A pesar de los pedidos realizados por el gobernador del estado de Wisconsin, Tony Evers, y John Antaramian, alcalde de la ciudad de Kenosha –ambos pertenecientes al Partido Demócrata–, de que no lo hiciera, el presidente estadounidense Donald Trump visitó este martes la localidad que saltó a la notoriedad mundial el domingo 23 de agosto, luego de que un policía baleara por la espalda al ciudadano negro Jacob Blake, quien permanece hospitalizado con serias lesiones que seguramente le dejarán secuelas de por vida.

Tras el episodio de violencia policial, que se suma a la larga lista de abusos cometidos por parte de efectivos de seguridad contra ciudadanos negros, se registraron en Kenosha numerosas manifestaciones, muchas de ellas violentas; en una de estas movilizaciones, realizada la semana pasada, un adolescente de 17 años perteneciente a un grupo de civiles armados de extrema derecha mató a dos personas e hirió a otra.

Todo esto generó un clima de enorme tensión en la habitualmente apacible Kenosha, que se replicó en otras ciudades del país. Ante esto, Trump decidió ir hasta allí, donde, como se esperaba, no lanzó un mensaje pacificador sino más bien todo lo contrario. Ensalzó la actuación de las fuerzas de seguridad y prometió más ayuda económica para ellas, además de anunciar que brindará fondos a los comerciantes cuyos establecimientos sufrieron saqueos y en algunos casos fueron destruidos durante las manifestaciones. “Les vamos a dar un millón de dólares a las fuerzas de seguridad para que tengan dinero extra y puedan salir y hacer lo que tengan que hacer”, declaró el mandatario.

De acuerdo a lo que informó The New York Times, Trump recorrió instalaciones que resultaron dañadas por la violencia callejera que siguió al tiroteo de Blake y luego se reunió con funcionarios de seguridad de la ciudad. Si bien en algún momento lo insinuó, el líder del Partido Republicano no tuvo contacto alguno con ningún familiar de Blake y atribuyó los desbordes represivos a “manzanas podridas” que hay dentro de las fuerzas represivas.

“Mi administración se coordinó con las autoridades estatales y locales para desplegar muy muy rápidamente a la Guardia Nacional, aumentar la aplicación de la ley federal a Kenosha y detener la violencia”, escribió Trump en su cuenta de Twitter.

Además, y confirmando los temores expresados tanto por el gobernador de Wisconsin como por el alcalde de Kenosha, a quien Trump calificó como “un tonto”, mientras el presidente visitaba la ciudad se produjeron enfrenamientos entre simpatizantes republicanos y activistas del grupo Black Lives Matter.

Antes de partir hacia Kenosha, Trump, en pleno tono de campaña de cara a las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, dedicó duras palabras al Partido Demócrata y también a su líder, Joe Biden. “Creo que un montón de gente está asqueada por lo que está pasando en estas ciudades que están controladas por los demócratas”, afirmó Trump, quien luego dirigió sus dardos directamente hacia su rival en la contienda electoral. “La prensa está alentando este tema más que Biden, porque Biden no sabe que está vivo”, dijo el republicano, que desde hace largo tiempo viene agrediendo al candidato demócrata, a quien intenta dejar ante la opinión pública como un geronte senil, aun cuando sólo tiene cuatro años más que él. Posteriormente, de acuerdo a lo que informó NBC News, Trump dijo que la “violencia política” acabará únicamente cuando también lo haga la “ideología radical” que, a su entender, la alienta. En este sentido, el presidente estadounidense acusó a “políticos radicales de izquierda” de “seguir lanzando el mensaje destructivo de que el país y sus fuerzas de seguridad son represoras o racistas”. De hecho, “debemos dar mucho más apoyo a las fuerzas de seguridad”, concluyó Trump.