En Lima, Cusco, Arequipa, Trujillo y otras ciudades peruanas hubo este martes protestas con pancartas contra el “gobierno usurpador” y el “Congreso golpista”.

Los manifestantes expresaron su rechazo a la decisión que tomaron en la noche del lunes los legisladores peruanos de destituir al presidente Martín Vizcarra. El Congreso aprobó por 105 votos en 130 una “moción de vacancia” y resolvió declarar la “permanente incapacidad moral del presidente” por una acusación de corrupción.

Dos testigos que aspiran a conseguir beneficios en sus propias situaciones legales, a cambio de colaborar con la Justicia, acusan a Vizcarra de haber aceptado sobornos de empresas a cambio de licitaciones públicas cuando era gobernador del departamento de Moquegua, situado en el sureste del país, de 2011 a 2014. Esos testimonios todavía no fueron aceptados por la Justicia, pero le valieron la destitución al presidente, que niega haber recibido sobornos.

“Ya no hay nada más que esperar de esta clase política, que está podrida”, dijo la ex candidata a la presidencia por el Frente Amplio peruano, Verónika Mendoza. “Sólo la ciudadanía organizada y movilizada podrá recuperar la democracia y poner por delante la vida y la dignidad de la gente”, agregó la dirigente de izquierda. Sin embargo, congresistas de esa organización política también votaron la destitución, junto a una mayoría de liberales, conservadores y fujimoristas.

Los motivos detrás de esta destitución, a cinco meses de las elecciones de abril y a ocho de la asunción de un nuevo gobierno, no son fáciles de establecer o de alinear en bandos. El voto fue definido de manera individual por una mayoría de congresistas que tienen muy poco en común, pero que coincidieron en destituir al presidente. Del mismo modo, las manifestaciones de rechazo recorrieron todo el espectro político.

Vizcarra, que fue electo vicepresidente en 2016, llegó a la presidencia cuando Pedro Pablo Kuczynski renunció debido a las acusaciones de corrupción por las que hoy está en prisión domiciliaria. Al igual que antes lo había hecho Kuczynski, Vizcarra enfrentó un Congreso dividido y en el que la oposición, con fuerte peso del fujimorismo, era mayoría.

Se trata además de un Congreso que puede hacer caer al jefe de gabinete del presidente, y esto ocurrió varias veces desde las últimas elecciones. A su vez, el presidente tiene la potestad de disolver el órgano legislativo, como lo hizo el año pasado Vizcarra, cuando llamó a elecciones legislativas. De este modo, el poder y las opiniones políticas se encuentran muy divididos en Perú.

“Golpe disfrazado”

Como ya no había vicepresidente en Perú, el cargo de Vizcarra fue asumido este martes por el titular del Congreso, Manuel Merino. Este expresó que ejercerá “fielmente el cargo de presidente de la República para completar el cargo del período 2016-2021” y prometió armar un “gabinete de consenso y unidad nacional”.

En setiembre, Merino fue uno de los impulsores de otro intento de destituir a Vizcarra. En ese momento, un asesor suyo se contactó con las máximas autoridades militares de Perú para asegurarse de que todo transcurriera “con normalidad” en caso de que esa acción prosperara y él quedara en el cargo de presidente. Para Vizcarra, eso fue una “conspiración”.

Incluso integrantes del partido de Merino, Acción Popular, repudiaron la destitución. “Un gran sector [de Acción Popular] no vamos a reconocer a Manuel Merino como presidente de la República”, dijo el gobernador de Cajamarca, Mesías Guevara, según citó la agencia de noticias Efe.

“Este ha sido un error muy grave para el país y probablemente la población no lo perdone”, dijo el ex presidente Ollanta Humala, uno de varios ex gobernantes acusados de corrupción en Perú. Otro dirigente político, Julio Guzmán, líder del Partido Morado, se sumó a las protestas en Lima. “Esto no es por Vizcarra, es por el Perú”, aclaró. “Ya no queremos más incertidumbre, estamos hartos de este Congreso”, dijo.

“Este es un golpe de Estado disfrazado. Necesitamos calma, pero también mucha vigilancia ciudadana”, dijo en Twitter George Forsyth, uno de los candidatos a la presidencia con mayor intención de voto. Agregó que “la indignación de millones de peruanos debe servir para jubilar a los políticos criminales y hacer un cambio generacional en las siguientes elecciones, que se tienen que dar sí o sí”.