Evo Morales llegó a la presidencia de Bolivia en enero de 2006 y desde entonces llevó adelante varios cambios que transformaron la dinámica económica del país. El resultado fue un crecimiento constante, de un promedio de 4,9% durante los 13 años, que se tradujo en una reducción de la pobreza de 42% y de la indigencia de 60%, según datos de organismos internacionales. La producción de hidrocarburos se duplicó, pero los ingresos por ese concepto aumentaron casi siete veces en ese período, gracias a la nacionalización de empresas y a las reglamentaciones sobre los recursos naturales. Otros indicadores económicos son positivos: el desempleo se redujo de 7,7% a 4,4% entre 2008 y 2019, y las inversiones no cayeron –la pública aumentó, incluso durante las épocas de crisis económicas–.

Los resultados de la economía se tradujeron en una buena percepción de la situación por parte de los bolivianos, y se considera que es una de las razones por las que Morales lideraba las encuestas previas a las elecciones de noviembre, que finalmente fueron anuladas debido a las protestas que también derivaron en que renunciara al cargo después de que se lo pidieran los jefes de las fuerzas de seguridad.

Jeanine Áñez será candidata en las elecciones de mayo

Desde que la oposición empezó a presentar sus distintas candidaturas para mayo, la presidenta de facto, Jeanine Áñez, ha llamado a la unidad. Según las encuestas, el MAS de Evo Morales es favorito para ganar los comicios, y ella ha asegurado que la unidad opositora será la única que logre sacarlo del poder. Pero la oposición ha hecho oídos sordos a los llamados de Áñez, que no es una líder partidaria y no era una política conocida hasta que se autoproclamó presidenta de Bolivia después de la renuncia de Morales, en noviembre.

El viernes, varios de sus ministros empezaron a apuntalarla como candidata, una posibilidad que ella había descartado hasta ahora. “La única salvación de este país es que doña Jeanine Áñez sea nuestra candidata” fue el puntapié inicial del ministro del Interior, Arturo Murillo. La presidenta de facto aceptó la propuesta y el sábado se convirtió en la quinta candidata de la oposición: “Querida familia boliviana, he tomado la decisión de presentarme como candidata para las elecciones nacionales”, escribió en Twitter.

Varios analistas señalan que el gobierno de Bolivia utilizó adecuadamente un contexto externo favorable para reducir las desigualdades en la sociedad: aumentaron los precios de los commodities y el volumen de recursos naturales con el que cuenta Bolivia –principalmente el petróleo y el gas–, pero la clave estuvo en la gestión de esa economía. Y esa gestión tuvo un nombre: el del ministro Luis Arce, ahora candidato a la presidencia por el partido de Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS). Arce fue ministro durante todo el gobierno del MAS, excepto por 18 meses entre 2017 y 2019, durante los cuales tuvo un problema de salud. Su salida del cargo coincidió con el fin del contexto externo favorable para la economía. El Estado aumentó sus inversiones y adoptó una serie de medidas que llevaron a que el déficit público superara el 8% del Producto Interno Bruto.

Entre los políticos del MAS de primera línea, Arce es el que cuenta con menos apoyo de los sectores populares, en parte porque no es indígena y es capitalino –nació en La Paz en 1963–, pero es visto como el artífice de la buena época de la economía de Bolivia, incluso por las clases medias.

Un “Chuquiago Boy”

Hijo de maestros de escuela pública, desde su juventud a Arce le inquietaba que un país con tantos recursos tuviera índices tan altos de pobreza, por lo que optó por estudiar Economía. Se graduó como licenciado en Economía en la Universidad Mayor de San Andrés y tiene una maestría en Ciencias Económicas de la Universidad de Warwick (Inglaterra).

