En la última semana de junio la situación del coronavirus en Argentina se agravó, algo que era esperado por las autoridades y que se tradujo en marcas atrás y adelante con respecto a la estricta cuarentena que se mantiene en la ciudad de Buenos Aires y su entorno metropolitano, el conurbano bonaerense, conjunto que se conoce como Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Después del 10 de julio los contagios empezaron a superar diariamente los 3.000, una cifra cuyo crecimiento se aceleró rápidamente, con máximos de 3.604 el 10, 6.127 el 25, 7.500 el sábado. Un salto similar se produjo en el número de fallecimientos: 53 el 10 de julio, 105 el 25, 156 el sábado. Este domingo hubo un descenso en las cifras –fueron 4.688 y 84, respectivamente–, así como ya sucedió en otros días de estas últimas semanas.

En la comparación con la región, en cifras acumuladas Argentina mantiene una buena posición: tiene menos fallecidos y contagios por millón de personas que países como Chile o Brasil. Sin embargo, si se miran los reportes diarios, se advierte que los casos confirmados son 166 por millón de personas, por debajo de los 236 de Brasil, pero superando los 112 de Chile. Algo similar sucede con la cifra diaria de fallecidos: es de 3,5 por millón de habitantes, por encima de Chile (2,8) y por debajo de Brasil (4,3).

Los números pueden ser llamativos si se considera que el AMBA ha mantenido una estricta cuarentena desde marzo, pero no han sorprendido a las autoridades, que a la vez que llaman al cumplimiento de las medidas tranquilizan apuntando que, en pleno pico de la pandemia, la ocupación de camas de CTI en el AMBA es de 66%, y en todo el país, de 56%.

A su vez, la secretaria de Acceso a la Salud de la nación, Carla Vizzotti, indicó este domingo al canal de televisión Todo Noticias que se están aumentando los testeos entre los contactos de los casos positivos, por lo cual en los próximos días los números pueden seguir aumentando.

La situación es diferente si se mira la ciudad o la provincia de Buenos Aires. Acerca de la primera habló este domingo Diego Santilli, el vicejefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, liderado por Horacio Rodríguez Larreta, de la coalición Cambiemos, opositora del gobierno de Alberto Fernández. Santilli dijo en varias apariciones públicas que los especialistas esperan que en dos o tres semanas comiencen a bajar los números del reporte diario y a partir de allí, o sea, en setiembre, podría avanzarse en la flexibilización de la cuarentena. La provincia, gobernada por Axel Kicillof, correligionario de Fernández, tendrá una realidad diferente, señaló Santilli: llegó al pico dos o tres semanas más tarde que a la ciudad, por lo que –“haciendo futurología”, precisó– debería tardar el mismo período en salir.

Las diferencias ideológicas no han tenido una gran incidencia en las políticas dirigidas a mitigar el impacto de la pandemia, prácticamente idénticas en la ciudad y la provincia. Sin embargo, en las últimas semanas Larreta ha pedido un tratamiento diferente para la ciudad, dado que su situación es mejor en comparación con la provincia. Desde el gobierno de Kicillof se sostiene que las medidas deben mantenerse en paralelo, por la fuerte dependencia que tienen uno y otro territorio. La ciudad de Buenos Aires tiene tres millones de residentes, pero durante el día su población se duplica por la entrada para trabajar de gente de la provincia. Si la economía porteña se reactiva sería prácticamente imposible exigir a las personas que dejen de ir a trabajar para respetar las medidas en la provincia, sostienen las autoridades.