Miles de personas se volcaron a las calles anoche, otra vez, para protestar por la muerte de George Floyd, un ciudadano negro que fue asfixiado por un policía blanco de Minneapolis, que lo mantenía tumbado en el suelo con una rodilla sobre el cuello. Pese a que el policía fue detenido y se está investigando lo sucedido, lo que comenzó como movilizaciones pacíficas devino en marchas violentas que derivaron en enfrentamientos con la Policía, cuya actuación, a la vez, produjo más rabia en los manifestantes.

25 ciudades estadounidenses fijaron toques de queda que prohíben la salida a la calle y las reuniones multitudinarias. Algunas lo hicieron después de los disturbios de la noche del sábado. Otras traían la medida desde antes, aunque esto no evitó que se viera a jóvenes en las calles protestando, algunos de ellos rompiendo o saqueando locales comerciales o incendiando y destrozando vehículos.

El gobierno nacional y los gobiernos locales han reforzado los cuerpos policiales que lidian con los manifestantes, a los cuales se han sumado otras fuerzas, como la Guardia Nacional y la Patrulla Fronteriza. Las medidas han sido justificadas incluso por alcaldes y gobernadores de izquierda que reconocen la rabia de quienes se movilizan, pero, a la vez, les piden que no protagonicen actos vandálicos.

Los actos de violencia también se vieron animados por la actuación de las fuerzas de seguridad, que han cometido excesos ampliamente difundidos en las redes sociales y los medios de comunicación. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acusó a estos últimos de hacer “todo lo posible para fomentar el odio y la anarquía” y tener “una agenda enfermiza” que implementan por medio de la difusión de “noticias falsas”. Desde el comienzo de las manifestaciones Trump ha exigido a los alcaldes, sobre todo al de Minneapolis, que apliquen mano dura para mitigarlas, a tal punto que la semana pasada Twitter advirtió que una de sus publicaciones glorificaba la violencia.

El mandatario dio un paso más este domingo, cuando anunció que el movimiento antifascista Antifa será declarado un grupo terrorista interno de Estados Unidos. Las palabras de Trump fueron secundadas por el fiscal general William Barr, quien dijo que el FBI va a trabajar para identificar a “grupos radicales y agitadores externos”. “La violencia instigada y llevada a cabo por la Antifa [...] será tratada en consecuencia”, advirtió.

La decisión fue criticada por varios políticos y la Unión Estadounidense de Libertades Civiles, que consideró que muestra que “el terrorismo es una etiqueta inherentemente política, de la que fácilmente se abusa”.