Desde su época de estudiante Arce se definía como socialista, y formó parte del Partido Socialista 1. A fines de la década de 1990 conformó, junto con integrantes del desaparecido partido, un grupo de discusión y análisis para una transformación económica del país. “El primer reto que teníamos era demostrar que nosotros, la izquierda, manejamos la economía mejor que la derecha”, contaba al recordar esa etapa en una entrevista con The Wall Street Journal en 2014.

Después de su época de estudiante, ingresó como funcionario del Banco Central de Bolivia, donde permaneció 19 años, mientras el país era gobernado por partidos de izquierda y de derecha. Esto le ha valido críticas, ya que, según sus propias declaraciones, integró un equipo de trabajo cuyos métodos y objetivos no compartía. Algunas de sus objeciones a las políticas de esos períodos se pueden encontrar en su trabajo final de la maestría, pero no fueron del todo públicas.

Cuando Morales llegó al poder, la permanencia de Arce en el equipo económico se leyó como una señal de continuidad, calmando a quienes temían que el líder cocalero tomara decisiones impulsivas o que consideraban equivocadas. En distintas entrevistas, el ex ministro ha contado algunas anécdotas de momentos en los que Morales quería tomar decisiones que él consiguió moderar, algo que el mandatario también ha reconocido en distintas instancias. Por ejemplo, en el primer año de gobierno Morales quiso duplicar los sueldos de los funcionarios y expropiar los activos de las empresas de gas extranjeras. En ambas instancias, Arce y otros integrantes del equipo económico lo convencieron de que no eran las mejores medidas en ese momento concreto, porque serían mal interpretadas, y de que era mejor recurrir a decisiones menos polémicas y mantenerlas en el tiempo para lograr los mismos resultados. “Karl Marx dice: para lograr el salto al socialismo hay que desarrollar las fuerzas productivas. Es lo que estamos haciendo”, decía Arce en 2014, en referencia a cómo la opción por el camino largo para llevar a cabo las transformaciones estaba dando resultados.

En el documento oficial en el que se presentaba el Nuevo Modelo Económico, Social, Comunitario y Productivo, en 2011, explicaba: “Este es un modelo de transición hacia el socialismo, en el cual gradualmente se irán resolviendo muchos problemas sociales y se consolidará la base económica para una adecuada distribución de los excedentes económicos”. “No se puede realizar el tránsito mecánico del capitalismo hacia el socialismo; hay un período intermedio” en el que es necesario “construir una sociedad de tránsito entre el sistema capitalista generando condiciones para una sociedad socialista”, subrayaba.

En un gobierno conformado mayoritariamente por referentes indígenas y sociales, con una importante trayectoria de a pie, Arce representaba a un pequeño grupo de profesionales a los que denominó los “Chuquiago Boys”, término que surge de la deformación del conocido “Chicago Boy” con el nombre aimara para la ciudad de La Paz.

Los grupos campesinos del MAS aceptaron el nombre de Arce

Evo Morales dijo que la fórmula presidencial, integrada por el ex ministro de Economía Luis Arce y el ex canciller David Choquehuanca, es “una combinación entre la ciudad y el campo para continuar el proceso de cambio. Nuestro movimiento campesino no es excluyente y no margina”. Previamente varias organizaciones sociales que forman parte del Pacto de Unidad, un sector del MAS, habían dado su respaldo a Choquehuanca como candidato presidencial.

Después de que Morales optara por Arce, se generaron algunas rispideces y rechazos dentro del MAS. Sin embargo, una semana después de la designación del ex presidente, estos grupos la aceptaron. “En aras de la unidad, hemos consensuado de manera orgánica con todos los movimientos sociales que se respete la candidatura a la presidencia del hermano Luis Arce”, dijo el dirigente campesino Hilarión Mamani a la radio Erbol. El pronunciamiento fue celebrado por Choquehuanca: “Han mostrado su madurez”, dijo. “Ellos han analizado y han dicho: ‘Lo que nosotros tenemos que garantizar es la unidad del pueblo boliviano’”, agregó.

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