Tal como hace varias semanas, este domingo se realizaron nuevas protestas en China en contra del gobierno local. Las movilizaciones empezaron por un proyecto de ley que habilitaba las extradiciones, a China y a otros países, y se intensificaron pese a que la iniciativa fue retirada. Ahora protestan contra el gobierno de Carrie Lam, la presidenta del Ejecutivo local. Las exigencias no son claras, e incluso uno de los manifestantes que habló con el diario español El País reconoció, entre risas, que se trata de “cuatro reclamos básicos” que “para cada manifestante son distintas”. En términos generales, piden mayor independencia con respecto a China, que tiene soberanía sobre el territorio desde que recuperó la ex colonia británica en 1997.

Las protestas del domingo fueron diferentes a las anteriores, con focos más dispersos y menos enfrentamientos frontales con la policía, algo que se atribuye a las tácticas de “guerrilla urbana” que vendrían adoptando los manifestantes. Estas modalidades se implementaron a raíz de la actuación policial, dijeron a medios de comunicación quienes estaban en las calles.

La semana pasada el gobierno de Hong Kong anunció que 44 personas serán juzgadas por participar de una movilización prohibida, en referencia a la de domingo anterior. Las acusaciones implican que podrían en prisión por hasta diez años.

No se trata de algo aislado: la acción del gobierno local llega mientras desde China se elevan las voces de advertencia sobre estas movilizaciones que provocaron la primera conferencia oficial dedicada a Hong Kong desde 1997. En la semana Pekín exigió a las autoridades locales que terminaran con las manifestaciones violentas y restauraran la ley y el orden, a la vez que advirtió que están llegando “al límite de lo aceptable”. Términos similares adoptó ayer el gobierno local en un comunicado en el que aseguró que las protestas están llegando a un “límite extremadamente peligroso”.

Las movilizaciones de ayer también se enmarcaban en la previa del paro general convocado para hoy. Entre otras cosas, quienes protestaban aprovecharon la oportunidad para, por ejemplo, pintar las luces de los semáforos para que quedaran inutilizables y dificultar la circulación. Además, bloquearon carreteras, iniciaron incendios e impidieron la circulación en el túnel que une la isla y el Hong Kong continental.