Las clases de casi uno de cada cinco escolares de todo el mundo, aproximadamente 320 millones de niños, estaban cerradas el 1º de diciembre, un aumento de casi 90 millones desde los 232 del 1º de noviembre, alertó en un informe publicado este martes el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés).

De acuerdo a estas cifras, el número de escolares afectados por los cierres de las escuelas relacionados con la pandemia de coronavirus aumentó 38% respecto de noviembre, según los datos recopilados por la entidad dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de acuerdo a lo que consignó el portal Europa Press.

En este contexto, UNICEF advirtió sobre el “daño continuo” que se está causando al aprendizaje y bienestar de la infancia, a medida que aumenta el número de niños afectados por el cierre de escuelas en muchos países del mundo.

El jefe de Educación del organismo, el canadiense Robert Jenkins, lamentó que, en este tema, “estamos avanzando en la dirección equivocada y en forma muy acelerada”, a pesar de “todo lo que hemos aprendido sobre la covid-19, el papel de las escuelas en la transmisión comunitaria y los pasos que podemos dar para mantener a los niños seguros en la escuela”.

“La evidencia muestra que las escuelas no son los principales impulsores de esta pandemia”, expresó Jenkins, quien se mostró absolutamente en contra de la “tendencia alarmante” en que los gobiernos “cierran una vez más las escuelas como primera medida y no como último recurso”. “En algunos casos, esto se está haciendo a nivel nacional, en lugar de comunidad por comunidad, y los niños continúan sufriendo los efectos devastadores en su aprendizaje, bienestar mental y físico y seguridad”, explicó el experto.

En su informe, la agencia de la ONU remarcó que, cuando las escuelas cierran, los niños corren el riesgo de perder su aprendizaje y su sistema de apoyo, además de que en algunos casos pierden la posibilidad de acceder a alimentos e incluso su propia seguridad personal. Los niños más vulnerables, que son los que tienen más probabilidades de abandonar la escuela, “pagan el precio más alto” por las decisiones de los gobiernos.

“La evidencia muestra que las escuelas no son los principales impulsores de esta pandemia”, expresó Jenkins, quien se mostró absolutamente en contra de la “tendencia alarmante” en que los gobiernos “cierran una vez más las escuelas como primera medida y no como último recurso”.

Además, dado que millones de niños permanecen fuera de sus aulas desde hace más de nueve meses y muchos más están volviendo a esa situación debido al aumento de casos de coronavirus en muchos países, la UNICEF teme que “demasiados” centros educativos cierren sus puertas “innecesariamente” por no haberse puesto suficiente énfasis en tomar las medidas necesarias para hacer que las escuelas estén a salvo de la enfermedad.

Un estudio reciente realizado a escala mundial, para el que se emplearon datos provenientes de 191 países, no mostró asociación alguna entre la situación de las escuelas y las tasas de infección por coronavirus en las respectivas comunidades. Ante la escasa evidencia de que los centros de educación básica contribuyan a que existan tasas más altas de transmisión, UNICEF hizo un llamado a los gobiernos del mundo a dar prioridad a la reapertura de las escuelas y tomar todas las medidas necesarias para que sean lo más seguras posible.

Así, de acuerdo con UNICEF, los planes de reapertura de las escuelas deben incluir la ampliación del acceso a la educación, implementando la educación a distancia, especialmente para los grupos más vulnerables. Los sistemas educativos también deben adaptarse y desarrollarse para resistir crisis futuras.

“Lo que hemos aprendido sobre la escolarización durante la época de covid-19 es claro: los beneficios de mantener las escuelas abiertas superan con creces los costos de cerrarlas, y los cierres de escuelas a nivel nacional deben evitarse a toda costa”, concluyó Jenkins.