Este domingo tendrán lugar en Brasil las elecciones municipales, los primeros comicios que se realizarán en el país tras la asunción de Jair Bolsonaro como presidente, en enero de 2019.

Casi 150 millones de personas están habilitadas para votar para elegir a los alcaldes y los concejales de los 5.569 municipios que tiene el país.

Con la pandemia de covid-19 y la crisis económica que existe en el país como telón de fondo, se prevé que la participación de la población en estas elecciones será baja. Si bien el voto es obligatorio, en esta ocasión los ciudadanos podrán justificar su ausencia por internet y la multa por no votar sin justificación tiene un precio irrisorio, inferior al de un boleto de ómnibus.

La situación sanitaria del país, con más de 5,7 millones de personas infectadas por covid-19 y con 162.000 muertes atribuidas al novedoso virus, hizo que la previa de estas elecciones fuera extremadamente fría, con ausencia casi total de actos masivos y con poca movilización en las calles.

En la mayoría de las elecciones en las principales ciudades del país se estima que las alcaldías se decidirán en la segunda vuelta, prevista para el 29 de noviembre, en caso de que ninguno de los candidatos obtenga la mitad más uno de los votos en la instancia electoral del domingo. Los resultados se sabrán prácticamente en el momento de que finalice la votación, ya que en Brasil se sufraga mediante el sistema de urnas electrónicas.

El efecto Bolsonaro potenció las candidaturas de miembros de las Fuerzas Armadas a los cargos municipales. El número de integrantes de esta institución que decidió participar en las elecciones municipales creció prácticamente 50% frente a los comicios de 2016, suba que se atribuye a la llegada del militar ultraderechista a la presidencia.

También se registra un importante aumento entre los postulantes vinculados a iglesias evangélicas y pentecostales, cuyo peso sigue creciendo en el país.

Pero pese a esto, las elecciones del domingo difícilmente reflejen la opinión de los ciudadanos sobre la gestión de Bolsonaro, ya que el presidente actualmente no pertenece a ningún sector político, luego de abandonar el Partido Social Liberal (PSL), y su base en el Congreso se apoya en un conjunto de partidos de centroderecha y derecha que, si bien le pusieron el hombro al presidente a cambio de cargos, no responden a él.

Por otra parte, no se esperan grandes sorpresas en las principales ciudades del país que elegirán a sus alcaldes.

En San Pablo, de acuerdo a la última encuesta realizada por Datafolha, el actual alcalde, Bruno Covas, perteneciente al centroderechista Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) –quien cuenta con el apoyo del gobernador del estado, João Doria, también integrante del PSDB–, lidera las encuestas con 28% de las adhesiones, 12 puntos porcentuales más que Celso Russomanno, quien se presenta por el derechista partido Republicanos y es el candidato que cuenta con el apoyo de Bolsonaro.

No obstante, pese a que Russomanno está avalado por el presidente, una fracción del voto de derecha irá a parar a la candidata Joice Hasselmann, antigua aliada política del presidente, quien es candidata por el PSL y contaría con alrededor de 3% de los votos.

El ex candidato presidencial Guilherme Boulos, del izquierdista Partido Socialismo y Libertad y quien actualmente es una de las principales voces dentro del campo progresista, se ubica en tercer lugar con 14 % de intención de voto, mientras que Marcio França, del Partido Socialista Brasileño, suma 13% de los apoyos. El Partido de los Trabajadores (PT) del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva tiene como candidato a Jilmar Tatto, que tan sólo suma 6 % de intención de voto entre los encuestados.

Ante este panorama de fragmentación, se estima que nadie ganará en primera vuelta y en la segunda Covas seguramente se impondrá sobre quien salga segundo, ya sea Russomanno o el izquierdista Boulos.

En Río de Janeiro tampoco parece que vaya a haber un vencedor el domingo. De acuerdo a las últimas encuestas de intención de voto quien va adelante es el ex alcalde Eduardo Paes, del partido derechista Demócratas, con 33% de los apoyos. Sobre Paes, quien fue la máxima autoridad de la urbe carioca entre los años 2009 y 2017, pesan una larga serie de acusaciones de corrupción, algunas de ellas vinculadas con la empresa Odebrecht, pero al no haber sido condenado en segunda instancia, de acuerdo a la legislación tiene lo que se denomina ficha limpia y aspirará nuevamente al cargo. Segundo en las encuestas figura el actual alcalde y obispo evangélico Marcelo Crivella, del partido Republicanos, que suma 15% de las preferencias de acuerdo a las encuestas. Crivella, sobre quien también pesan acusaciones de corrupción, es el candidato al que apoya Bolsonaro en Río de Janeiro. En el tercer lugar en los sondeos, con 14%, se sitúa la ex comisaria de Policía Martha Rocha, del Partido Democrático Laborista, sector de centroizquierda que tiene como máximo referente al ex gobernador de Ceará y candidato presidencial Ciro Gomes. En cuarto lugar aparece la candidata del PT, Benedita da Silva, quien es referente del movimiento negro y evangélico que suma 8% de los apoyos.

Según los analistas, en todas las grandes ciudades del país los comicios se decidirán en la segunda vuelta con la excepción de Belo Horizonte, la capital del estado de Minas Gerais. Allí, de acuerdo a lo que informó la agencia AFP, se espera que el actual alcalde Alexandre Kalil, del centrista Partido Social Democrático, retenga el cargo, ya que según las encuestas suma 62% de las adhesiones.

La izquierda brasileña llega a esta instancia electoral con poca fuerza.

El PT aún no logró levantar cabeza luego de la derrota en las elecciones presidenciales de 2018, y la falta de unión de las fuerzas progresistas en la mayor parte del país hace ver que la atomización de opciones no tendrá un resultado positivo. El notorio declive del PT hará que ninguno de sus representantes sea alcalde de las ciudades importantes del país, y además se estima que el sector perderá una gran cantidad de concejales.

Una de las pocas excepciones y donde la izquierda tiene buenas expectativas es la ciudad de Porto Alegre, en la que el Partido Comunista de Brasil y el PT llegaron hace ya varios meses a un acuerdo por el cual Manuela D’Ávila, integrante del primero, conformó la dupla electoral junto al petista Miguel Rossetto, quien ocupó varios ministerios durante los gobiernos de Lula da Silva y Dilma Rousseff.

Esta será la primera vez en 40 años que el PT no tendrá candidato propio en Porto Alegre, una ciudad donde la izquierda tiene un fuerte arraigo y en la que los petistas gobernaron en forma ininterrumpida entre 1989 y 2005.

De acuerdo a los últimos sondeos, D’Ávila cuenta con algo más de 25% de los apoyos y será la candidata más votada, pero quedará lejos de obtener la mayoría en la primera vuelta, por lo que deberá pelear la alcaldía en la segunda instancia.