Horas antes de su primer debate presidencial para las elecciones del 3 de noviembre, el equipo de campaña de Joe Biden publicó que el candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos pagó 300.000 dólares de impuestos federales durante 2019.

La cifra supera por mucho los 750 dólares que según The New York Times pagó Donald Trump por sus ingresos en 2016, el año en que ganó las elecciones, y en 2017, su primer año en el gobierno.

La directora de comunicación de la campaña de Biden, Kate Bedingfield, recordó en conferencia de prensa que el candidato demócrata y su esposa ya habían divulgado otras 21 declaraciones de impuestos, y afirmó: “Este nivel histórico de transparencia busca dar a la gente confianza en sus líderes, que deben cuidar a las personas y no buscar su propio beneficio”. La compañera de fórmula de Biden, Kamala Harris, y su marido, también hicieron públicas sus declaraciones de impuestos.

Trump, en cambio, siempre se negó en forma rotunda a hacer pública su información tributaria. El domingo, cuando se conocieron los datos publicados por The New York Times, el presidente y candidato republicano a la reelección calificó esa información, una vez más, como fake news, y afirmó que pagó “muchos millones de dólares en impuestos pero tenía derecho, como todo el mundo”, a obtener reembolsos. El lunes el periódico amplió la información al respecto.

Según los datos tributarios que examinó The New York Times, en 11 de los 18 años anteriores a su llegada al gobierno Trump no pagó nada por los tributos que se aplican a los ingresos. Además, accedió a una devolución de impuestos de 72,9 millones de dólares que está siendo “auditada por el servicio estadounidense de hacienda”.

El periódico señaló que Trump presenta gastos personales que le permiten vivir como millonario como si fueran gastos operativos de sus empresas, por ejemplo, los 70.000 dólares que destinó a su peinado cuando se emitía su programa de televisión The Apprentice. También se informó en la nota publicada por el diario neoyorquino sobre pérdidas económicas, negocios dudosos y altísimos gastos en consultorías por parte del mandatario, y se publicó que el líder republicano tiene deudas por 421 millones de dólares que debe pagar en los próximos cuatro años, durante su próximo mandato, si es que resulta reelecto.

Mientras enfrentaba estos cuestionamientos a sus finanzas, Trump anunció en Twitter que pediría “una prueba antidopaje” para su rival en el debate de anoche en Cleveland, a quien llama Sleepy Joe. Dijo que Biden tuvo un desempeño “desigual” en los debates en los que participó durante las primarias demócratas, y se preguntó si esos altibajos no se podrían explicar por el uso de drogas. A su vez, el equipo de campaña de Trump comunicó que Biden pidió tener varios descansos durante el debate y que se negó a que le revisaran los oídos para detectar si usaba algún dispositivo electrónico por el que pudiera recibir instrucciones.

La encargada de comunicación de Biden negó esas acusaciones y manifestó: “No esperamos nada menos de la campaña de Trump. Es un presidente que no ha hecho nada para ser reelecto. En vez de enfocarse en las cosas que importan, está intentando hacer estas cosas patéticas para distraer”.

Biden llegó a esta instancia con una cierta ventaja en las encuestas. Distintos sondeos le atribuyen de dos a diez puntos porcentuales de intención de voto más que a Trump. Sin embargo, el sistema electoral estadounidense toma en cuenta el ganador por estado y no sólo el total de votos. Es por esto que un candidato puede tener más votos que su oponente, pero igualmente perder, como le pasó a la demócrata Hillary Clinton en 2016, año en el que obtuvo 2,8 millones de votos más que el hoy mandatario.

El sistema establece que el que vence en un estado se queda con todos los electores, el colegio electoral, y son ellos los que terminan definiendo quién será el mandatario.

En cada elección los candidatos se enfocan en conquistar los llamados “estados bisagra”, aquellos que alternan su adhesión por republicanos y demócratas. Uno de esos estados que son clave ganar es Ohio, donde ayer debatieron Biden y Trump, más precisamente en la ciudad de Cleveland.

En 2016 Ohio –estado situado en el medio oeste del país– le dio la mayoría de sus votos al actual presidente.

Trump se negó a condenar directamente a los supremacistas blancos durante el debate presidencial

Salud, racismo y cambio climático fueron los puntos abordados en el primero de tres encuentros antes de las elecciones de noviembre. El moderador fue Chris Wallace, un presentador de Fox News a quien Trump ha criticado en más de una ocasión.

“Trump es un desastre para la comunidad afroamericana. Uno de cada 1.000 afroamericanos ha muerto por coronavirus, y es posible que par fin de año sea 1 de cada 500. ¿Este hombre se dice el salvador de la comunidad afroamericana?”, dijo Biden, candidato del Partido Demócrata.

“Nosotros creemos en la ley y el orden. Ustedes no. Ustedes tienen miedo de hablar de represión policial, porque tienen miedo de perder a los votantes de izquierda radical”, respondió el republicano Trump, y preguntó a su contrincante: “¿Estás a favor de la ley y el orden? Dilo”. “Estoy a favor de la ley, el orden y la justicia social”, contestó Biden.

Cuando el moderador Chris Wallace preguntó directamente a Trump si está dispuesto a condenar a los supremacistas blancos, el presidente contestó: “Sí, pero la mayoría de lo que veo es de la izquierda radical. Alguien tiene que hacer algo contra los antifas. Son una organización terrorista”.

“Antifa es una idea, no una organización. No tienes idea”, apuntó Biden.

Las familias de los candidatos también ingresaron al debate. Trump acusó al hijo de Biden, Joseph, de haber recibido dinero del alcalde de Moscú. Biden lo defendió como un héroe de la guerra de Irak.

El propio mecanismo de la elección también fue discutido. Trump insistió en poner el duda el resultado de la elección debido al voto epistolar, denunció que se habían encontrado tirados sobres con votos a su candidatura, y dijo que el 30 o 40 por ciento de los votos epistolares se perderán. “Esto no va a terminar bien”, dijo Trump, y volvió a instalar la idea de un posible fraude.

“Yo voy a aceptar el resultado de la elección”, dijo Biden.

El debate estuvo marcado por constantes interrupciones de Trump a su oponente, que se limitó en la mayoría de los casos a sonreír con resignación.