Desde el fin de semana se suceden las sustituciones de autoridades vinculadas a la seguridad y la gestión carcelaria en Paraguay, donde en la madrugada del domingo 76 presos se fugaron de la cárcel de Pedro Juan Caballero.

La fiscalía recién comenzó la investigación de lo sucedido, pero la ministra de Justicia, Cecilia Pérez, dio por descontado que la fuga se produjo con la colaboración de los guardias de seguridad. Es “evidente que el personal sabía y no dijo nada”, sostuvo en su primera reacción, el domingo.

Los presos se fugaron por un túnel que, según las primeras estimaciones, habrían cavado durante 20 días. “La base de todo este problema es la corrupción, y cuando hablo de corrupción estoy hablando de la corrupción del sistema penitenciario y de otros estamentos”, aseguró Pérez ayer.

A raíz de la fuga se abrió una investigación administrativa y otra penal sobre la actuación de una treintena de guardias de seguridad de la cárcel, que ya están detenidos, para conocer su grado de implicación con lo sucedido. Pero se teme que el plan haya ido más lejos, y la fiscal general de Paraguay, Sandra Quiñónez, ordenó la apertura de una investigación sobre Hugo Volpe, quien hasta ayer era viceministro de Política Criminal, y Armando Cantero, un fiscal que fue apartado de su cargo también ayer. Ambos trabajaban en conjunto en una unidad antidrogas.

La información acerca de un supuesto involucramiento de Volpe llegó desde Brasil: el Ministerio Público de ese país envió a la Fiscalía paraguaya el informe de una investigación judicial previa sobre Volpe y Cantero que se cerró en julio de 2019.

En una conferencia de prensa brindada ayer, el titular de la Secretaría Nacional Anticorrupción, Arnaldo Giuzzio, indicó que el presidente, Mario Abdo Benítez, sigue el tema de cerca y quiere “saber la verdad”.

Antes de la renuncia de Volpe, fue destituido el director general de Establecimientos Penitenciarios y Pérez puso su cargo a disposición del presidente.

La búsqueda de los fugados

Los 76 presos fugados son considerados de alta peligrosidad, y la mayoría de ellos pertenecen al Primer Comando Capital (PCC), considerado el grupo de traficantes de drogas y armas más grande de Brasil. Como muchos de ellos son brasileños, tanto Paraguay como Brasil incrementaron la presencia de las fuerzas de seguridad en la frontera entre ambos países. También se aumentó la seguridad en Ciudad del Este.

En paralelo a la versión del túnel, también se especula que los presos habrían salido por la puerta principal de la cárcel, donde los estaban esperando varios autos para llevarlos. Varios testimonios indican que algunos de ellos se fueron en cinco camionetas iguales, que ya fueron encontradas, incineradas, del lado brasileño de la frontera.

Las autoridades brasileñas se pusieron a disposición de Paraguay para colaborar con la captura de quienes se fugaron. Ayer se concretaron las primeras detenciones, tanto en el lado brasileño de la frontera como en el paraguayo, pero anoche se desconocía cuál era la cifra precisa de personas capturadas.

El discurso del presidente

Abdo Benítez estuvo ayer en un acto público en el que se refirió a este tema, pero situándolo en el marco de un enfrentamiento más grande con los grupos de narcotráfico.

“Hay que asumir: perdimos. ¿A quién le gusta que 76 integrantes del PCC se fuguen?”, se preguntó. “Vamos a tener días dolorosos, en los que nos ganen batallas, pero no nos van a amilanar”, dijo, antes de asegurar que su gobierno va “a seguir comprometido en esta gran causa, que es luchar de manera decidida contra el crimen organizado”.