Después de largas negociaciones, la Unión Europea (UE) logró acordar la creación de un fondo para ayudar a los países más afectados por la crisis económica generada por el coronavirus.

El presidente francés, Emmanuel Macron, lo calificó como “un cambio histórico” en Europa, y la canciller alemana, Angela Merkel, dijo que si bien “no fue fácil” llegar a un consenso, el bloque demostró que “es capaz de actuar” ante una situación que exigía “respuestas extraordinarias”.

Varios jefes de gobierno del bloque dieron su bienvenida a este acuerdo, entre ellos los de España, país que recibirá 140.000 millones de euros para atender esta situación, y de Italia, que tiene asignados 209.000 millones. Estos dos países encabezan la lista de los más afectados por esta crisis en Europa.

Pedro Sánchez, el presidente del gobierno español, opinó que este martes se firmó “un gran acuerdo para Europa y para España”; lo calificó como “un auténtico Plan Marshall” y dijo que “se ha escrito una de las páginas más brillantes de la historia europea”. Su par italiano, Giuseppe Conte, afirmó que lo convenido hace posible “reiniciar Italia con fuerza”.

El consenso se logró a las 5.30 de la madrugada de este martes, hora de Bruselas, la capital belga, en una cumbre que había comenzado el viernes y que se extendió mucho más allá de lo previsto por las tiranteces que el tema generó. Finalmente, se llegó a establecer un presupuesto comunitario de 1.074 billones de euros para el período 2021-2027 y un fondo de recuperación de 750.000 millones de euros, que se financiará con la emisión de deuda común y que incluirá 390.000 millones en ayudas directas y 360.000 millones en préstamos.

Este acuerdo no recogió la fórmula que defendían Italia, España y Francia de colectivizar la deuda mediante los llamados “coronabonos”, de tal modo que si un país no podía pagar, lo cubrieran los demás. Pero se estableció otra manera de colectivizar la deuda: la Comisión Europea emitirá por primera vez bonos de deuda, con el respaldo del presupuesto del bloque, y con ellos se financiará el fondo.

“Desde la creación del euro, no hemos visto un avance igual”, dijo Macron. “La financiación de la deuda es de carácter histórico, y da fe de la confianza depositada en el proyecto europeo por los estados miembros, a pesar de que este principio de deuda común parecía impensable hace unos meses”, afirmó.

El aporte de este fondo a los países no es inmediato.

Se prevé que comience en 2021 y continúe hasta 2023. Antes de ponerlo en marcha es necesaria su aprobación en el Parlamento Europeo y que los países ajusten su legislación de tal modo que sea posible emitir deuda común.

Durante las negociaciones fue necesario que las diversas posiciones cedieran, y así se redujo el monto del fondo de recuperación. Los países del sur pedían que se emitieran coronabonos para nutrir el fondo y que esos recursos se entregaran en calidad de transferencias, no de préstamos. A medida que avanzaban las tratativas, Alemania y Francia propusieron que el monto de las transferencias fuera de 500.000 millones, pero en el acuerdo que se alcanzó se fijó en 390.000 millones de euros, provenientes de bonos de deuda emitidos por las instituciones europeas. Otros 360.000 millones de euros, que elevan el total del acuerdo a 750.000 millones, corresponden a créditos. Cada uno de esos montos fue objeto de discusión.

La mayor oposición a las fórmulas que reclamaron los países del sur y las que promovieron Alemania y Francia la tuvieron Holanda, Dinamarca, Suecia y Austria, países que se dieron a sí mismo el nombre de “frugales” y que recibieron más tarde el respaldo de Finlandia. En las negociaciones estas naciones se resistieron a la ayuda económica sin reembolso y exigieron un mecanismo por el cual cada país de la UE podría vetar los planes de reformas que debe presentar un Estado para acceder al fondo.

Finalmente, en lugar de ese veto, se estableció que un país pueda trasladar a la Comisión Europea su oposición a un plan de reformas. De esta manera, los proyectos no se detienen. De todos modos, cada país requerirá la aprobación de mayoría especial de 15 de los 27 integrantes de la UE para acceder a los recursos. A su vez, si un país se opone a autorizar un desembolso, podrá llevar el caso a una cumbre del bloque, que debe dar su aprobación para que se haga efectivo.

El fondo servirá para financiar inversiones y programas en los países que sufrieron más el impacto económico de la pandemia. Además, el acuerdo incluye otras condiciones. Requiere que ciertos proyectos promuevan una transformación medioambiental en la región y condiciona el financiamiento a que se respete en los países el Estado de derecho. Esta última medida apunta a Hungría y Polonia, dos estados con gobiernos ultraconservadores y con políticas que vienen siendo cuestionadas por su presunto impacto en la libertad de expresión y la independencia de poderes del Estado. Justamente, esos dos países fueron los que cuestionaron el alcance de esas condiciones.

“Es mucho más que dinero, tiene que ver con la salud, el progreso y el trabajo”, dijo el presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, al anunciar el acuerdo. “Nos lleva al futuro, es la primera vez que en la historia europea el presupuesto está vinculado a los objetivos climáticos, la primera vez que se vinculan los fondos con el Estado de derecho y la primera vez que se moviliza un fondo para una crisis”, agregó. “Negociamos 90 horas seguidas, pero valió la pena”, dijo la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen.

La jerarca destacó que, a diferencia de lo que ocurrió en la crisis económica de 2008, esta vez Europa no buscó soluciones nacionales, sino regionales. “Esta vez confían en la Comisión”, agregó.

La extrema derecha en contra

Las principales críticas al acuerdo llegaron desde los partidos de ultraderecha, que se oponen a ceder potestades nacionales a las instituciones de la UE. Las condiciones convenidas fueron repudiadas por dirigentes de los países que más aportarán al fondo de recuperación, y también de aquellos que más se van a beneficiar. La Agrupación Nacional francesa, La Liga italiana y el partido español Vox advirtieron que con este acuerdo sus países perdieron soberanía y quedaron sometidos al control europeo y de los estados del norte. La dirigente francesa Marine Le Pen dijo que este es el “peor acuerdo” que se podía haber logrado para su país; el italiano Matteo Salvini afirmó que “hoy están todos ‘eurofelices’”, pero lo convenido es una “trampa” que trae “dinero a cambio de recortes y sacrificios”; y el dirigente de Vox Jorge Buxadé manifestó: “Ayer escribíamos ‘hola solidaridad’, hoy leemos ‘adiós soberanía’”.