La Unión Europea (UE) hizo público este miércoles su Nuevo Pacto por la Migración y el Asilo, una controvertida reforma del sistema en esta área que distribuye las responsabilidades entre los integrantes del bloque, pero también refuerza los controles fronterizos y pretende afinar los mecanismos de reenvío de los migrantes a sus países de origen.

Para la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, el documento –que logró ser aprobado por mayoría, aunque sin unanimidad y luego de largas negociaciones– representa un equilibrio “justo y razonable” entre “responsabilidad y solidaridad”. Según expresó, el incendio de hace tres semanas en el campo de refugiados de Moria, en Grecia, fue “un llamado brutal” a la acción luego de tantos años discutiendo el tema, de acuerdo a lo que informó AFP.

El documento surge cinco años después de la enorme crisis migratoria del año 2015, un evento que marcó un fuerte quiebre dentro del bloque, porque hubo países, como Alemania, que, gracias a la iniciativa de su canciller, Angela Merkel, recibieron cientos de miles de personas, en tanto que otros estados, gobernados por derechistas y xenófobos, como Hungría y Polonia, recibieron a regañadientes a algunas decenas.

La nueva normativa establece que aquellos países que no quieran recibir demandantes de asilo en caso de una enorme oleada migratoria deberán, en cambio, asumir la responsabilidad de la repatriación de esas personas a sus países de origen.

Al mismo tiempo, las nuevas disposiciones dejan de lado el principio vigente hasta ahora por el cual el país de llegada de un migrante a la UE tenía la responsabilidad de tratar su solicitud de asilo, razón por la cual Grecia e Italia se habían visto desbordados en los últimos años.

De acuerdo con el nuevo plan también se prevé un proceso más rápido para rechazar las solicitudes de los migrantes que no entren dentro de los parámetros para recibir protección internacional.

La sueca Ylva Johansson, comisaria europea de Asuntos Internos, expresó: “En nuestro plan de hoy hay múltiples iniciativas para conseguir una mayor eficacia en los retornos. Un punto crucial es, por supuesto, tener buenos acuerdos de readmisión” de esos inmigrantes en sus países de origen.

Según el nuevo plan, si un país se encuentra sometido a “presiones” migratorias y considera que no puede hacerse cargo de la situación, puede solicitar la activación de un “mecanismo de solidaridad obligatorio”, que debe ser decidido por la comisión.

Todos los estados del bloque entrarán dentro de este mecanismo, pero podrán optar entre dar la bienvenida a los solicitantes de asilo, financiar el regreso a sus países de los migrantes que no tienen derecho a permanecer en la UE o ayudar a construir centros de refugiados. Una cláusula del nuevo plan establece que si un integrante de la UE no devuelve a los migrantes a su país de origen en un plazo de ocho meses, tendrá la obligación de recibirlos.

Uno de los medios de los que se valdrá la UE a la hora de autorizar o no solicitudes será la publicación de informes anuales que evalúen la capacidad de un país en particular para recibir de retorno a sus compatriotas, lo cual incidirá directamente en la emisión de visados a estos ciudadanos.

Las críticas al nuevo plan migratorio no tardaron en surgir.

Para Marissa Ryan, de la organización humanitaria Oxfam, con su nuevo pacto la UE “se inclinó ante la presión de los países del bloque cuyo único objetivo se disminuir el número de personas que reciben protección en Europa”.

Para el eurodiputado verde francés Damien Careme el nuevo pacto “institucionaliza la vergüenza” y “no impedirá nuevos dramas ni la continuidad de los campamentos indignos”.