Los ex presidentes José Mujica y Julio María Sanguinetti mantuvieron sus formas habituales hasta sus últimos minutos en el Parlamento. Este martes, en una sesión histórica, renunciaron a sus bancas en el Senado, aunque ambos adelantaron que seguirán dando batalla desde sus trincheras políticas. Y justamente aprovecharon la ocasión para enviar mensajes de conciliación social y de reivindicación de los partidos políticos, advirtiendo que son la receta de Uruguay para evitar grietas.

Más allá de los énfasis en sus discursos, Mujica y Sanguinetti vivieron con una hora de diferencia una escena casi que calcada en la Cámara de Senadores. Primero escucharon las palabras de elogio y reconocimiento de sus pares, incluso con frases llamativas desde tiendas adversarias ‒el senador blanco Carlos Camy catalogó al líder de la izquierda como una “marca país” y el frenteamplista Enrique Rubio le agradeció al ex mandatario colorado por la restauración de la democracia‒; luego recibieron un prolongado aplauso, de cerca de un minuto y con todos los senadores de pie, junto con saludos y abrazos; y finalmente les entregaron como recuerdo una pieza sobrante de la maqueta del Palacio Legislativo.

Pero en su última jornada como legisladores los ex mandatarios también mantuvieron algunos de sus rasgos más típicos. Mujica estuvo desde temprano caminando por la antesala del Senado, y frente a un grupo de periodistas sacó una hoja del saco: “Un discurso bárbaro armé”, dijo mientras mostraba unas pocas líneas escritas a mano. Adelantó que iba a recordar a “un amigo que no vive”, el ex ministro de Economía colorado Alejandro Atchugarry; dijo que no sabía el orden de la sesión, y recordó dos “logros espectaculares” de sus 26 años en el Parlamento: “Yo inventé el garaje de las motos, cuando era diputado traía una Yamaha, la dejaba por allá abajo y los trabajadores después las empezaron a poner ahí; y otra cosa es que era todo muy acartonado, formal, la corbata era religiosa, y yo venía de jeans y se fue distendiendo la cosa”.

El líder del MPP fue el primero en renunciar a su banca, la del extremo izquierdo de la fila inferior dentro de la ubicación del Senado, y desde la fila superior recibió el saludo de Sanguinetti, culminando la escena con un abrazo entre ambos que será una foto para la posteridad. Tras esto, Mujica salió del Parlamento bajo lluvia, cubriéndose con un paraguas violeta.

Diferente fue el periplo de Sanguinetti, que permaneció en su despacho en los minutos previos a la sesión y llegó junto a varios dirigentes de su sector, que vieron la sesión parados detrás del histórico líder colorado. Tras el homenaje y saludo de sus pares, Sanguinetti volvió a su lugar y por error tomó agua de un vaso que estaba sobre la banca que era de Mujica, ahora ocupada por Alejandro Sánchez, quien bromeó con el ex mandatario por la situación. Antes de irse en ascensor hacia su despacho, mostró la pieza que le regalaron de recuerdo y recomendó a los periodistas subir al último piso para ver la maqueta original del Palacio Legislativo.

Mujica: “En la política no hay sucesión, hay causas”

“Genio y figura hasta la sepultura. Le tengo que agradecer tanto reconocimiento”, comenzó Mujica su discurso. Y de inmediato cumplió con lo adelantado y recordó la figura de Atchugarry: “Un liberal de marca mayor, no un liberal en la economía, [sino] en la humanística. Supimos ser adversarios sin una ofensa a lo largo de los años. Un hombre de categoría superior que no está entre nosotros”. 

Explicó que eligió evocar al ex ministro “como un símbolo de algo que hay que conservar, la bonhomía a pesar de las rispideces dentro del sistema político de este país, que siendo pequeño tiene que huir de las grietas y lograr una medida de cosa común que se mantenga en el tiempo”.

Asimismo, Mujica se reconoció “pasional”, pero aclaró: “En mi jardín hace décadas que no cultivo el odio, aprendí de una dura lección que me puso la vida: que el odio termina estupidizando, porque nos hace perder objetividad ante las cosas”.

En referencia a la actividad política, dijo que “es la lucha por la felicidad humana, aunque suene a quimera”. Luego complementó acerca de su renuncia: “En política no hay sucesión, en política hay causas. Los hombres y mujeres pasamos, algunas causas sobreviven y se tienen que transformar, porque lo único permanente es el cambio. La biología impone cambios, pero también tiene que haber una actitud de dar oportunidad a las nuevas generaciones”.

En el final del discurso, tras recordar que pasó “de todo en la vida”, como “estar seis meses atado con las manos en la espalda” o “dos años sin que me lleven a bañar”, dijo no tenerle “odio a nadie”, y culminó: “Les quiero transmitir a los jóvenes que hay que darle gracias a la vida, triunfar no es ganar, es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae”.

Previo a la sesión, Mujica recordó que el debate más complejo que vivió en el Parlamento fue la discusión presupuestal de 2002; contó que había artículos no redactados que el Frente Amplio apoyó. “Sólo él [por Atchugarry, entonces ministro de Economía] lo podía conseguir”. También rememoró que antes de la construcción del edificio anexo del Palacio Legislativo, su despacho “estaba abajo de una escalera”, y catalogó al Palacio Legislativo de “monumento de la democracia”. Hasta propuso que se debería “transformar en un museo”, manteniendo un lugar para las sesiones parlamentarias.

Sanguinetti: “La representación política está en crisis, nos debemos aferrar a las ideas”

El discurso del ex presidente colorado tuvo un contenido histórico y de defensa de los partidos políticos en la historia de Uruguay. “Siento un enorme deber hacia mi partido y una profunda convicción sobre la importancia de los partidos políticos en la vida democrática”, dijo al explicar la razón por la que abandona el Senado y pasará a concentrarse en su cargo de secretario general del Partido Colorado. 

En esa línea, continuó: “La partidocracia, tantas veces tomada como un elemento negativo, es la que ha dado consistencia a la vida democrática. La opinión pública es diversa y veleidosa, los partidos son los que encauzan, orientan, vertebran, articulan, y eso es fundamental”. Además, señaló que ese rol de los partidos políticos cobra fuerza “en estos tiempos”, que “las burbujas publicitarias y la magia de las redes” han llevado a que “en países muy importantes” sean presidentes “figuras que no representan valores ni dan seguridad de una continuidad institucional”. 

Sanguinetti comparó que mientras ese tipo de figuras “no se sienten atadas” a nada, “a los miembros de los partidos políticos nos atan los retratos” de los líderes de antaño. Analizó que se viven “tiempos complejos” en que “el concepto de representación política está en crisis, porque un ciudadano se hace un Facebook y cree que es partícipe del diálogo universal, vive una falsa sensación, y más que nunca nos debemos aferrar a las ideas”. 

También el ex mandatario recordó que en Uruguay “un día perdimos la libertad porque antes habíamos perdido la tolerancia”, y que el episodio de su renuncia junto con Mujica al Senado muestra “una hora de conciliación, de reafirmación democrática”. Para representarlo, terminó citando al poeta mexicano Octavio Paz: “La inteligencia al fin encarna; se reconcilian las dos mitades enemigas; y vuelven a ser fuente, manantial de fábulas; hombre, árbol de imágenes; palabras que son flores, que son frutos, que son actos”.