Durante el fin de semana tres nuevas masacres ocurridas en localidades rurales colombianas pusieron nuevamente de manifiesto la creciente ola de violencia que se vive en el país.
El domingo los habitantes del municipio de Betania, en el departamento de Antioquia, se despertaron con la noticia de la masacre de siete personas. La cifra aumentó luego de que fallecieran los tres heridos que habían sido trasladados a hospitales de Medellín, la capital departamental.
De acuerdo a lo que informó el diario bogotano El Espectador, las personas fueron asesinadas por hombres armados que entraron a un establecimiento dedicado al cultivo de café, y de hecho todas las víctimas se desempeñaban como recolectores de este producto.
Según el gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria, en lo que va del año se registraron ocho masacres en ese departamento atribuidas al Clan del Golfo, organización paramilitar considerada la entidad criminal más grande del país.
El domingo el ministro de Defensa colombiano, Carlos Holmes Trujillo, se hizo presente en el lugar y anunció que las fuerzas militares desplegaron un operativo en la zona. Además, Holmes Trujillo informó que el gobierno ofreció una recompensa de 200 millones de pesos colombianos (cerca de 50.000 dólares) por información que contribuya a la captura de quien actúa bajo el alias de Rubén, líder del Clan del Golfo en la región.
El mismo domingo y de acuerdo a lo que denunció el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), dos hombres y una mujer fueron asesinados por sicarios en la localidad de Soledad, en el departamento de Atlántico, en el noreste del país. Un día antes, el sábado, el sangriento fin de semana había comenzado con un ataque similar en la localidad de Argelia, en el departamento de Cauca, en que cinco personas fueron acribilladas. Uno de los asesinados en esta acción fue el líder social Libio Chilito, quien integraba la Junta de acción Comunal de Argelia.
El dato no es menor, ya que en lo que va del año son 256 los líderes y defensores de los derechos humanos que fueron asesinados en Colombia.
Ariel Ávila, subdirector de la ONG Fundación Paz y Reconciliación, entrevistado por el portal de noticias France 24, expresó que en Colombia no se registraban tantas masacres desde los peores tiempos del paramilitarismo, como se denominó a la corriente de grupos ilegales de extrema derecha que combatían a la guerrilla, traficaban droga y que en ocasiones se aliaron con miembros de la fuerza pública para perpetrar crímenes, de acuerdo a lo que expresaron muchas sentencias judiciales. Las masacres son el método más usual empleado por estos grupos, y si bien en los últimos años la cantidad de asesinatos en estas incursiones es menor al que se veía hace algunos años, cuando por cada atentado se mataba a 30 o 40 personas, Ávila afirma que la situación actual en Colombia está “como en la peor época paramilitar”.
Las razones de estas masacres son básicamente tres: los diferentes grupos armados que existen en las zonas rurales del país se están disputando el territorio que dejó la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), tras su abandono de la lucha armada; también hay una guerra por las economías ilegales, como el tráfico de cocaína y metales preciosos, y en muchos territorios, como fue el caso de lo sucedido el sábado en la localidad de Argelia, la violencia se ensaña contra las organizaciones sociales y sus representantes.
El presidente colombiano, Iván Duque, viene siendo objeto de críticas, ya que al referirse a las recientes masacres evitó usar ese término y en cambio se refirió a los hechos como “asesinatos colectivos”.
Según muchos sectores políticos y sociales, Duque es el principal responsable de esta inusitada ola de violencia en el país por no velar y hacer respetar el cumplimiento de los acuerdos de paz firmados en 2015, mediante los cuales el gobierno, en aquel entonces presidido por Juan Manuel Santos, y las FARC, se comprometieron a terminar con el conflicto armado interno que comenzó a comienzos de los años 60 del siglo pasado.