Mientras negocia con la Unión Europa la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE), el primer ministro británico, Boris Johnson, se metió en otro lío político de proporciones por sus recientes declaraciones, que prendieron una vez más la mecha del cada vez más poderoso nacionalismo escocés, que pretende que su nación deje de estar bajo la tutela de Londres.

En una reunión realizada el lunes con más de 60 diputados del Partido Conservador, Johnson afirmó que “conceder la autonomía a Escocia ha sido un desastre, un error gravísimo de Blair, porque ha sido explotada por los separatistas”. El actual mandatario hacía referencia a las concesiones realizadas durante el mandato del laborista Tony Blair, quien es escocés, que en 1998 avaló la creación del Parlamento escocés, un órgano que pasó a manejar algunas cuestiones referentes al gobierno autónomo de dicho territorio, que integra el Reino Unido desde 1707.

Los dichos de Johnson generaron inquietud dentro de todo el arco político inglés, porque se dieron en un momento en que la idea de ser un país independiente viene ganando cada vez más adeptos en Escocia. De acuerdo al último sondeo realizado al respecto en octubre, 58% de los encuestados afirmaron estar a favor de la independencia. En el referéndum de independencia realizado en 2014 la opción de separarse de Londres fue rechazada por 55% de la ciudadanía, pero desde ese evento ya pasaron seis años y muchas cosas cambiaron la postura de varios ciudadanos escoceses, y una de las más resonantes fue el brexit, opción que fue ampliamente rechazada en Escocia cuando se realizó la votación sobre el tema en 2016 (62% de los escoceses votó por permanecer en el bloque europeo y 38% se manifestó en contra).

Las palabras de Johnson fueron duramente criticadas este miércoles por los parlamentarios escoceses, cuando el primer ministro compareció en forma virtual –está aislado en su casa por haber estado en contacto con una persona diagnosticada de covid-19– ante los legisladores para responder sus preguntas, algo que se realiza semanalmente.

El líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP, por sus siglas en inglés) en el Parlamento británico, Ian Blackford, cuya formación está a cargo del gobierno regional desde 2007, alertó de que las afirmaciones de Johnson sobre Escocia “no son comentarios ligeros”. “Su ataque a la descentralización no ha sido sólo un desliz, ha sido un desliz de la máscara de los conservadores”, afirmó el legislador, de acuerdo a lo que informó Efe.

El diputado nacionalista agregó que “el abismo que existe entre Westminster [donde están el gobierno central y el Parlamento] y los escoceses nunca ha sido tan grande como ahora”.

Las palabras de Johnson fueron un preciado regalo para el SNP, que ya anunció que para las votaciones autonómicas escocesas que se realizarán en mayo del año que viene pondrá la cita textual de los dichos del primer ministro como parte de su campaña electoral.

De acuerdo a lo que informó el diario La Vanguardia de Barcelona, las elecciones escocesas de mayo serán decisivas para el futuro del país.

Desde que asumió el liderazgo del Ejecutivo británico, cada vez que se le preguntó al respecto Johnson se negó sistemáticamente a conceder un segundo referéndum a los ciudadanos escoceses –votación que únicamente puede ser realizada con la expresa autorización de Londres–, pero si el SNP obtiene la mayoría absoluta, algo que parece probable de acuerdo a las encuestas, la situación será realmente una piedra en el zapato para Johnson.

A espaldas de Johnson, jerarcas de su propio gobierno, encabezados por Michael Gove –quien es escocés y jefe de gabinete– ya empezaron a elaborar una estrategia para intentar frenar el renovado impulso soberanista del SNP con base en concesiones monetarias, que podrían ser de hasta 10.000 millones de euros.

Estos dineros se destinarían a la ampliación de los subsidios que por ley se otorgan anualmente al gobierno de Escocia, así como también para fomentar programas de ayuda social y proyectos de infraestructura.