Hong Kong.
La Ley Básica también establece la estructura política que rige a la ciudad. Se establece que el jefe del Ejecutivo hongkonés será un ciudadano o ciudadana china mayor de 40 años con residencia permanente en Hong Kong. Es elegido por el Comité de Elección, formado por 1.200 personas que son nombradas por los distintos sectores económicos de la ciudad como representantes de sus intereses, y que ha recibido críticas por su inclinación a favorecer los intereses de Pekín. En cuanto al Legislativo, la ley establece que estará integrado por 70 miembros, 35 de los cuales son elegidos por sufragio universal en la región, mientras que los restantes son designados por los mismos sectores económicos que eligen el Comité de Elección.
De este modo, el territorio mantiene un alto grado de autonomía y disfruta de una independencia amplia en los tres poderes del Estado. Sin embargo, conviene recordar que en el artículo 5º de la Ley Básica se recoge literalmente que el modelo capitalista y el estilo de vida de la región administrativa permanecerán inalterables durante 50 años, y nadie sabe exactamente qué tipo de medidas o negociaciones se llevarán a cabo una vez que terminen esas cinco décadas, en 2047.
La autonomía e independencia de las que goza Hong Kong han hecho de esta ciudad una paradoja dentro del territorio chino. La Ley Básica recoge con bastante detalle que todos los ciudadanos son iguales ante la ley, garantiza su derecho a la libre libre expresión, de prensa y de publicación, y de asamblea y manifestación. Sin embargo, en los últimos años la autonomía de Hong Kong se ha visto amenazada por las presiones de Pekín para que se lleven a cabo modificaciones legislativas. La llamada Revolución de los Paraguas, de 2014, al igual que las recientes protestas de junio de 2019, puso de manifiesto que la excepcionalidad de la Región Administrativa Especial de Hong Kong no está totalmente asegurada.
Esta nota fue publicada originalmente en el sitio El Orden Mundial, el 21 de junio