El domingo en Venezuela se realizarán las elecciones en las que se renovará la totalidad de los integrantes de la Asamblea Nacional, entidad que actualmente es encabezada por Juan Guaidó, autoproclamado presidente del país, pero que de hecho carece de poder porque las atribuciones de este órgano del Estado le fueron quitadas por el mandatario Nicolás Maduro en 2017, traspasando sus funciones a la Asamblea Nacional Constituyente. La actual Asamblea Nacional –elegida en 2016 y que es dominada por la oposición, que tiene dos tercios de los cargos, aunque de hecho no tiene poder alguno para legislar– tiene 167 escaños, pero luego de una reforma el número de representantes se amplió, por lo que el domingo estarán en juego 277 bancas.

De todas maneras y pese a las formalidades, es preciso analizar el contexto en que se realizarán estos comicios, absolutamente atravesados por la enorme crisis política y económica que vive la nación venezolana, que se agudizó a partir de 2014. Con todos los poderes efectivos del Estado bajo la tutela de Maduro, quien tiene el firme apoyo del Ejército, las facciones de la oposición que decidieron presentarse tendrán un papel absolutamente nominal en estas elecciones, que sin lugar a dudas ganará el oficialismo. Gran parte de los líderes de la oposición –Guaidó, Leopoldo López y Henrique Capriles, entre otros– y casi la totalidad de los sectores políticos que integran la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) no participarán de las elecciones, ya que entienden que hacerlo sería legitimar a Maduro y su gobierno, además de dar por descontado que en los comicios habrá fraude.

Ante este panorama, la oposición, que por otra parte está absolutamente fragmentada, enfrascada en sus propias rencillas internas y muy lejos de cautivar a la ciudadanía, irremediablemente perderá el control de la Asamblea. Ello terminará con el poder nominal de Guaidó, quien, si bien inicialmente contó con el reconocimiento de cerca de 50 países, con Estados Unidos a la cabeza, rápidamente fue perdiendo legitimidad, al punto de que hoy ni siquiera es la figura más representativa de los políticos contrarios al chavismo.

Dada esta realidad, que conducirá a una victoria del oficialismo el domingo, el martes el presidente Maduro se aventuró a decir públicamente que, si la oposición saca la mayoría de votos en las elecciones parlamentarias, él no seguirá en la presidencia. “Si la oposición saca más votos que nosotros y nos ganan las elecciones el domingo, tomaremos otro camino. Asumo este reto, sé que el pueblo va a salir a votar y tendremos un triunfo de la Revolución Bolivariana”, dijo en declaraciones consignadas por el diario Últimas Noticias.

“Dejo mi destino en manos del pueblo de Venezuela. Si la oposición gana las elecciones, yo no me quedaré más aquí”, aseguró. El mandatario dijo también que la oposición sigue engañando al pueblo, y manifestó su confianza en el triunfo de su sector, el Partido Socialista Unido de Venezuela, y sus aliados. “Sé que el pueblo va a salir a votar y tendremos un gran triunfo de la Revolución Bolivariana, de la Patria de Bolívar, sé que tendremos una gran victoria, así lo creo y así será”, expresó Maduro.

Pese a que el gobierno ha exhortado a la población a participar en los comicios, la expectativa es que la votación sea baja y que no llegue a 50% del electorado. En Venezuela para votar hay que inscribirse en el registro electoral y aun así las personas que den este paso no están obligadas a sufragar ni tienen multa alguna por no hacerlo. A esto se suma el llamado a no votar de la mayor parte de los sectores opositores, que, contraponiéndose al gobierno de Maduro y con Guaidó a la cabeza, están promoviendo una consulta popular.

En esta votación, que se celebrará del 5 al 12 de diciembre, aunque solamente el último día la votación se hará de forma presencial, se les preguntará a los ciudadanos, entre otras cosas, si apoyan “todos los mecanismos de presión nacional e internacional para que, en el marco de la Constitución, se realicen elecciones presidenciales y parlamentarias libres, justas y verificables”; también se consultará si rechazan o no las elecciones legislativas convocadas para el 6 de diciembre, o para cualquier otra fecha, mientras no existan condiciones para elecciones libres”.

El único requisito exigido para participar en la votación es ser poseedor de un documento de identidad venezolano, aunque esté vencido, ya sea desde dentro de Venezuela o en forma virtual desde cualquier otro país. Guaidó y otros representantes de la oposición llamaron a la comunidad internacional a supervisar esta consulta, cuya adhesión difícilmente sea masiva, al igual que sucederá con las elecciones del domingo, porque la población en general, más allá de su ideología, está hastiada de la polarización política, enfocada en el día a día, con una situación económica cada vez más acuciante.

El enorme peso que significan las sanciones impuestas por el gobierno de Estados Unidos, que se intensificaron durante la administración de Donald Trump, pusieron a la economía venezolana contra las cuerdas, generando una inflación inédita, que acarreó una crisis humanitaria en vastos sectores del país, agudizando además el fenómeno de la inmigración masiva de muchos venezolanos.

Según el Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), son más de cuatro millones los venezolanos que se fueron del país, contra los casi 700.000 emigrados que había a fines de 2015. Sin poder disponer de algunos de sus recursos propios –por ejemplo, las reservas de oro que Venezuela tiene depositadas en el Banco de Inglaterra, que son objeto de un juicio sobre quién tiene la potestad de utilizarlas, si el gobierno de Maduro o el autoproclamado Guaidó–, el actual Ejecutivo de la nación está apoyado en buena medida en el fuerte apoyo que tiene a todo nivel por parte de Rusia.

Precisamente el gobierno que lidera Vladimir Putin será uno de los pocos países que enviarán representantes que actuarán como observadores en las elecciones del domingo. De acuerdo a lo que informó el jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, el martes en un comunicado, las autoridades de su país enviarán observadores para las elecciones parlamentarias del domingo, y afirmó además estar seguro de que habrá observadores de otros países y que “su participación permitirá presentar una imagen objetiva para la comunidad mundial”, según consignó Telesur.

Quienes no estarán presentes el domingo en Venezuela serán los observadores de la Unión Europea (UE), a pesar de que el gobierno de Maduro hizo numerosas gestiones para que esto sucediera. Luego de que una misión del bloque comunitario europeo realizara una visita al país en setiembre, en la que se entrevistaron con numerosos referentes políticos y sociales del país, los enviados redactaron un informe en el que llegaron a la conclusión de que no existen garantías para las elecciones legislativas. Según informó el 1º de octubre el sitio France24, la misión de la UE recomendó al gobierno de Maduro aplazar las elecciones seis meses y advirtió que no reconocería los resultados, ni a la Asamblea Legislativa que resulte elegida, si el Ejecutivo no accedía a esta postergación, cosa que no sucedió.

“Actualmente no existen las condiciones para que tenga lugar un proceso electoral libre, justo y democrático”, se expresaba en el texto elaborado por los enviados de la UE, en el que recomendaban “posponer las elecciones legislativas para abrir un espacio de diálogo y cambiar esas condiciones”. En el informe, publicado el 30 de setiembre, los representantes europeos remarcaron que, de no cambiarse las condiciones, “la UE no puede plantearse el envío de una misión de observación electoral”.