En un nuevo episodio poco digno de un presidente, el mandatario Jair Bolsonaro se refirió este martes en términos groseros, de connotación sexual, a la periodista Patrícia Campos Mello, que durante la campaña electoral de 2018 publicó una serie de artículos sobre la difusión masiva de mensajes falsos lanzados por el comando del entonces postulante de ultraderecha.

En su habitual encuentro con los medios de cada mañana, cuando sale de su residencia, en Brasilia, Bolsonaro dijo, entre risas, que la periodista “quería una primicia [furo en la jerga periodística en portugués]. Ella quería dar el agujero [que en portugués también se dice furo] a cualquier precio contra mí”, dijo entre risas el presidente, cuyo chascarrillo de pésimo gusto fue celebrado por sus simpatizantes, que suelen apostarse todos los días a la salida de la Alvorada. “No voy a seguir hablando porque acá hay señoras”, continuó el mandatario en tono jocoso, mientras hacía comentarios al pasar dirigidos a la periodista, a la que critica con saña desde la campaña electoral de 2018.

Los desafortunados dichos de Bolsonaro hacían referencia al falso testimonio dado la semana pasada por Hans River do Rio Nascimento, un ex funcionario de una empresa de envíos masivos de mensajes por Whatsapp, ante la Comisión Parlamentaria Mixta de Investigación (CPMI, por sus siglas en portugués) de noticias falsas en el Congreso brasileño. El mismo día de la declaración de Rio Nascimento, Folha desmintió una a una todas las supuestas informaciones brindadas por él.

Durante su comparecencia ante los legisladores, Rio Nascimento dijo que Campos Mello le habría ofrecido tener relaciones sexuales a cambio de información sobre cómo se armó y financió el esquema de noticias falsas implementado por el equipo de campaña de Bolsonaro. Dándole crédito a los dichos del ex empleado, Bolsonaro afirmó que “durante su intervención contó sobre el asedio que la periodista ejerció sobre él”.

El insulto de Bolsonaro está en la línea de los ataques que el presidente, sus hijos y sus seguidores dirigen a la prensa desde hace meses. La semana pasada el diputado federal Eduardo Bolsonaro había hecho algo similar a lo que hizo ayer su padre, cuando publicó en Twitter que Campos Mello habría ofrecido sexo a cambio de información para sus artículos. La publicación de uno de los hijos de Bolsonaro fue el gatillo que disparó una campaña difamatoria, con mensajes misóginos que incluyeron la difusión de imágenes trucadas de índole sexual de la periodista.

Según consignó la versión en portugués del diario El País de Madrid, el ataque de Bolsonaro a Campos Mello le sirvió al presidente para evitar hablar de cuestiones más importantes, pero desfavorables para sus intereses. Así, con esta grosería, el mandatario no respondió las preguntas sobre la suba en el precio de los combustibles y sobre una carta que le enviaron varios gobernadores criticando la política del gobierno sobre el tema. Además, Bolsonaro tampoco habló de los motivos del asesinato del ex policía Adriano da Nóbrega, ocurrido el 9 de este mes en el estado de Bahía.

Nóbrega, quien estuvo vinculado al asesinato de la legisladora y activista Marielle Franco, era considerado un personaje clave para determinar los vínculos entre el clan Bolsonaro y el submundo de la delincuencia de los paramilitares.

Los dichos cada vez más desatinados del presidente brasileño sólo le traen más repercusiones negativas, en un momento en el que su gobierno sigue sin tener buenas noticias sobre el economía del país, que sigue sin avanzar y enfrenta numerosos problemas para resolver, como por ejemplo las más de un millón de familias brasileñas que continúan esperando por la entrega del beneficio de la Bolsa Familia, plan social implementado durante el gobierno del Partido de los Trabajadores, que alivió la situación de extrema pobreza en la que viven millones de personas en el país.