Se dieron a conocer en Washington los detalles del plan para Israel y Palestina que preparó y presentó por todo lo alto, en julio, el yerno del presidente Donald Trump, Jared Kushner. Seis meses después del anuncio inicial, el mandatario dio a conocer los detalles, generando una reacción positiva en Israel y negativa en Palestina.

La propuesta incluye la creación del Estado de Palestina, pero no está del todo claro dónde estaría su capital. Según el diario español El País y la agencia de noticias Reuters, se ubicaría en Jerusalén Este, pero Efe indica que el documento, al que tuvo acceso, establece que Jerusalén es la “capital íntegra” de Israel y que la palestina sólo podría ubicarse en las afueras de la ciudad “al este y al norte de la barrera de seguridad actual”, o sea, fuera de Jerusalén.

En todo caso, el futuro Estado estaría fragmentado, ya que se mantendrían los asentamientos israelíes -considerados ilegales por la comunidad internacional- bajo soberanía de su país. La única concesión israelí sería dejar de crear nuevos asentamientos por los próximos cuatro años. En ese período se negociarían las condiciones para la creación del Estado palestino que “debe estar completamente desmilitarizado y permanecer así”.

Las fronteras que se reflejan en el documento presentado por la Casa Blanca son las de 1967 para Cisjordania, un territorio que se conectaría con la Franja de Gaza a través de túneles o carreteras elevadas. Caminos similares se utilizarían para atravesar las zonas en las que la multitud de asentamientos israelíes contiguos impide la continuidad terrestre del territorio palestino. Ese fraccionamiento del territorio es uno de los argumentos esgrimidos por los palestinos para reclamar el desmantelamiento de los asentamientos israelíes. Pero no solo esta solicitud no es atendida, sino que además los palestinos deberían ceder en otros dos aspectos: reconocer a Jerusalén como capital israelí y a Israel como Estado judío. Como contrapartida, recibirían 50.000 millones de dólares en inversiones durante 10 años para promover la economía palestina y la conformación de un Estado pleno

Hay otro aspecto que no está claro en la propuesta pero cuya resolución también sería favorable a Israel -casi toda la propuesta lo es, reconoció Trump en la conferencia de ayer-. Se trata de los refugiados, especialmente los que fueron históricamente desplazados de sus casas en las distintas instancias en las que Israel expandió sus territorios. Su situación “debe ser resuelta fuera del Estado de Israel”, dijo Netanyahu, junto a Trump, en la conferencia, dejando claro que la devolución de las viviendas no es una opción.

“Israel ha dado un paso gigante hacia la paz” al aceptar el plan estadounidense, aseguró Trump ayer. La propuesta es “una solución realista de dos Estados que resuelve el riesgo del Estado palestino para la seguridad de Israel”, agregó, dejando en claro que ese es el objetivo: resolver las inquietudes israelíes, dando a los palestinos un resarcimiento económico y algunas concesiones.

Netanyahu se fortalece políticamente con la presentación de este acuerdo mientras en Israel no consiguió ganar con claridad las últimas elecciones -que deberán repetirse en un mes- y la Fiscalía pide su procesamiento por corrupción. El primer ministro israelí indicó ayer que renunció a pedir la inmunidad ante el Parlamento para enfrentar lo que considera una persecución política. En una publicación en Facebook destacó la importancia de su papel en Washington y lamentó que “en lugar de estar por encima de las consideraciones políticas ante la seriedad del momento histórico” algunos sigan “dedicándose al politiqueo fácil”.

El rechazo palestino

Las últimas conversaciones directas entre Israel y Palestina terminaron en 2014 y la iniciativa estadounidense no prevé ni impulsarlas ni mediarlas. Trump dijo ayer que le escribió una carta al presidente palestino Mahmoud Abbas: “Le he explicado que el territorio reservado para su nuevo Estado quedará abierto y sin desarrollar durante un periodo de cuatro años, en los que los palestinos pueden estudiar el acuerdo, negociar con Israel y conseguir los criterios para ser un Estado”.

Funcionarios estadounidenses e israelíes indicaron que no importa cuál sea la respuesta inicial de los palestinos sino qué posición adoptan a mediano y largo plazo.

La propuesta ya fue rechazada desde Cisjordania y Gaza, cuyos líderes también advirtieron que podría generar nuevas olas de protestas contra Israel. De hecho, miles de personas salieron a las calles ayer en ambos territorios mientras Trump y Netanyahu comparecían ante las cámaras en Washington, sin ningún palestino a su lado. En los últimos días, dirigentes de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) amenazaron con abandonar el acuerdo de Oslo, que es el que regula la actual distribución del territorio y su relación con Israel.

La iniciativa estadounidense tuvo como efecto secundario el llamado a la unidad entre los palestinos. Abbas conversó ayer con el líder de Hamás, que gobierna Gaza. Posteriormente Ismaíl Haniye emitió un comunicado en el que asegura: “La unidad es la piedra angular para hacer frente a una decisión que intenta eliminar nuestros derechos legítimos”.