Las epidemias han sido una constante en la vida del ser humano desde hace siglos. Han acabado con la vida de millones de personas, han provocado crisis políticas y económicas, y transformado la historia mediante los virus y las bacterias. La última pandemia global, el coronavirus, parece que va a seguir la misma línea de cambiar radicalmente nuestro mundo.
De acuerdo con el informe emitido este domingo por la Organización Mundial de la Salud, en el mundo hay 292.142 casos confirmados del nuevo coronavirus, que causó 12.784 muertes.
Paradójicamente, a medida que hemos conseguido ponerles freno a muchas enfermedades que en el pasado acabaron con decenas de millones de almas, también hemos asistido a un proceso en el que parece haber cada vez más de estas epidemias, aunque mucho más controladas, con un carácter más inmediato y de alcance mundial. El conocimiento científico es responsable de lo primero y la globalización de lo segundo.
Sin embargo, al mirar el pasado nos encontramos con ejemplos epidémicos que acabaron con enormes proporciones de la población mundial en aquella época. La plaga de Justiniano, en el siglo VI en el imperio bizantino, se llevó la vida de la cuarta parte de los habitantes del heredero romano de Oriente, una cantidad que hoy equivaldría a cientos de millones de personas. Lo mismo podría ser con ejemplos quizá más conocidos, como la medieval peste negra, que en sus primeros años, se estima, acabó con la vida de hasta 50 millones de europeos, y la llamada gripe española, que, en el contexto de la Primera Guerra Mundial y la inmediata posguerra, se llevó entre 20 y 50 millones de personas a la tumba, incluida mucha gente joven –algo inusual, ya que no es de los grupos con mayor mortalidad–.
Hoy, en cambio, el mundo está mejor preparado de lo que lo estaba hace apenas un siglo para hacer frente a estas epidemias. Unos mayores avances científicos, la extensión de los sistemas sanitarios en buena parte del mundo, una mejor alimentación y mejores medidas de higiene son factores que, por suerte, frenan la propagación de estas epidemias y la mortalidad causada por ellas.