Mientras el presidente estadounidense, Donald Trump, retomó los actos de campaña con vistas a las elecciones del 3 de noviembre, en el Senado de Estados Unidos comenzaron las audiencias para confirmar a la candidata designada por el presidente para la Corte Suprema, la conservadora Amy Coney Barrett.

En la audiencia de este martes los integrantes de la Comisión de Justicia del Senado pudieron hacerle preguntas a Barrett, aunque no quedaron satisfechos con sus respuestas.

La senadora demócrata Dianne Feinstein le preguntó si considera que se resolvió de forma adecuada, en 1973, el fallo “Roe versus Wade”, que reconoció el derecho de las mujeres a interrumpir su embarazo hasta las 28 semanas de gestación y legalizó en todo el país el aborto en esas condiciones. Pero Barrett evitó responder.

La jurista designada por Trump dijo que no podía comprometerse por anticipado o decir que llegaba al tribunal con alguna “agenda” porque no tenía “ninguna agenda”. Dijo que sólo pretendía “apegarse al Estado de derecho y decidir los casos a medida que surjan”.

La senadora Feinstein consideró preocupante que la jueza no respondiera esa pregunta, más aun teniendo en cuenta que en los últimos años surgieron voces que piden que se revea ese fallo dictado en 1973.

Esas y otras iniciativas conservadoras pueden verse favorecidas con la llegada de Barrett a la Corte Suprema, que quedó con una vacante luego de la muerte el 18 de setiembre de la jueza Ruth Bader Ginsburg, una reconocida progresista.

Si la jueza propuesta por Trump es confirmada, serán conservadores seis de los nueve jueces de ese tribunal, el máximo del país, cuyos fallos deben seguir las demás cortes estadounidenses.

La primera votación acerca de la designación de Barrett en la comisión está prevista para este jueves. Por los procedimientos habituales, se estima que el 26 de octubre su nominación será votada en el Senado, y que será aprobada, ya que los republicanos tienen la mayoría en dicha cámara.

El senador oficialista Lindsey Graham, que preside la comisión, le preguntó a Barrett sobre su posición conservadora conocida como originalismo, que busca interpretar las leyes y la Constitución según el significado que tenían cuando se aprobaron.

“Ese significado no cambia con el tiempo y no es tarea mía actualizarlo o infundirle mis propios puntos de vista sobre política”, respondió Barrett.

Los republicanos pidieron a los demócratas que no criticaran las posiciones religiosas de la jueza, que es una católica devota. El presidente de la comisión le preguntó a Barrett si podía dejar de lado sus creencias al momento de pronunciarse sobre un caso en la corte, y ella respondió: “Puedo”.

Otro punto polémico vinculado con esta designación es que la Corte Suprema puede tener que dirimir quién ganó las futuras elecciones en caso de que haya una disputa electoral entre los dos candidatos a la presidencia, Trump y el demócrata Joe Biden.

El propio mandatario dijo que cree que eso va a suceder, y argumentó que por eso es necesario designar a un noveno integrante del tribunal antes de los comicios. En cambio, los demócratas recordaron que cuando Barack Obama era presidente, los republicanos se negaron a designar un juez ocho meses antes de las elecciones, porque entendían que debía nombrarlo el presidente que resultara electo, y que en este caso el tiempo que queda para las elecciones es mucho menor.

Para los demócratas, Barrett debería abstenerse de participar en una votación que dirima quién ganó las elecciones, porque se podría poner en duda su imparcialidad. Lo mismo opina 56% de los estadounidenses, según una encuesta realizada por la cadena CNN. Al respecto, Barrett dijo este martes que no hay nada que ella haya manifestado que permita prever cómo resolvería una disputa electoral. “Espero que todos los miembros del comité tengan más confianza en mi integridad y no piensen que permitiría que me usen como un peón para decidir esta elección”.

En las dos primeras audiencias, los demócratas también plantearon públicamente que la designación pondría en riesgo la reforma sanitaria de 2010, la Ley de Cuidado Asequible, conocida como Obamacare, sobre la que debe pronunciarse la Corte Suprema, y expusieron sobre cómo podría impactar su derogación en la salud de la población.

El propio Biden dijo a la prensa: “La nominada [para la Corte Suprema] quiere eliminar la Ley de Cuidado Asequible, el presidente quiere eliminar la Ley de Cuidado Asequible. Mantengámonos alertas. Se trata de si millones de estadounidenses se van a quedar sin seguro médico en menos de un mes”.

Barrett manifestó su posición contraria al Obamacare en un ensayo que publicó en 2017, y también el presidente Trump intentó frenar esa profunda reforma del sistema sanitario estadounidense.

Pero en las audiencias en el Senado, la jueza evitó pronunciarse al respecto. Dijo que no está “en una misión para destruir” el Obamacare, y agregó: “Estoy aquí sólo para aplicar la ley y cumplir con el Estado de derecho”.