Mediante un comunicado, el Hospital Charité de Berlín comunicó que el político opositor ruso Alexei Navalny fue sacado del coma inducido y que también se le retirará la ventilación mecánica, porque, según se informó, está mostrando signos de mejoría.

De acuerdo al texto divulgado por el centro hospitalario berlinés, que fue consignado por la agencia alemana de noticias DPA, la condición general de Navalny, de 44 años de edad, “mejoró”; agregaron que está respondiendo a estímulos verbales, aunque dijeron que todavía “es demasiado pronto para evaluar los posibles efectos a largo plazo de su grave envenenamiento”.

Navalny, uno de los críticos más conocidos del presidente ruso, Vladimir Putin, fue trasladado a Alemania en estado de coma el 22 de agosto, dos días después de desvanecerse en un vuelo que unía las ciudades rusas de Tomsk y Moscú. Allegados al político disidente informaron que él únicamente había tomado un té antes de subir al avión y desde el primer momento indicaron que había sido envenenado.

Esta teoría fue sostenida también desde Alemania, donde la canciller Angela Merkel dijo que la acción fue un intento “de silenciarlo”.

El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Heiko Maas, convocó al embajador ruso en Berlín, Sergei Nechayev, en protesta, y pidió una investigación completa y transparente, aunque el Kremlin en todo momento negó tener implicación alguna en el envenenamiento.

Si bien los estudios realizados en primera instancia en los laboratorios del Hospital Charité no habían logrado especificar la sustancia que había intoxicado a Navalny, la semana pasada un informe más exhaustivo realizado en un laboratorio militar alemán encontró rastros del químico novichok, un agente nervioso creado y desarrollado por la antigua Unión Soviética en las décadas del 70 y 80 del siglo pasado.

Todas las opciones sobre la mesa

La situación del envenenamiento del político opositor está generando una gran tensión entre Berlín y Moscú.

Muestra de ello es que Merkel comunicó que no descarta ninguna acción como respuesta al episodio, incluyendo una posible reconsideración del proyecto del gasoducto Nord Stream 2 de Alemania con Rusia. Este plan proyecta la llegada de gas a ruso a territorio germano a través del mar Báltico.

Según dijo este lunes el portavoz de la canciller alemana, Steffen Seibert, la posibilidad de que dentro de las posibles sanciones a Rusia por este caso se paralice la construcción del gasoducto no se puede “descartar”, pero a la vez afirmó que el proyecto no es exclusivamente alemán sino “europeo”, y que cuenta con una “base legal” ya aprobada por el bloque regional. El proyecto de este gasoducto es firmemente rechazado por Estados Unidos, ya que, en caso de realizarse, aumentará aún más la dependencia que tiene Europa occidental del gas proveniente de Rusia.

De todas formas, y según consignaron medios internacionales, Seibert dijo que el gobierno al que él representa estima que todavía es “demasiado pronto” para exigir una respuesta de Moscú respecto del envenenamiento, pero remarcó que no se esperará “meses” e insistió en que no se descarta “nada” si Rusia no coopera con la investigación.

El “tiempo necesario” para una respuesta desde el Kremlin no fue especificado con un ultimátum, “pero no hablamos de meses ni de finales de año”, agregó el funcionario del gobierno alemán. “Muchas personas y gobiernos esperan que Rusia aclare” lo que pasó.

Con respecto a la posible reacción común de Alemania junto a sus socios comunitarios y aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en caso de que no haya respuestas convincentes desde Rusia, Seibert indicó que aún no hay una decisión al respecto.

Por su parte y en la misma línea que sostiene desde que comenzaron las acusaciones en su contra, el Kremlin definió ayer como “absurdos” los intentos de acusar al gobierno que preside Putin por el atentado contra Navalny.

“Todos los intentos de vincular a Rusia de alguna manera con lo sucedido [con Navalny] son inaceptables para nosotros, son absurdos”, dijo el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.