El primer ministro británico, Boris Johnson, manifestó una vez más este domingo su rechazo a la posibilidad de que se celebre un nuevo referéndum sobre la independencia de Escocia.
“Desde mi experiencia, los referéndums en este país no son eventos particularmente felices”, declaró el líder conservador durante un programa político de la cadena BBC, aludiendo a las profundas divisiones causadas por el referéndum del brexit en 2016, en el que casi 52% de los ciudadanos de Reino Unido votaron por salir de la Unión Europea (UE).
En 1975, se había consultado a los ciudadanos británicos por primera vez sobre la permanencia de su país en la entonces llamada Comunidad Económica Europea. Luego pasaron 41 años hasta la realización de una nueva consulta, lo que Johnson estimó como “un buen intervalo”. En este sentido, el primer ministro británico remarcó su idea de que los referéndums se realicen “sólo una vez por generación”.
El sábado, horas después de que se concretara el brexit, la salida de Reino Unido de la UE, Nicola Sturgeon, primera ministra escocesa, expresó que esperaba que Escocia lograra la independencia y pudiera “regresar” a formar parte del bloque. Además, la líder del Partido Nacional Escocés (SNP, por sus siglas en inglés), el sector político más fuerte de Escocia, enfatizó que la salida de Reino Unido de la UE se hizo contra la voluntad de los escoceses. “No queríamos irnos y esperamos regresar pronto como socio de pleno derecho”, declaró Sturgeon en el sitio de internet de su partido. En la consulta realizada el 23 de junio de 2016, los británicos en su conjunto votaron favorablemente, aunque por un escaso margen, la salida del bloque comunitario: 51,9% apoyaron el brexit y 48,1% se manifestaron en contra de la medida. Pero los resultados de esta consulta fueron totalmente diferentes en el territorio escocés –que forma parte de Reino Unido desde 1707–, donde 62% de los ciudadanos votaron en contra de abandonar la UE.
La primera ministra Sturgeon viene insistiendo desde hace años en su determinación a celebrar otro referéndum sobre la independencia de Escocia, tras el que perdió en 2014, cuando 55% de los escoceses dijeron “no” a la independencia. Sin embargo, la concreción del brexit y la figura de Johnson, que es particularmente rechazada por los escoceses, modificó completamente el panorama. De acuerdo a la última encuesta sobre el tema, realizada por el Instituto Savanta a pedido del diario escocés The Scotsman a mediados de diciembre, en la actual coyuntura 58% de los escoceses apoyan una ruptura con Reino Unido, un resultado sin precedentes.
Pero la decisión de celebrar dicho referéndum únicamente puede ser autorizada por el gobierno de Johnson, que, como se dijo, ni siquiera quiere hablar del tema. No obstante, en mayo habrá elecciones legislativas locales en Escocia, y una amplia victoria del SNP, algo que se estima que es muy previsible, aumentaría mucho la presión del gobierno de Edimburgo sobre Londres para aceptar una nueva consulta. Sturgeon prometió comenzar los pasos legales para la realización de una nueva consulta al pueblo, aunque aclaró que en primer lugar su gobierno está enfocado en la lucha contra la pandemia de coronavirus. Recién después de pasar por esta etapa la independencia volverá a ser la prioridad.
Respecto de la postura intransigente de Boris Johnson, uno de los principales referentes del SNP en el Parlamento, el diputado Keith Brown, dijo: “Puede que sea un año nuevo, pero seguimos viendo la misma fanfarronada incoherente de Boris Johnson. El primer ministro finge lo contrario, pero sabe que no puede seguir negando la democracia”, declaró el legislador independentista. “Incluso su amigo estadounidense, Donald Trump, ha aprendido que, si uno intenta interponerse en el camino de la elección democrática de una nación, es arrastrado por las fuerzas democráticas”, agregó Brown. “Las personas que decidirán nuestro futuro son los ciudadanos de Escocia, no Boris Johnson y los conservadores de Westminster”, concluyó Brown.