El actual primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, salió claramente fortalecido luego de las elecciones generales celebradas este lunes, en las que, de acuerdo con las encuestas a boca de urna, quedó muy cerca de obtener el apoyo de 61 legisladores, lo que le permitiría tener mayoría en el Parlamento y poder conformar gobierno. Luego de las dos elecciones anteriores, celebradas en abril y setiembre del año pasado, en las que hubo paridad entre Netanyahu, por un lado, y el centrista Benny Gantz, ex teniente general del Estado Mayor del Ejército, por otro, el país quedó bloqueado políticamente. Ahora todo indica que el actual jerarca saldrá airoso y comandará un nuevo mandato.

Según los sondeos difundidos después del cierre de los circuitos electorales, el Likud de Netanyahu obtuvo 37 escaños, Kahol Laván (Azul y Blanco), el partido de Gantz, 33, y en tercer lugar se situó la Lista Árabe Unida, coalición que reúne a los partidos conformados por la población árabe israelí –aproximadamente 20% del total–, que cuenta con el apoyo de varios sectores dentro de los partidos judíos progresistas, que logró 14 lugares en la Knéset.

Pero lo que llevaría a Netanyahu a formar gobierno es su alianza con los dos partidos de carácter religioso: Shas –al que adhieren mayoritariamente los judíos ortodoxos sefaradíes, los originarios del norte de África y también los de los países árabes–, que obtuvo, según los sondeos, nueve lugares en el Parlamento; y Judaísmo Unido por la Torá, que representa a los sectores jaredíes askenazis, que obtuvo ocho escaños. A estos hay que sumarles los seis que aportaría Yamina, una coalición de sectores de derecha. Mientras tanto, el partido Israel Beitenu, liderado por el ultraderechista laico Avigdor Lieberman, ganó ocho escaños, y el viejo Partido Laborista, que durante décadas fue el predominante en la política israelí, apenas obtuvo seis bancas en el Parlamento, dentro de una coalición con otros sectores de izquierda y de centro. Por su parte, el partido de ultraderecha radical antiárabe Otzma Yehudi (Poder Judío) no alcanzó el mínimo de votos requeridos, 3,5%, por lo que no tendrá representación parlamentaria.

Los medios israelíes reseñaron que, a pesar de que se estimaba que prevalecería la apatía en el electorado, debido al estancamiento político y a los casos de coronavirus registrados en el país, algo que se preveía que haría mermar la cantidad de votantes, la jornada electoral se caracterizó por una altísima asistencia. Votó cerca de 71% de los habilitados, la marca más alta desde los comicios de 1999, en los que el laborista Ehud Barak venció al hoy victorioso Netanyahu.

Ayer, antes de que se conocieran los resultados oficiales, Netanyahu publicó en su cuenta de Twitter varias fotos en las que se lo veía celebrando el triunfo electoral junto con su círculo de colaboradores y familiares, y agradeció a los votantes por su apoyo. Las imágenes de algarabía abundaron en la sede del Likud, donde representantes del partido oficialista dijeron en entrevistas televisivas que el apoyo logrado por su líder demuestra que la población israelí cree que es inocente de los cargos de corrupción que se le imputan y por los que debería responder ante la Justicia.

Por su parte, tras conocer la foto de los sondeos a boca de urna, Gantz agradeció a sus votantes y publicó en su cuenta de Twitter que “seguirá luchando por ellos”. También habló, tras la jornada electoral, uno de los principales referentes de la Lista Árabe Unida, Ayman Odeh, quien dijo al canal 12 de la televisión israelí que el partido de Gantz no logró ganar las elecciones “debido a su actitud racista hacia nosotros”. Si bien el sector árabe logró aumentar su presencia parlamentaria, el clima en su sede no era el mejor debido al inminente triunfo de Netanyahu, algo que seguro no traerá beneficio alguno para la población árabe israelí, sino más bien todo lo contrario.

De todas maneras, el legislador definió la cifra alcanzada por su sector como un hito histórico en términos de representación para la población árabe, y dijo que su comunidad dio un gran paso, al presentarse a votar en un frente único y conseguir una alta participación de su electorado.