La semana pasada el gobierno decidió mantener sin variación el precio de los combustibles e informó que la decisión responde a las ganancias que viene obteniendo Ancap. Así y por segundo mes consecutivo, se apartó de la nueva referencia —el precio de paridad de importación (PPI) que calcula la Unidad Reguladora de los Servicios de Energía y Agua (Ursea)—, que marcaba una suba para noviembre ya que evoluciona en línea con el mercado internacional del crudo, que atraviesa un período ascendente.
La situación de los últimos dos meses podría repetirse hacia adelante, ya que el presidente de Ancap, Alejandro Stipanicic, dijo a la diaria que “desde el punto netamente económico las ganancias por las ventas de UTE [de energía a Brasil] dan para mantener los precios por varios meses”. Señaló que hoy día el ente tiene una situación financiera “holgada” ya que acumula “más de 200 millones de dólares en caja”.
Las centrales térmicas de UTE son la cuestión detrás de este negocio redituable para el Estado. Para cumplir con la demanda de Brasil, que atraviesa hace meses una profunda sequía que afecta su generación eléctrica, UTE debe encender sus plantas que funcionan a base de gasoil, un método de producción que había reducido a niveles mínimos tras el cambio de matriz energética —que priorizó la generación de fuentes renovables—.
Las últimas cifras de UTE marcan ingresos por las ventas a Brasil por unos 300 millones de dólares en el año, y Stipanicic dijo que las previsiones son que esto continúe. “La perspectiva es que Brasil siga sin lluvias hasta la próxima primavera [un año hacia adelante]. No vamos a planificar más allá de lo que nos dice UTE, y la planificación más certera es que al menos por el resto de este año vamos a seguir con las ventas de gasoil”, expresó.
Hay una cuestión que Stipanicic ya elevó al Ejecutivo, y refiere al precio que Ancap vende a la otra empresa estatal. El valor al público de los combustibles no se ajusta hace dos meses, pero las ventas a UTE son mediante un precio tarifado que fija la Ursea y sí se modifica, alterando las ganancias de Ancap. Esto complica la planificación, porque ese precio puede subir o bajar en los próximos meses, y señaló que no debería ocurrir que “Ancap termine subsidiando a UTE [porque baja el gasoil, o sube en menor medida que el precio de venta a Brasil]”.
Sobre lo que implica el negocio para Ancap, detalló: “Como es un producto [el gasoil] que se produce para los clientes habituales, con esas ventas licuás tus costos fijos. Entonces si hay una venta excepcional [como las compras de UTE], es todo ganancia”.
A su vez, Stipanicic comentó que en virtud de haber mantenido los precios en línea con el PPI en el período junio-setiembre, y haber sumado a la referencia el llamado “factor X” —que son cerca de tres pesos y representan, según el gobierno, los sobrecostos de Ancap—, “hay un margen positivo aún por cada litro que se vende”. Esta situación ocurre pese a que Ancap absorbe la suba del petróleo, y la diferenció de lo ocurrido entre marzo y mayo de este año, cuando al no haber ajuste de tarifas “perdíamos plata por vender combustibles”.
Tras conocerse la decisión de no ajustar las tarifas, hubo críticas del Frente Amplio (FA) ya que sus dirigentes lo asociaron con el futuro referéndum contra los 135 artículos de la ley de urgente consideración (LUC), que incluirá el sistema de ajuste de los combustibles. Para la oposición, el gobierno busca evitar críticas hacia la LUC. El semanario Búsqueda informó que existieron reuniones a nivel del gobierno para evaluar mantener sin cambios los precios de los combustibles hasta el referéndum, que sería en los primeros meses de 2022.
“Es como comprimir un resorte”
La situación antedicha representa “lo coyuntural”, aclaró Stipanicic. Pero en el horizonte se vislumbra un posible “problema de fondo”, vinculado a si la cotización del barril de petróleo alcanzó su pico o se mantendrá en valores elevados. En los últimos días el crudo Brent se ubicó en torno a los 85 dólares en los mercados internacionales, un 8% más que un mes atrás, y con pronósticos de una posible crisis energética y valores de tres dígitos.
“Varios ven que este nivel de precios puede ser un piso. Con la pandemia se afectó la actividad de las refinerías, aún deben recomponer inventarios y esa cierta escasez lleva al alza. Pero lo más preocupante, y es mi interpretación -no sé qué tan cercana sea a la realidad-, es que hoy los fondos de inversión y bancos del mundo apuntan a financiar sólo proyectos renovables, es decir es difícil conseguir financiamiento para proyectos de extracción de gas o para refinación. Entonces el mundo estructuralmente puede estar yendo a una carestía de productos refinados, y quizás el rango de precios [del barril de crudo] pueda estar por encima de 100 dólares”, analizó Stipanicic.
En esa coyuntura, advirtió sobre los riesgos “de apartarse de la regla” del PPI por varios meses y no ajustar las tarifas al público en función del valor del crudo: “Es como comprimir un resorte: si te apartás demasiado esperando que los precios internacionales bajen, está la chance de que eso no ocurra, sino que suban, y entonces cuando sueltes el resorte revienta”. Esta analogía refiere a que si pasan los meses sin variaciones del precio en el surtidor, hay riesgo de que cuando se quiera volver a equiparar los valores al PPI sea con un alza pronunciada.