Cuando aún no pudo llegar a los 270 votos en el Colegio Electoral que le asegurarán oficialmente el triunfo, el candidato demócrata, Joe Biden, parece encaminado a ser el próximo presidente de Estados Unidos, si bien el recuento de sufragios aún no culminó en algunos estados del país.

Biden actualmente tiene 264 votos, por lo que le faltan seis para poder alcanzar el triunfo. Trump suma en su cuenta 214 votos electorales, luego de imponerse en varios estados clave, como Florida y Texas, además de obtener previsibles victorias en otros lugares.

Ello sucederá si se impone en cualquiera de los estados que quedan por definirse, debido a los grandes retrasos en el conteo que se debieron a la enorme cantidad de votos que se emitieron anticipadamente por correo, y no en forma presencial.

A la espera de los resultados de Nevada, donde el recuento muestra a Biden a la cabeza, otros focos de atención están puestos en otros estados clave, como Pensilvania, Georgia y Carolina del Norte. En este último estado está todo encaminado para una victoria de Trump, pero en el caso de los otros dos estados, aún quedan muchos votos por contar. En Pensilvania, Trump va adelante por 200.000 votos, pero todavía quedaban por contabilizar más del doble de esa cifra; en tanto que en Georgia la votación estaba siendo tremendamente reñida, con Trump en ventaja pero por apenas 3.000 votos, cuando quedaban por escrutar votos por correo provenientes de las principales ciudades de este estado sureño, franja del electorado que suele inclinarse por Biden, al contrario de lo que sucede con el republicano, que predomina en los condados rurales.

Este jueves ambos candidatos se dirigieron a la ciudadanía. En su intervención, el candidato presidencial demócrata dijo que no tiene dudas de que ganará las elecciones y también hizo un llamado a sus electores: “Les pido a todos que se mantengan tranquilos [...] el proceso está funcionando”, dijo en la tarde, cuando la incertidumbre iba creciendo con el correr de las horas.

Biden, además de vaticinar su triunfo, insistió en que “cada voto debe ser contado”, mientras prosigue el escrutinio en varios estados clave. Ahí puso la tónica el demócrata de 77 años: todos y cada uno de los votos deben ser contados.

“Esta es la voluntad de los electores, nadie ni nada más elige al presidente de Estados Unidos de América, por lo que cada voto debe ser contado”, remarcó Biden desde Wilmington, estado de Delaware, ciudad en la que vive.

Con su discurso, Biden buscó salir al paso de la campaña de Trump, que puso en marcha una maquinaria legal para detener el recuento en algunos estados clave o para pedir un nuevo conteo en varios lugares del país.

Posteriormente, antes de que Trump se dirigiera al país, ya en las primeras horas de la noche, el demócrata escribió en su cuenta de Twitter que “la gente no será silenciada, intimidada ni se rendirá. Hay que contar cada voto”.

En su esperada intervención desde Washington, Trump en primera instancia se declaró ganador de las elecciones y posteriormente dedicó la mayor parte de su discurso a mencionar irregularidades ocurridas en los días posteriores a la votación, poniendo en tela de juicio el conteo de los sufragios y en general a todo el sistema electoral.

“No dejaremos que nos roben las elecciones” dijo, pasando luego a enumerar una serie de hechos, apuntando a quitarle legitimidad a la votación y por añadidura a la victoria de su oponente. El republicano de 74 años introdujo el concepto de “votos legales” y expresó que si sólo estos fueran contabilizados, él ganaría, admitiendo de hecho el triunfo de los demócratas, aunque con los sufragios que él afirma, sin fundamento alguno, que no son válidos. Trump mencionó en forma vaga supuestos casos de irregularidades en recuentos en varios condados, siempre en lugares en los que él tuvo menos votos ‒claro está‒ y en ciudades como Detroit y Filadelfia. El discurso del mandatario pudo ser visto en forma íntegra en algunas cadenas, pero otras, fervientemente opositoras al republicano, como la NBC y la ABC, decidieron silenciar al mandatario, entendiendo que estaba mintiendo en forma flagrante.

Algunos prominentes dirigentes republicanos tomaron distancia de las acusaciones infundadas de Trump. Por ejemplo, el senador Mitt Romney, quien chocó en muchas ocasiones con el presidente, dijo que “contar todos los votos está en el corazón de la democracia”.

En medio del clima de incertidumbre, se produjeron desde la jornada del miércoles numerosas movilizaciones callejeras de partidarios de ambos candidatos en muchas ciudades y localidades del país. Unos pidiendo el recuento de los votos y otros pidiendo su detención. No faltaron las escaramuzas ni la presencia de civiles de extrema derecha armados intimidando a sus contrincantes.

“Stop the steal” (paren el robo) es el lema propuesto por la campaña de Trump para iniciar un proceso que pretende cuestionar las decisiones tomadas en las urnas por los ciudadanos y llevar el tema hacia los tribunales. La estrategia, ejecutada con una espectacularidad chocante, era previsible teniendo en cuenta las respuestas que había dado Trump recientemente ante preguntas sobre si no habría problemas en caso de que él perdiera en las elecciones y tuviera que ceder el mando del país a su contrincante.

En la mañana del jueves, cuando ya era evidente la tendencia favorable hacia Biden, Trump expresó, en mayúsculas, en su cuenta de Twitter: “PAREN EL CONTEO”.

Luego siguieron otros mensajes a lo largo del día que fueron publicados por Twitter, aunque con la advertencia de que los mensajes expresados podían ser “engañosos” en el marco de un proceso electoral.

“Todos los estados recientemente adjudicados a Biden serán impugnados legalmente por nosotros por fraude electoral y fraude electoral estatal. Hay muchas pruebas, sólo consulten los medios. ¡GANAREMOS! ¡Estados Unidos primero!”. “¡PAREN EL FRAUDE!”, expresó luego el líder republicano, consciente de que la reelección se había convertido en algo inalcanzable para él.