La crisis económica de 2009 fue crucial para la Unión Europea (UE). El punto crítico de la discusión entre los países de la eurozona fue qué papel jugaría el bloque, que ya en ese entonces aplicaba exigencias y límites a la economía de cada uno, especialmente con respecto al endeudamiento y el déficit fiscal. Alemania y Francia, que están entre los países más ricos del bloque, impusieron su postura ante la de otros, como España, Italia y Grecia, y se negaron a acceder a sus solicitudes. Entre otros, los “países del sur” pedían que se flexibilizaran esas exigencias y que el bloque asumiera como tal una parte de la deuda en la que incurrirían.
Esa crisis económica y fiscal determinó, según varios analistas, el resurgimiento de los movimientos nacionalistas en los países de la UE. En los “países del norte” ganó fuerza el discurso de que el gobierno mantenía a los del sur; en estos últimos tomó vuelo la idea de que la UE no estaba para ayudar, sino para condicionar a los gobiernos.
La UE enfrenta ahora un debate similar, con más o menos los mismos protagonistas. España e Italia reclaman con fuerza la creación de coronabonos, una deuda que se tomaría con la garantía común de todos los países del bloque y, por tanto, tendría intereses inferiores. Alemania, Holanda y Austria, entre otros, se oponen: consideran que ser garantes los va a llevar, tarde o temprano, a hacerse responsables de esa deuda, ya que los países que necesitan más ese crédito suelen manejar sus economías con otra laxitud.
Francia ha sido el único país que cambió de posición entre 2009 y 2020. La semana pasada, su presidente, Emmanuel Macron, llamó a la UE a ser “solidaria”, sin lograr convencer al gobierno alemán. El Ejecutivo liderado por Angela Merkel insistió en que los países de la eurozona pueden recurrir al mecanismo europeo de estabilidad con mejores condiciones y recordó que la UE ya acordó flexibilizar algunas limitaciones impuestas a las economías europeas.
Sin embargo, la insistencia de los países más afectados por el coronavirus no cesa. “Europa debe poner en pie una economía de guerra y promover la resistencia, la reconstrucción y la recuperación europea”, sostuvo el presidente español, Pedro Sánchez, en un comunicado publicado ayer en varios diarios europeos bajo el título “Europa se la juega”. “Europa está sufriendo su mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. Nuestros ciudadanos están muriendo o debatiéndose en hospitales saturados [...]. O estamos a la altura de las circunstancias o fracasaremos como unión”, subrayó.
Las cifras del coronavirus
El debate sobre cómo enfrentará Europa la situación económica generada por la pandemia seguramente gane fuerza en los próximos días, a medida que los países más afectados por el coronavirus empiecen a ver una lenta mejoría en su situación sanitaria.
Tanto en España como en Italia la cantidad de fallecimientos y contagios sigue siendo elevada, pero muestra una paulatina reducción en la comparación de los datos diarios. En España la cantidad de muertes llegó el domingo a 12.418, tras un aumento de 674, que para el sábado había sido de 809. El porcentaje de incremento está disminuyendo diariamente desde el viernes y ayer fue de 5,7%, informó la agencia de noticias Reuters. También la cantidad de casos positivos viene creciendo a un ritmo más lento: este domingo fue de 4,8% y el sábado había sido de 6%.
En Italia, las cifras vienen oscilando en la última semana, pero parecen haberse estabilizado, con una tendencia a la baja. El domingo se informó de 525 fallecimientos, por debajo de los 681 que se reportaron el sábado, y los contagios fueron 4.316, 500 menos que el día anterior.
Los gobiernos de ambos países celebraron esta mejoría en los datos, que atribuyen a haber decretado la cuarentena, y llaman a la ciudadanía a no relajarse en la obediencia a las restricciones de movimiento. También se preparan para, después de la Semana de Turismo, empezar a disminuir esas medidas, con el objetivo de que la población empiece, lentamente, a convivir con el virus.
Boris Johnson fue internado
El primer ministro británico, Boris Johnson, fue internado ayer, diez días después de dar positivo en un test de coronavirus, porque presentaba “síntomas persistentes” y esta se consideró la mejor “medida de precaución”, indicó su oficina.
Johnson fue de los pocos líderes europeos que en una primera instancia se negaron a adoptar medidas para promover el distanciamiento social, tal como pasó del otro lado del Atlántico, en Estados Unidos. Tanto él como Donald Trump revisaron su posición tras conocer los informes científicos que calculaban el número de muertes que habría en cada país si no se adoptaban medidas. Pocos días después de imponer la cuarentena, Johnson dio positivo.